No hace mucho terminé de leer una novela muy clásica de la literatura inglesa del siglo XX y que siempre ha sido muy exitosa en sus versiones cinematográficas, aunque, en realidad, no he visto ninguna de ellas. Se trata de Adiós Mr. Chips, novela que nos cuenta la vida del profesor Arthur Chipping, desde que llegó muy joven a la escuela de Brookfield, en 1870, hasta su muerte, acontecida en plena II Guerra Mundial. La historia, de trama lenta, pero interesante, va retratando a un profesor demasiado serio, muy austero y de poco contacto con sus estudiantes, pero también nos muestra como la llegada del amor que lo alcanzó en su edad madura, lo cambió totalmente.
Novela interesante, especialmente, supongo, para profesores, porque aunque a más de cien años, aproximadamente, de distancia de los hechos narrados, igual es posible para un profesor conectar con las conductas (o faltas de ella) de los estudiantes de todas las edades.
Los críticos literarios han querido ver en esta obra, los últimos estertores de una moral y costumbres victorianas y cada cual pone sobre la mesa qué docentes de la época y qué escuelas pudieran esconderse bajos los nombres ficticios del protagonista y de la institución educativa en que se desempeña. Esfuerzo vano e inútil, a mi juicio, porque lo tenemos por seguro es la personalidad con la que Hamilton dotó a un personaje muy ordinario, muy común y corriente, atrapado en la necesidad de enseñar a estudiantes jóvenes que no siempre suelen querer ser enseñados y los deseos e ideales con que cada maestro, sea cual sea el lugar del mundo en que se desempeña, están en el sustento de su vocación formativa.
Probablemente, esta obra no sea del gusto de los jóvenes actuales, refleja un mundo de costumbres ya extintas, carece de la vertiginosidad y asombro de las novelas juveniles actuales, puede parecer sosa y predecible, lenta y hasta aletargada para los lectores modernos; pero posee un encanto intrínseco que solo puede ser detectado por personas más sensibles que el común. Será de entre ellas de donde Chipps renueve, para los años venideros, el honor de ser inolvidable.
prof. Benedicto González Vargas
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