martes, 2 de febrero de 2021

Soy una cachigu, de Anahí Cifuentes Fajardo

Nací en Canadá, el segundo país más grande del mundo, en donde en invierno siempre nieva. Lo que más me gustaba de Canadá era tener amigos provenientes de todo el mundo, además, comer miel de maple (arce) y deslizarme en trineo con ellos. En mi casa, yo vivía con mi mamá que es chilena, mi papá que es guatemalteco y mi hermana que, igual que yo, nació en Canadá. Los fines de semana comíamos tortillas de maíz guatemaltecas (las cuales preparaba mi papá), con pebre chileno (el cual preparaba mi mamá). Desde pequeña mis padres me enseñaron a hablar español, pero en Quebec, tenía que aprender a hablar francés. Por esta razón, me inscribieron en una escuela de acogida para aprender francés. En ella había niños de diferentes razas y culturas.

Una vez que aprendí bien el idioma, me fui a una escuela francófona. Un día, en la escuela nos dijeron que teníamos que traer cada uno un plato típico y tradicional. Yo sin pensarlo traje tortillas de maíz, pebre y frijoles. Además, mi mamá preparó unas ricas empanadas de pino. Todos los niños trajeron diferentes platos, pero tenían algo en común: todas las recetas eran ricas y únicas tal como los niños que las trajeron.

Llegó el día en que mis padres me contaron que teníamos que irnos a vivir a Chile porque teníamos que cuidar a mi abuelita que estaba enfermita. Me asusté mucho porque no sabía cómo iba a ser mi entorno, mi colegio y mis nuevos compañeros.

Las vacaciones de verano pasaron rápido...y llegó el día de ingresar al colegio. Era muy diferente del que yo había estudiado...y aunque mis compañeros en un principio me miraron como un bicho raro, terminaron siendo gentiles y amistosos. Me enseñaron a jugar al trompo, la pillada y el luche. Pasó el tiempo y fui conociendo nuevas comidas como la sopaipilla, los chilenitos, la churrasca y muchas más. También aprendí algunas tradiciones del pueblo donde vivo.

En el que ahora es mi pueblo vive el señor Gagaga, quien enseña a bailar cueca a todos los niños en forma voluntaria. El señor Gagaga, gentilmente me invitó a sus clases, y ¡desde el primer día que bailé cueca, me encantó! Incluso participé en un campeonato en otro pueblo, donde gané el cuarto lugar regional. Desde ese día me autodenominé cachigu (canadiense, chilena y guatemalteca) y es por esta razón que mi corazón está dividido en tres partes. En todos estos años aprendí que es muy importante tener una nacionalidad e identidad (soy afortunada de tener tres), ya que eso nos identifica y nos hace sentir orgullosos de nuestras culturas, costumbres y tradiciones: y eso es lo que nos hace únicos.

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* Anahí obtuvo el Primer Lugar en el Concurso literario "Mi nacionalidad tiene cuento", organizado en Chile por Naciones unidas, a través de ACNUR y UNICEF

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