(por Juan Antonio Muñoz H.)
Es lo que pide una comisión de historiadores que acaban de presentar los resultados de una investigación acerca de los vínculos que 66 personalidades tuvieron con el régimen nazi.
Las reivindicaciones de la memoria histórica ya han logrado derribar estatuas y poner de cabeza a héroes, conquistadores, militares, políticos, religiosos y artistas. Acusados de ser exterminadores, misóginos, pedófilos o racistas, sus monumentos y los honores que las generaciones posteriores les dedicaron han desaparecido, o bien se encuentran en el banquillo mientras se resuelve su futuro.
La música también lo ha sufrido y ahora estos vientos de cambio llegaron a Austria, donde Salzburgo no solo es el santuario donde se adora a Mozart, sino también a Herbert von Karajan (1908-1989), quien debutó en la Festspielhaus dirigiendo "Salomé", en 1929.
En la ciudad de "la novicia rebelde" se fueron levantando voces para sacar el nombre de Karajan de las calles y también su imagen, inmortalizada en estatuas, efigies y posters. Sucede que una comisión de historiadores acaba de presentar a la alcaldía de la ciudad los resultados de una investigación sobre los vínculos que 66 personalidades tuvieron con el nazismo.
Como ha sido informado, los nombres fueron clasificados en tres grupos, según gravedad y nivel de implicancias. En el primer grupo figuran personalidades con faltas leves, que no se verán afectados; es el caso de muchos que debieron afiliarse a las Juventudes hitlerianas de manera obligatoria. Quienes están en la segunda categoría mantendrían su nombre en las calles, pero será acompañado por un texto explicativo acerca de su relación con el nazismo. Y los incluidos en el tercer grupo arriesgan que su nombre sea eliminado de cualquier exhibición en la vía pública; Karajan figura en este último apartado.
Hasta el momento no hay una decisión tomada, pero el tema está lanzado y la controversia promete ser fuerte.
"Bendecido por Dios"
Karajan -quien estuvo en Chile en junio de 1949- fue considerado el "músico más póderoso del mundo", como lo describió el musicólogo Norman Lebrecht, y fue uno de los mayores éxitos comerciales de la historia de la discografía; elaño de su muerte se estimaba que había vendido más de 200 millones de discos. Indudable talento, unido a tenacidad, ambición, alguna cuota de egolatría, capacidad de autopromoción y pragmatismo lo llevaron a la cima, donde se mantuvo hasta el fin de sus días.
Según aseguran quienes lo denuncian, Karajan fue militante del partido nazi y entusiasta adepto de Hitler, y habría mentido en el proceso de desnazificación de 1947. Según el biógrafo Michael Kater, en The wisted muse. Musicians and their Music in the third Reich, Karajan sobornó a uno de los testigos principales, el judío Otto Schulman, y gracias a eso fue absuelto. "Una opinión que se repite en las biografías de Hausermann, Krober, Bachmann y Rathkolb, como escribe Pedro Beltrán Gamir, presidente de la Asociación Europea de abogados, en la página "Enlace Judío".
El compromiso de Karajan con el régimen se habría iniciado en 1933: a los 25 años se afilió al partido nazi, obteniendo el carné número 1.607.525. En 1938, año en que la Alemania de Hitler anexó Austria (Anchluss), dirigió "Tristán e Isolda" en la Ópera de Berlín, en una función a la que asistió Hitler. Inmediatamente después Karajan firmó contrato con la discográfica Deutsche Grammophon.
Junto a Wilhelm Furtwängler, fue uno de los favoritos de las élites nazis, al punto que Joseph Goebbels lo incluyó en su lista de músicos "bendecidos por Dios". La Gottbegnadeten Liste ara una suerte de inventario de artistas considerados representantes del Tercer Reich, realizada en 1944 por el ministro de propaganda a fin de no movilizarlos militarmente por considerarlos "Patrimonio Nacional". Entre los "24 imprescindibles" se encontraban Richard Strauss, Hans Pfitzner, Wilhelm Furtwängler, Carl Orff y Werner Egk. Karajan aparece en una extensión denominada "Fürerliste", donde también se encuentran Karl Böhm, Eugen Jochum, Hans Knappterbusch y Clemens Kraus.
Uno de los mayores reproches que se le hacen es que haya interpretado con frecuencia en sus conciertos la canción "Horst Wessel" (nombre debido a un activista del nacionalsocialismo, considerado un mártir y autor de la letra), también conocida como "Die Fahne hoch!"(La bandera en alto), himno del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemásn entre 1930 y 1045.
Se cuenta que en junio de 1939, Karajan dirigió "Los maestros cantores de Nüremberg", de Wagner, en la Ópera de Berlín, ante Hitler, en una función de gala para los reyes de Yugoslavia. Al dirigir sin la partirura Karajan se perdió, los cantantes se detuvieron y se produjo un momento de confusióne en el teatro. Enojado, Hitler le habría dicho a Winifred Wagner que, "Herr von Karajan jamás dirigirá en Bayreuth mientras yo viva". Cierto o no, así fue. Después de la guerra a Karajan no le gustaba recordar este incidente que, sin embargo, salvó su carrera en la posguerra y permitió su absolución en 1947.
El segundo matrimonio de Karajan fue con Anita Güterman, hija de un rico industrial textil, con antepasados judíos. Algunos biógrafos dicen que Goebbels intervino para permitir el matrimonio y que este enlace también fue una tabla de salvación para Karajan en el juicio, pues alegó que si boda fue "un acto de resistencia al Reich". También dijo que se había afiliado al partido nazi por obligación para mantener su trabajo en 1934., aunque ocultó su afiliación austriaca de 1933, cuando Austria no era nazi.
Nunca tocó en Israel
Tras su aboslución Karajan reanudó su carrera internacional, pero no consiguió el nombramiento como director de la Filarmónica de Berlín sino hasta 1955. Tardó varios años en poder dirigir en Estados Unidos y cuando lo hizo hubo protestas, además, nunca le fue permitido dar conciertos en Israel, donde incluso se prohibió la emisión radiofónica de sus discos. Dos de los violinistas más destacados del siglo XX. Isaac Stern e Ithzak Perlman, se negaron a tocar con él por su pasado nazo, y su orquesta, la Filarmónica de Berlín, tocó por primera vez en Israel tras su muerte bajo la dirección de Daniel Barenboim.
Los defensores de Karajan esgrimen que se unió a los nazis solo para seguir avanzando en su carrera, pero sus críticos alegan que otros grandes directores, como Bruno Walter y Arturo Toscanini, escaparon de Europa en aquella época y optaron por afianzar su carrera desde Norteamérica.
publicado originalmente en El Merurio, 18 de junio de 2021.
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