Como me suele ocurrir en estos casos, tendré que ir explicando algunas expresiones típicas que más allá de nuestras fronteras pueden no entenderse, por eso, como siempre, la invitación es a leer las notas a pie de página para que puedan comprender a cabalidad las tonterías que escribo.
En fin, tuvimos por acá por Santiago de Chile durante la última quincena de enero el extraordinario festival Teatro a Mil, que de mil tiene sólo el nombre porque las entradas suelen costar unas cinco veces ese valor en pesos chilenos. En fin, este importante festival reúne lo mejor de la producción escénica nacional del año anterior y se invita a destacadas compañías internacionales, en esta versión y por tercera vez nos llegó desde Francia la exitosa compañía Royal de Luxe, una de las más importantes del teatro callejero galo. La novedad es que en esta ocasión vino con la historia del Rinoceronte Perdido que, asustado de los enormes camiones mineros, se escondió en la capital haciendo destrozos incalculables. La heroína de esta historia es la Pequeña Gigante que logra cazarlo con una trampa y se lo lleva de vuelta a casa.
Esta “pequeña”, que representa a una niñita de unos ocho años, mide siete metros de altura y es una marioneta impresionante. Anduvo tres días deambulando por las calles de la capital, ocasiones en las que bailó, comió helados, se duchó, hizo pipí1 y durmió mucho, muchísimo, se daba largas siestas de tres y cuatro horas en las plazas públicas de la ciudad.
Realmente la pequeña es un espectáculo hermoso, la compañía Royal de Luxe se ha presentado cinco veces en el exterior con estos gigantes y tiene proyectado hacerlo seis veces, la elección de Santiago de Chile, como única capital sudamericana para presentarse es un honor y un orgullo y, la verdad, un acierto, porque más de un millón de personas siguieron esta maravillosa y mágica historia y casi todo el país la siguió por televisión.
Los chilenos quedamos literalmente “peinando la muñeca”,2 es que esta niña de hermosas facciones nos volvió a la niñez o, mejor dicho, nos despertó el niño que llevamos dentro y se adueñó de nuestros corazones, así como de las calles de la capital. Hubo gente que se emocionó hasta las lágrimas con esta tierna marioneta y sé de un señor ingeniero sesentón, calvo y elegante que se enamoró de ella y la persiguió por varias cuadras. Lo único que faltó es que terminara cantando “Mi muñeca me habló, me dijo cosas...”.3
Claro que no se crean que los chilenos somos pura ternura con este espectáculo, el lado B de nuestros connacionales despertó rápidamente y el pícaro sexual que también llevamos dentro se destapó.
Quienes conozcan Chile sabrá que una imagen de artesanía tradicional nuestra es el muy famoso Indio Pícaro,4 pues bien, ya circula en Internet la imagen de lo que sería una nueva marioneta gigante, made in Chile y representativa de nuestra indiosincrasia. Cuando me llegó por correo estuvo mucho rato riéndome porque me imaginé lo impresionantemente potente que podía llegar a ser un indio pícaro de esas dimensiones.
En fin, pasó por Santiago de Chile la magia del teatro y en especial este teatro callejero, infantil, mágico y alucinante que es el Royal de Luxe.
Gracias a quienes lo trajeron y mención especial al director de la obra, Jean Luc Courcoult, una especie de niño risueño de cabellos canos y ropa chillona que con su sencillez y talento nos regaló magia pura por tres días.
Si vas para Chile y preguntas por la Pequeña Gigante, podrás conocer las miles de historias particulares que generó el paso por Santiago de esta muñeca fabulosa.
prof. Benedicto González Vargas
Publicado originalmente en mi columna de revista Letralia en febrero de 2007
Notas
- Orinó. Literalmente, en un par de ocasiones simplemente se agachó y orinó delante del público mojando a sus liliputienses.
- Expresión común que quiere decir “loco, obsesivo, quedar con el disco rayado”. Se popularizó luego de que en un comercial de TV un estudiante luego de un día agotador se acostó “peinando la muñeca”.
- Tema musical infantil relativo a una niña cuya muñeca le habla y le cuenta cahuines, chismes, cotilleos de los vecinos.
- Imagen tallada en madera, la hay de varios tamaños que representa a un indígena el que al ser levantado para observar sus detalles despliega toda su fálica potencia sexual ante los ojos atónitos del espectador. Es común que a los visitantes extranjeros se los lleve a una feria artesanal y les hagan coger al pícaro indígena que, de seguro, los va a impresionar. Se cuenta que cuando el Presidente Clinton vino a Chile y fue víctima de la bromita, le gustó tanto que compró varios para repartirlos entre sus familiares y gabinete.
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