sábado, 17 de diciembre de 2011

Terror bajo Tierra, de Ana María Güiraldes y Jacqueline Balcells

La existencia de seres intraterrestres es un tema que la literatura de Ciencia Ficción  ha venido trabajando desde hace tiempo, mucho, muchísimo menos, en todo caso, que los relatos mítico-espirituales que nos hablan de ciudades fabulosas como Agartha o Shamballah. Lo novedoso de este relato, entonces, no va por su temática, sino porque está ambientado en Santiago de Chile. Efectivamente, es Santiago, la contaminada y calurosa capital chilena, la puerta al mundo abisal. La otra novedad interesante es que la novela se enfoca hacia un mundo infantil preadolescente.


La historia trata de la construcción de la Torre Central, el edificio más alto de toda Sudamérica.  Los trabajos en la superficie no se detienen a ninguna hora y, sin saberlo, están con ello causando grave daño a la civilización que vive bajo nuestras alcantarillas, unos seres "intraterrestres" que  viven hace siglos bajo tierra, poseen una cultura y unas costumbres muy diferentes a las nuestras: menos tecnológicas, pero más humanas. Y sin embargo, ellos no parecen humanos. Son bajos, muy peludos, con ojos amarillos y hablan un lenguaje de sonidos guturales. Son grandes artistas, pero solo conocen la alfarería y el tejido básico y su alimentación es tan natural como puede serlo comiendo solo raíces e insectos.

Las autoras, Jacqueline Balcells y Ana María Güiraldes, han creado una historia muy interesante, aunque con algunos algunos que podrían haberse mejorado, en beneficio de la verosimilitud. Por ejemplo, si la Torre Central abarca un espacio muy determinado en su construcción, ¿cómo es que daña a todo el mundo intraterrestre? ¿Toda esa cultura y esa cantidad de gente solo vive apiñada bajo lo que sería la gran torre? No parece posible, la novela describe largos pasadizos, cuevas, lagos y cascadas subterráneas que parecen abarcar mucho más que las pocas cuadras de una gran torre. Si es así el impacto hacia abajo, que daña mucho más que lo que está directamente bajo el subsuelo, ¿cómo es que la construcción no daña también en la superficie? ahí hay un tema que, a la luz de la Física, me parece poco verosímil. Otra cosa, la quinta puerta va a dar a la cordillera (lo que comprueba la gran extensión del mundo abisal), pero toda su simbología es marítima, ¿no era más coherente que dicha puerta llevara, en realidad, hacia el mar, a una isla desconocida o deshabitada, por ejemplo?

Son dos pequeños reparos a una novela interesante, entretenida, digna de ser leída e incorporada, incluso, en las lecturas escolares, por cuanto la reflexión respecto de civilización y barbarie, el respeto a las minorías, la ecología, etc., son temas muy relevantes de la novela.

Finalmente, no quiero dejar pasar un guiño de las autoras al genero de la Ciencia Ficción, que abordan con su novela, en la página 82, cuando se relata la captura de Tomás, el protagonista, por parte de los intraterrestres y la reunión en el Consejo,  se lee: "No se encontraba viviendo su vida, sino que asistía a la historia de otros, como metido en una película de ciencia ficción"

Novela apasionante, sin duda, para los jóvenes lectores, con un ritmo en que los acontecimientos no se detienen y las descripciones se circunscriben a lo necesario para explicar los hechos. Tras su lectura, seguramente, costará olvidar la valentía de Tomás y Laura, la sabiduría e inteligencia de App, la humilde amabilidad de Prila y la ternura de la pequeña Tistis. Así como tampoco serán fácilmente olvidables los actos violentos de los obreros y la sanguinaria rebelión de Brot. Toda una entretención, ¡a disfrutarla!

prof. Benedicto Andrés González Vargas

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