Ya hemos hablado bastante de Creatividad y de cómo ésta desarrolla
procesos de pensamiento que van generando la innovación creativa.
Detengámonos ahora, brevemente, en dos tipos de pensamiento, dos formas
distintas de abordar una actividad intelectual que, lejos de ser
contrapuestas en la práctica (sí lo son en su definición teórica), son totalmente complementarias en los procesos creativos:
El pensamiento divergente:
Se llama así a un tipo
o forma de pensamiento que busca analizar los problemas desde
distintas perspectivas, no se restringe a miradas únicas, a aquellas
aceptadas tradicionalmente, se abre incluso hacia ideas que pueden
parecer absurdas en un primer momento. El pensamiento divergente actúa
siempre removiendo los supuestos establecidos, desarticulando esquemas
conocidos, flexibilizando posturas rígidas y siempre abriendo caminos
sin límite hacia lo original, por insólito que parezca. Es el tipo de
pensamiento que Edward de Bono ha llamado "Pensamiento Lateral" y que ha desarrollado tan magistralmente en sus libros.
El pensamiento convergente:
Por el carril opuesto hablamos de pensamiento convergente como aquel en
que utilizamos la capacidad de ordenar, discriminar, evaluar y
seleccionar entre las alternativas disponibles. En líneas generales se
emplea para resolver problemas muy bien definidos y acotados donde la
solución es casi única. El pensamiento se mueve en una sola dirección conocida, unívoca y lineal, en un solo plano, como si se tratara de un test de cinco alternativas con una sola respuesta correcta.
Aunque sabemos que casi nunca la vida es así y que a menudo
hay muchas respuestas a los problemas, este tipo de pensamiento nos
permite elegir aquella respuesta que el pensamiento divergente elaboró
en una primera instancia y que de acuerdo a nuestros conocimientos y
experiencias se adapta adecuadamente al problema en cuestión.
En definitiva, mientras el pensamiento divergente crea una múltiple
cantidad de opciones creativas, algunas incluso absurdas, el pensamiento
convergente selecciona una de las tantas alternativas ofrecidas como la
más apta y posibilita su puesta en acción. Ambos tipos de pensamiento
son absolutamente necesarios, no es más bueno uno que el otro y en la resolución creativa de los problemas tienen ambos un impacto y una significación crucial.
prof. Benedicto Andrés González Vargas
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