Andai (1) con...
andai con la caña mala (2)
te miro la cara y me da sed
¡chupai (3) como contratado..!
Te miro la cara y me da sed,
¡chupai como contratado..!
Sos bolse... sos bolsero! (4)
y pedis fíao...(5)
Te miro la cara y me da sed
Andai con la caña mala...
Te miro la cara y me da sed
¡Chupai como contratado!
Vay tirando la foca (6)
y más fuerte que un volcán,
¡Te miro la cara y me da sed,
no te puedes controlar..!
Te miro la cara y me da sed
¡y más fuerte que un volcán..!
¡y más fuerte que un volcán..!
Sin controlar ay sí
Te curai (7) en cualquier lado
Te miro la cara y me da sed,
Te curai (7) en cualquier lado
Te miro la cara y me da sed,
¡Tomai hasta bigoteado..! (8)
Y si te sigo mirando,
Me voy a salir curando...
El autor de esta famosa cueca chilena es el recordado Marcial Campos,
quien dejó para siempre su guitarra, sus silbidos, sus pícaras letras,
porque el pasado día 17 de junio falleció en un hospital de la capital
chilena.
El recordado dúo folclórico que formó con su hermano Eleodoro es, sin
lugar a dudas, uno de los íconos de la cueca, más de trescientas
composiciones atestiguan el legado que Marcial y Eleodoro, Los Hermanos
Campos, dejaron para siempre en el alma nacional. Sus cuecas, número
obligado de las ramadas en las Fiestas Patrias, son ya un clásico de la
música chilena, por su humor, su picardía y la chilenidad que brota en
cada compás. Escuchemos y veamos la interpretación de la cueca arriba transcrita en esta grabación en Youtube
No tendremos más la estampa de este par de huasos oriundos del pequeño
pueblo de Longaví que con su voz, sus guitarras y su acordeón iban
repasando en sus letras las más diversas y curiosas costumbres
nacionales, siempre con una mirada positiva, llena de humor y que nos
hacía reconocernos en varias de sus letras.
Casi 70 años perduró arriba de los escenarios este famoso dúo que,
además, paseó la cueca chilena por diversos rincones de nuestra América,
cosechando siempre la simpatía de los públicos que reconocían en la
sencillez de sus temas, la más auténtica muestra de la música campesina
chilena.
Se ha ido, sin lugar a dudas, un grande de nuestro folclor, se fue en
silencio, como lo hacen los grandes, aguantando el dolor de una
enfermedad tan grave como rápida e implacable pero que, sin embargo,
nunca le quitó la sonrisa y "talla" (9) de sus labios.
En 2009, una de las últimas acciones culturales de la ex presidenta
Michelle Bachelet, fue entregar la Orden al Mérito Cultural Gabriela
Mistral a los Hermanos Campos, merecido reconocimiento que fue el último
que recibió en vida el gran Marcial.
Ya no está con nosotros Marcial Campos, se fue como antes lo hicieron
Óscar Olivares y Luis Castillo, del dúo Los Perlas, tan querido y
respetado como estos dos hermanos. Sólo queda, de estos cuatro ases de
la cueca chilena, don Eleodoro Campos, que a sus 84 años de vida está
retirado de los escenarios pero que, tal vez, si todavía nos pueda
regalar alguna nueva cueca de su invención o alguna interpretación
memorable junto a las nuevas generaciones de cuequeros que él y su
hermano Marcial ayudaron a formar.
Marcial Campos ha muerto, ¡Viva Marcial!
Notas
(1) En lenguaje coloquial del campo chileno, la terminación verbal ai
equivale al presente de segunda persona singular (andai = andas).
(2) "Caña mala", significa "cuerpo malo", producto de una farra.
(3) En el campo chileno se usa l coloquial "chupai" por "chupar", como sinónimo de beber.
(4) "Bolsero" se le llama a las personas que llegan sin ser invitadas o
que siempre se aprovechan de la comida y bebida de los demás sin aportar
nada.
(5) Que siempre anda pidiendo sin pagar.
(6) Tirar la foca se refiere al mal aliento.
(7) Curar significa embriagar, beber demasiado.
(8) Se llama "bigoteado" a un vino que es la mezcla de todos los restos
de vino que han ido quedando en los vasos.
(9) En Chile se llama "talla" a un chiste improvisado ocurrido en un
contexto específico y que provoca risas por su originalidad y
vinculación con lo dicho o hecho por una tercera persona que es la "víctima" de esta suerte de respuesta graciosa.
prof. Benedicto González Vargas
Publicado originalmente en Ciudad Letralia
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