viernes, 16 de febrero de 2007

¡Guatón Copión!

En los últimos días han aparecido varios artículos relativos al tema del plagio y en esta tribuna han aparecido dos: El caso de Fernando Ubiergo. y el de la telenovela de Chilevisión. Por otra parte, en su propio blog, José Joaquín Brunner también lo aborda desde la perspectiva del plagio académico. 
Fue a fines de la década de los 70 cuando el comediante chileno Fernando Alarcón popularizó en las pantallas de Televisión Nacional de Chile a su personaje Pepito TV, una suerte de cruza genotelevisiva entre Mario Kreutzberger y Enrique Maluenda y, de seguro, inspiradora de los posteriores Luciano Bello y Charly Badulaque. Lo de Guatón Copión, sin embargo, ha quedado como una expresión conocida que suele oírse cada vez que se habla del nunca bien ponderado plagio o copia, Lo de Ubiergo es evidente y está claro que fue una avivada de los españoles, pero en esto de la música los plagios abundan. Si hasta el propio Paul McCartney no ha logrado nunca explicar satisfactoriamente las coincidencias entre su famosísimo yesterday y una canzonetta italiana de autor desconocido. Michael Jakson también tuvo que explicar por qué sus temas Wana Be Starting Smething y Will you be there se parecen tanto a los temas del desconocido africano Manu Dibango y del famosísimo italiano Albano, respectivamente, aunque, en el caso del ex rey del pop, Jakson tuvo que pagar porque perdió ambos juicios. 

En literatura los plagios han sido abundantes y suelen ser muy sabrosos para quienes gustan de los libros y el cotilleo literario. No hay que ir muy lejos para recordar los notables plagios de dos de nuestros poetas laureados: Pablo Neruda, quien plagió a Rabrindranath Tagore y Raúl Zurita, quien no tuvo pudores con Bob Dylan. En efecto, en el Poema 16 de sus 20 Poemas de Amor y una Canción desesperada, Neruda escribe: "En mi cielo al crepúsculo eres como una nube y tu color y forma son como yo los quiero, eres mía, eres mía, mujer de labios dulces y viven en tu vida mis infinitos sueños" Tagore, había dicho en su Poema 30: "Tú eres la nube del crepúsculo que flota en el cielo de mis sueños, te dibujo según los anhelos de mi amor, eres mía, mía y habitas en mis sueños infinitos" El caso fue denunciado por su archienemigo Pablo de Rokha y Neruda, para salvar su honor, agregó a partir de la tercera edición de su libro una nota en que reconoce que su poema parafrasea al de Tagore. 

Más recientemente José Christian Páez acusó a Raúl Zurita de haber plagiado en su obra Purgatorio un poema de Bob Dylan, las versiones son las siguientes: Escribió Zurita: "Podría ayudarme -le dije- tengo unos amigos afuera, márchate de aquí -me contestó- antes de que te eche a patadas, vamos -le observé- Ud. sabe que también rechazaron a Jesús. Tú no eres Él -me respondió- ándate o te rompo la crisma. Yo no soy tu padre" y ya había dicho el talentoso Dylan: "Dije: ¿Podrías ayudarme?, tengos unos amigos afuera. El hombre dijo: Sal de acá o te haré pedazos. Dije: Sabes, también rechazaron a Jesús. Él dijo: tú no eres Él, vete antes de que te rompa los huesos. No soy tu papá." Y más recientemente la actual esposa de Zurita, la chilena Paulina Wendt fue acusada de plagiar un cuento del argentino Ricardo Piglia en un trabajo con el que, nada más y nada menos, había obtenido el primer premio en el Concurso de Cuentos de Revista Paula. Después de un análisis acabado, el Jurado la despojó del premio. 

Plagios famosos, en todo caso, hay varios, Nancy Strouffer acusa a Joan Rowling de haberle plagiado su famosísimo Harry Potter, ya que ella había creado un personaje llamado Larry Potter, con muchos amigos magos y había publicado el libro llamado La leyenda de Rah y los muggles. Dan Brown también ha tenido que dar explicaciones por su Código da Vinci, Lewis Perdue asegura que todo ya estaba dicho en su libro El Legado de Da Vinci, publicado en 1983 y en otras novelas suyas. En Argentina, según nos cuenta María Luján Picabea en un artículo publicado por Ñ en agosto de 2006, un tal Jorge Zicolillo ha sido descubierto un par de veces en grandes plagios atribuyéndose textos que no son suyos y que publica en diarios o, a veces, en libros de su supuesta autoría. En todo caso no me imagino una plancha peor que la que sufrió el connotado historiador argentino Felipe Pigna quien recibió un mail que decía: ?Hola, yo soy la autora de algunas páginas de tu libro?, a partir de las siguientes ediciones el estudioso le dio el crédito de los textos a la periodista Amanda Paltrinieri y afirmó, compungido, que todo se debió a una "omisión involuntaria de citación". 

En todo caso, vivimos en tiempos tan modernos que la copia se facilita cada vez más. Podemos copiar y recopiar gracias a la tecnología digital y acá en Chile somos super expertos para copiar y lucrar con las ideas ajenas. Un notable articulo que he leído hace poco sobre este tema es "La insoportable levedad del plagio" del argentino Marcos Mayer (a quien le he copiado, pero poquito, en este texto) quien cita a Alex Mendibyl quien dice: "Vivimos en una cultura que se copia continuamente a sí misma y en cambio prohíbe a los artistas que hagan versiones que otorguen un nuevo significado a los íconos culturales" y concluye con agudeza que la ley busca fallar con armas viejas una realidad que vive conflictos nuevos. Lo que no deja de ser razonable. Sin embargo, es aquí donde podemos trazar la línea divisoria entre otorgar nuevos significados a íconos culturales como lo hace Nicanor Parra con Padre Nuestro . y una copia tan vulgar -y nuca asumida- como la denunciada por José Christian Páez en la década del 90. 

Lo importante aquí es hacer notar, sobre todo, a nuestros jóvenes estudiantes, lo verdaderamente relevante de reconocer el esfuerzo intelectual ajeno. Somos muchos los profesores que recibimos trabajos íntegramente copiados y pegados o bajados del Rincón del Vago con sólo el cambio del nombre del autor, pero lo más grave no es la falta de esfuerzo en sí mismo involucrada en este asunto, sino la falta ética de apropiarse de lo ajeno y hacerlo pasar como propio. Vale decir, atribuirse como propio aquello que en buena ley no se posee. 

Hoy, la tecnología nos da muchas oportunidades, por eso debemos estar más atentos que nunca para enseñar a diferenciar una buena cita, a reconocer una influencia, a valorar una interxtextualidad de la mera y vulgar copia. Habrá que ser, en todo caso, menos punitivos porque en nuestro Chilito, que es, como dice nuestro himno, la "Copia Feliz del Edén", todos llevamos un Guatón Copión dentro...

prof. Benedicto González Vargas 
publicado originalmente el 15 de febrero de 2007 

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