Fin a las calificaciones cuantitativas en primer ciclo básico

Aunque ha quedado de lado por la contingencia social que estamos atravesando como país, en el último número de la Revista Ventanal (N° 184, noviembre-diciembre 2019), se nos recuerda que sigue su trámite legislativo el proyecto de ley que elimina las calificaciones con escala de notas en el primer ciclo básico, esto es de 1° a 4° básico.

La eliminación de las escalas de notas no significa falta de evaluación, sino que un cambio desde la evaluación cuantitativa que existe hoy, a una de carácter cualitativo que, según los autores del proyecto, "no estrese a los estudiantes ni fomente la competencia". La misma revista se pregunta si dicho cambio ¿no esconderá a los ojos de los padres lo que verdaderamente está aprendiendo o no el estudiante y sin que nadie se responsabilice de ello? y prosigue con otro cuestionamiento: ¿Acaso la competencia no es un motor de desarrollo?

En lo personal, tengo dos respuestas para dichas interrogantes. Para la primera, opino que sí, que una evaluación sin calificaciones  esconde el real nivel de aprendizaje alcanzado por el estudiante y que, será poco probable que los padres comprendan cabalmente lo que se les dice solo a partir de conceptos, los que de suyo no son promediables sin faltar a la verdad. 

En la segunda pregunta mi respuesta es negativa. No creo que la competencia sea un factor que promueva el desarrollo, eso es propio de los deportes (que sabemos es una versión civilizada del combate o de la guerra, a juzgar por su vocabulario: defernsa, ataque, vanguardia, retaguardia, adversario, etc.). La competencia es la que provoca el estrés, la frustración, o, incluso, la indolencia sin quien no puede ir al mismo ritmo que el resto decide abandonar el intento. Enfocar la educación como una competencia es, definitivamente, perder el foco.

Dicho lo anterior, a mi me surgen más preguntas: ¿No es peor mantener a un estudiante con un sistema durante la mitad de su formación básica, probablemente la más importante para formar hábitos de estudio y luego, a mitad de camino, cambiarle dicho sistema y provocarle con ello un estrés mayor? Lo digo porque es evidente que las calificaciones se van haciendo más exigentes de manera gradual, cualquiera que haga clases sabe que los promedios de curso son altísimos en primero y segundo básico y van bajando en tercero y cuarto, lo que revela una adecuada gradualidad de la exigencia. 

Mi segunda inquietud dice relación con el necesario mensaje que durante cuatro años se entregará al estudiante relativo a sus propias evaluaciones, al esfuerzo puesto en lograrlas y mantenerlas, y todo ello cambia cuando se pasa a un sistema cuantitativo, por lo tanto, al hacer evaluaciones exclusivamente cualitativas ¿no estando debilitando el esfuerzo que un estudiante hace para obtener buenas calificaciones y mantenerlas?

Y mi tercera inquietud es ¿tenemos verdaderamente profesores bien formados en evaluaciones exclusivamente cualitativas si es sabido que las facultades de educación le dan escasa importancia en la formación de profesores? Siempre la evaluación cualitativa que se enseña y aplica es complementaria de la evaluación cuantitativa y en ese sentido se hace y generalmente se hace bien, pero ponerla como evaluación exclusiva, ya no complementaria, sino que principal y única es un paradigma que ni siquiera los promotores del proyecto podrían ejemplificar bien.

A propósito, la mente brillante tras el proyecto es el senador Jaime Quintana, el mismo que promovió y consiguió aprobar la ley que elimina las tareas escolares, dañando gravemente la formación de hábitos de estudio en los hogares. Otra medida populista del senador de marras, basada en un proyecto del Liceo Manuel de Salas que solo se aplica en primero básico durante más de dos años y que aún no muestra cómo se produce el cambio al pasar a quinto básico y que tampoco tiene aplicación en otras realidades educacionales.

prof. Benedicto González Vargas

GRACIAS POR PINCHAR LA PUBLICIDAD EN ESTE BLOG