jueves, 23 de mayo de 2019

Celulares en el aula


En cada colegio donde voy y a cada colega que le pregunto, entre los problemas más comunes que debemos enfrentar los docentes en el aula, se encuentran los celulares que, en las manos de los estudiantes, se convierten en la mayor distracción y principal oponente que tenemos los profesores en una clase. 

Hace poco más de un año, la muy europea y liberal República Francesa  los excluyó por ley. Así de tajante y contundente fue su solución. No sé si habrá resultado o no tan drástica medida.  

¿Y qué hacemos en Chile? Poco y nada desde el ámbito oficial, las escuelas y docentes lidian con el problema de acuerdo casi a sus propias intuiciones. No debemos olvidar, en todo caso, que nuestro país lidera el uso de teléfonos inteligentes en Latinoamérica. Pisa 2015 reveló que un 32 % de los estudiantes chilenos utiliza Internet por más de seis horas al día, muchísimo más que el resto de los países de nuestro continente y entre los más altos a nivel occidental.

Por otra parte, no debemos tampoco dejar de considerar que las unidades educativas, llámese colegios, escuelas, liceos o institutos, son un lugar para que nuestros niños y jóvenes puedan socializar y de acuerdo a la experiencia actual, parece que estos “aparatos inteligentes” no nos ayudan mucho. Si no fuera un tremendo despropósito y exageración decirlo, pareciera ser que “mientras más inteligente el celular, menos parece serlo su portador”.

Sin embargo,  no cerremos los ojos, esta realidad ha venido para quedarse. Las nuevas generaciones de estudiantes  viven en un mundo hiperconectado y digitalizado, con respuestas casi instantáneas, donde los aparatos digitales (celulares inteligentes, tabletas y videojuegos) se encuentran muy accesibles y, cómo negarlo, son útiles y entretenidos. Para un joven adolescente, más útil y entretenido que una clase tradicional.

¿Tiene sentido, entonces, luchar contra eso? Intuyo que no es la mejor respuesta. Cada cosa o acción que prohibimos adquiere inmediatamente en nuestra mente (más en la de los jóvenes y niños en formación), la calidad de un deseo irrefrenable. Nunca prohibir sin sólidos argumentos es una buena medida, y el argumento de que distraen la clase, mal que nos pese, no es un buen argumento. ¿Cuánto duraríamos frente a un curso si los estudiantes tuviesen, por ejemplo, un hipotético control remoto y pudieran cambiar de clase , profesor y asignatura con esa velocidad? Por eso creo necesario pensar que sí  hay asignaturas donde un celular puede ser una gran herramienta, y hay otras, claro, a las que su uso no aporta en nada. De ahí la importancia del criterio del profesor y del equipo directivo de los colegios.

Aún hay otro factor que no podemos pasar por alto: el rol de los padres, ya que es fundamental a la hora de enseñar hábitos de uso en sus hijos, sin contar, evidentemente, que siempre debieran  enseñar con el ejemplo. Si los niños nos ven todo el día conectados a estos aparatos, incluidas las horas de comida, de trabajo y de descanso,  no esperemos que ellos hagan algo distinto. ¡Cuántas veces he visto a padres y madres con buena intención, pero malas prácticas, entregar a sus hijos el celular para que “se entretengan y no molesten”. ¡Han convertido al celular en la niñera de los niños! ¿Qué puede hacer n docente con estudiantes así criados y acostumbrados?

Es esta una  realidad que nos plantea  desafíos que nosotros no tuvimos en nuestra experiencia escolar y por eso muchos padres y docentes no saben cómo lidiar con ella. Incorporar estos aparatos a la vida cotidiana, incluso al aula, exige transmitir a los estudiantes que estos dispositivos son algo más que juguetes, también son herramientas de información y es allí donde los profesores podemos encontrarles valor y uso pedagógico, pero nuestra clase no será la misma de antes, nuestra planificación deberá ser distinta y nuestra mirada desconfiada del celular en manos del estudiante, debe cambiar.  Hay oportunidades pedagógicas y de aprendizaje en los aparatos inteligentes, pero requieren una nueva forma de enseñar y, sobre todo, entender que hay una nueva forma de aprender.

prof. Benedicto González Vargas

GRACIAS POR PINCHAR LA PUBLICIDAD EN ESTE BLOG

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Estimado visitante, gracias por detenerte a leer y comentar, en cuanto pueda leeré tu comentario y te responderé.