Tuve la oportunidad de ver al profesor de Biología y Química don Álvaro Ortega, del Colegio Terra Nova, en La Reina, Santiago de Chile,
preparar con esmero y dedicación una feria científica cuyos únicos
exponentes serían del mismo Colegio. Acostumbrado yo a organizar ferias
tecnológicas competitivas entre distintas instituciones, me pareció, en
un principio, un objetivo demasiado modesto. Sin embargo, la fecha de
realización se fue acercando y con ello me fui percatando de algunas
interesantes bondades de esta modalidad, que deseo compartir con
ustedes, porque verdaderamente me pareció una experiencia pedagógica extraordinaria, altamente significativa y muy interdisciplinaria, por lo demás.
En efecto, lo primero que noté fue un creciente entusiasmo de varios
estudiantes por presentar "algo" en dicha feria. Cuando he tenido la
experiencia de organizar ferias donde participan muchas instituciones,
ese interés se restringe bastante, pues hay un cierto temor de que el
proyecto presentado "no sea seleccionado" para representar al centro
educativo y muchos estudiantes inhiben su posible participación, lo que
aquí no ocurrió.
Un segundo punto
de reflexión, que me parece interesante, es que los proyectos no
buscaban tanto resaltar por su innovación científica, como por la
demostración de que se trataba de contenidos vistos en clases y que
habían sido adecuadamente aprehendidos por los estudiantes, vale decir,
la feria se convirtió en una forma de evidenciar aprendizajes
curriculares definidos como obligatorios por los programas de estudio
chilenos y que acá se mostraron de una manera distinta a como se hace
para una evaluación común.
Como tercera reflexión quiero apuntar el hecho de que los etsudiantes
que participaron en dicha feria (desde pequeños de los primeros niveles
primarios hasta el último curso de enseñanza media), tuvieron que usar
diversas habilidades comunicativas para presentar sus proyectos
(discurso expositivo oral, descripción, definición,
análisis y síntesis, en algunos casos secuenciación e inferencias), lo
que unido a la búsqueda previa de información, al procesamiento de ella y
a la conversión de dicha información en conocimiento, me hacen
reconocer que una feria de este tipo es una potentísima actividad pedagógica, altamente recomendable y fácilmente replicable.
Finalmente, la adecuada presentación de los trabajos, en algunos
casos maquetas, afiches, prototipos a escala, etc., evidencian un
adecuado uso del diseño y la estética, con lo que tenemos que algunos contenidos de las Artes Visuales también fueron parte del trabajo
escolar. Unido ello a un uso práctico de las Matemáticas o a la
contextualización de algunos contenidos recurriendo a la Historia o la
Ecología, por dar solo
dos ejemplos comunes, nos hacen vislumbrar en estas ferias intramurales
una oportunidad educativa verdaderamente interesante y que recomiendo
totalmente.
Y de la apreciación, de que se trataba de un objetivo modesto, ¡nada!
el profesor Álvaro Ortega y sus estudiantes me demostraron que lo
sencillo puede también alcanzar objetivos superiores. Por eso recomiendo
entusiastamente esta experiencia, ¡Ánimo, replíquenla, se van a
sorprender con la creatividad, talento y conocimientos de sus
estudiantes!
prof. Benedicto González Vargas
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