viernes, 8 de diciembre de 2023

La antropología de Víktor Frankl, por Wenceslao Vial Mena

 

por Fernando Lolas Stepke

De todas las especialidades médicas, es la psiquiatría la que más interpela al mundo extramédico. Dentro de la psiquiatría , sin duda la psicoterapia -la curación en y a través de la palabra- roza más frecuentemente  el horizonte de las convicciones religiosas e ideológicas. Y de entre las formas de psicoterapia conocidas que son numerosas, la logoterapia de Víktor Frankl es una de las que con mayor claridad afirman la indisolubilidad del vínculo entre espiritualidad y salud.

Viktor Frankl nació y murió en Viena. Su vida, que transcurrió entre 1905 y 1997, coincidió con las dos guerras europeas, con el desarrollo de las más potentes y destructivas ideologías olíticas del siglo XX -el marxismo y el nazismo- y con una substantiva reformulación de la medicina, a la que su obra puede decirse que contribuyó en más de algún sentido. Tanto el padre como la madre de Frankl perecieron en el exterminio judío y él mismo sobrevivió al campo de concentración. Estuvo en varios y fue liberado de Auschwitz en 1945.

Las particulares experiencias vitales de Viktor Frankl son esenciales para comprender sus escritos y su enseñanza. Tal vez su principal aportación consista en haber destacado de modo radical que la búsqueda del sentido en la vida es lo más fundamental del proceso terapéutico. De allí se infiere que no es el sufrimiento e sí lo que debiera evitarse -quimérico intento, por lo demás-  sino la ausencia de sentido, porque éste permite a las personas sobrellevar hasta las circunstancias más penosas. La logoterapia, nombre con que Frankl bautizó su orientación psicoterapéutico, es un permanente llamado a la responsabilidad de enfermos y médicos en relación a la propiaexistencia. El análisis psicológico encuentra en la síntesis existencial un complemento y una expansión. Se puede, y hasta se debe, incorporar las dimensiones espirituales y religiosas al quehacer terapéutico.

Como el sentido de la vida es un tema que resultó algo manido en épocas previas, hoy constituye una suerte de tema tabú para la psiquiatría científica. Casi como la muerte. Pocos expertos debaten en los congresos de psiquiatría sobre esa temática que hoy se llamaría de "corriente principal", impregnada de bioquímica y determinada por la industria farmacéutica, "medica mente, non medicamentis" puede ser un adagio ingenioso, pero pocos acometerían hoy la empresa de desarrollar una carrera científica sólo con ese lema.

El libro de Wenceslao Vial Mena es destacable por varios motivos. Es, en primer término, una razonable exposición  del trasfondo histórico-filosófico de la Europa del siglo XX. También, una interesante argumentación sobre la relevancia de la religión y la ética para el "cuidado médico del alma", expresión que constituye de por sí un manifiesto. No es menos valioso el que se trate de un texto escrito desde la perspectiva cristiana y elabre conceptos de un pensador hebreo. En tral sentido, es poderoso argumento para la confluencia final de muchas formas de creencia en el proyecto humanizador que siempre ha presidido la invención de las religiones. Son interesantes las concordancias como también las discrepancias, cuidadosamente notadas y anotadas.

Este libro demuestra el inevitable horizonte antropológico de toda ciencia humana, y especialmente de la medicina, que si bien no es una ciencia es una práctica social fundada en las ciencias. Enriquecerá al lector con aciertos verbales y formas sobrias de argumentación que sobrepasan lo expositivo y se adentran en la interpretación. Sin duda, Frankl y sus seguidores encontrarían no pocosmotivos de encomio para esta labor.

La cuidada edición debe acreditarse  al esmero con que Editorial Universitaria trabaja contenido y presentación de los textos que publica.

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