martes, 12 de noviembre de 2019

Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre



He terminado la lectura de Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre, novela que es considerada hasta el día de hoy como la obra narrativa fundamental de la literatura boliviana. Publicada por primera vez en 1885, es una novela histórica que relata en primera persona la azarosa niñez de un bravo soldado de la Independencia: Juan de la Rosa, cuyo nombre real, según el relato fue Juan Altamirano Calatayud, un coronel de ejército cochabambino que inició como soldado raso  y que inspiró la novela.

Pero que nadie se confunda, se trata de una novela, ficción literaria que tras un sólido ambiente contextual, cultural, histórico, toponímico y topográfico, nos permite abrir una ventana hacia ese periodo tan extraordinario en la historia de América como fueron las guerras de la independencia.

En la obra, el amor por la Tierra y la admiración por los hombres y especialmente mujeres que lograron su independencia es clara y categórica, no admite interpretaciones, los patriotas son los buenos y los realistas los malos y no se trata de una gratuita visión maniquea de la historia, esa mirada es fundamental para transmitirnos los sentimientos y emociones propias y legítimas que embargaban a las personas que vivieron esa época y cuyo objetivo increíble, insólito, tal vez desproporcionado en su momento, era alcanzar la independencia plena de España del territorio que los españoles habían llamado Alto Perú. Visión romántica, sin duda, plena de admiración por la libertad y los sentimientos humanos, tan propia de la literatura del siglo XIX.

En la novela se nos transmiten los acontecimientos más relevantes del año 1812 en el recuerdo del protagonista, lo que sirve como vehículo extraordinario para transmitirnos cómo era la vida cotidiana en la Bolivia de esa época, como fue germinando, desde fracasadas intentonas, un sentimiento de amor inconmensurable hacia la Patria dominada por el extranjero, sentimiento que se estaba arraigando en todo nuestro continente de manera espontánea y simultánea, que los líderes de la Independencia americana supieron conducir.

La novela transcurre entre la dignamente pobre niñez del protagonista, cuando nada sabe ni siquiera de su propia historia, hasta su rol de testigo activo en las luchas contra los españoles, lo que coincide con el conocimiento que el niño va adquiriendo de su propia biografía, pasando por momentos memorablemente bien transmitidos como la muerte de Rosita, su bella y misteriosa madre, la amistad y la ayuda de Fray Justo -verdadero portador de las ideas libertarias en la obra-, la sencilla valentía del tío de Juan y de Alejo, el contenido rechazo hacia el protagonista de la noble Señora; pero también la represión que ejercieron los españoles como reacción a las ideas libertarias, los primeros alzamientos libertarios en Cochabamba, la influencia de la Iglesia Católica, en cuyo seno se contradecían las miradas realistas e independentistas, la reseña del carácter de los primeros líderes militares del proceso.

Párrafo aparte quiero mencionar uno de los capítulos que más me impresionó, por su profundo dramatismo y por el orgullo y admiración que el narrador manifiesta. Me refiero al episodio de las Heroínas de la Coronilla, el sacrificio heroico de las mujeres de Cochabamba que, armadas de su sola valentía inconmensurable, enfrentaron al poderoso general Goyeneche que comandaba las tropas realistas.

Es, sin lugar a dudas, una novela con una lado humano imposible de eludir, pero también una potente pincelada del esfuerzo realizado por los libertadores, especialmente por aquellos soldados sencillos, gente de pueblo que abandonaron sus labores para unirse a la causa libertaria. Muchos analistas sostienen que esta forma de relatar los hechos provocó y provoca un poderoso vínculo entre autor y lectores, que al ir entremezclando estos ámbitos público y privado en la novela, genera una  idea y un sentimiento de identidad nacional que trasciende lo literario para transformarse en un elemento que genera de forma espontánea una manera de ser, un testimonio potente de una cultura compartida por todos los bolivianos, un sentimiento que les hace verse únicos y distintos y que han catapultado a esta novela ya centenaria al primerísimo primer lugar en la valoración y el afecto de la literatura boliviana.

Novela hermosa, profunda, imposible de leer con la velocidad que previamente supone un relato donde los hechos bélicos sostienen la trama, pues las ideas, los pensamientos personales, las reflexiones sociales, son también relevantes y, en mi opinión, enriquecen enormemente la obra. Juan de la Rosa se lee con interés, entusiasmo, admiración y mesura y tras la última página nos deja la sensación de haber conocido desde niño a un hombre y a un amigo cabal.

Permítanme al final de esta apretada reflexión unas palabras para disentir de un académico investigador boliviano, Gustavo García, quien ha puesto en duda la autoría de Nataniel Aguirre sin dar argumentos sólidos y olvidando las mínimas normas de investigación literaria. Su tesis que señala que la obra es una biografía auténtica del coronel de la Rosa y Aguirre solo habría sido el editor y corrector, ignora el talentoso estilo literario del autor, tan lejos de la prosa pragmática de un relato militar; el manejo equilibrado de tiempos y reflexiones; la talentosa contención de información para ir revelando quién era verdaderamente Juanito que, desde niño desconocía su propia historia. Solo dos preguntas que seguramente el académico de marras no ha podido responder: Si un talento literario como el que muestra la novela le pertenecía al mentado coronel, ¿por qué no escribió más obras? Y una segunda ¿Olvidó acaso el señor García que Nataniel Aguirre usó el pseudónimo “Juan de la Rosa” más de una vez?

En fin, obra digna y necesaria de leer, pieza fundamental de la literatura romántica americana y testimonio literario insoslayable de las luchas independentistas. Sé que fuera de Bolivia es difícil de encontrar, pero vale la pena y, si no lo consiguen, dejo acá un enlace de su versión digital en la extraordinaria edición de Alba Paz Soldán

Prof. Benedicto González Vargas

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2 comentarios:

  1. Gracias por comentar un libro importante de nuestra cultura boliviana. Saludos de Juan Barros, desde Bolivia

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  2. Gracias, Juan, por tu amable saludo. A mí me gustó mucho esta novela y espero poder seguir leyendo y comentando literatura de tu país

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