jueves, 22 de febrero de 2024

Fuego blanco, de Héctor Germán Oesterheld (R. Sturgiss)

 

Hace poco terminé de leer esta novela, única que poseo del escritor argentino Héctor Germán Oesterheld, que firmó como R. Sturgiss, uno de sus varios pseudónimos. No me detendré mucho en comentar la vida de este notable guinista y narrador argentino, porque para hacer justicia a su trágico paso por este mundo, se requeriría una o dos publicaciones completas dedicadas sólo a ello y este artículo está enfocado en comentar su novela.

Baste señalar que Oesterheld nació en Buenos Aires en 1919 y a los 58 años fue secuestrado por la dictadura militar argentina, corría 1977. Su fecha de muerte se data en 1978, en la ciudad de Mar del Plata. Fue un destacado guionista de historietas y escritor de relatos de ciencia ficción. Trabajó en varias revistas y editoriales y logró crear la suya propia: Editorial Frontera, que sólo duró cinco años y debió cerrar por razones económicas.

Oesterheld creó varios personajes de aventuras destacando entre ellos a El Eternauta, Emile Pyle y Bull Rocket, protagonista de la novela en comento.

Rocket, personaje de gran conocimiento en el ámbito de la tecnología, la ciencia, la política y el espionaje, era un agente del FBI a quien a menudo se le enviaba a misiones fuera de los Estados Unidos y para asistirlo reclutaba a amigos suyos, entre ellos a un experto mecánico, Pic, y un periodista deportivo no muy avezado en estas lides, pero leal y valiente: Bob. Precisamente ellos son los tres personajes principales de esta novela.

Ocurre que en el norte de África, donde algunas tribus de beduinos han establecido reinos, dos de ellos: La Masha y la Kuala han tenido siempre conflictos, pero la Kuala ha prevalecido. Sin embargo, en el último tiempo, el poder de la Masha ha sido enorme y ha logrado derrotar a sus adversarios, quitarles territorio y acabar con la mayoría de los guerreros. El viejo emir Sullah se ha refugiado en su palacio hasta encontrar la oportunidad de enfrentar a sus adversarios ahora infinitamente poderosos.

Hasta allí llega Rocket con sus amigos, para solicitar permiso para ingresar a los Montes Hureda, donde inexplicablemente, la cumbre se ha cubierto de nieve. El emir niega el permiso por dos razones: Una que no revela, pero que pronto se sabrá que es por el riesgo de muerte (sus ejércitos fueron aniquilados allí sin que aparentemente nadie los atacase, pisaron la arena y murieron) y la otra, es  porque el territorio que antes le pertenecía, ahora es administrado por la Masha. Rocket le notifica que irá igual y el viejo emir se dispone a acompañarlo, a riesgo de ver desaparecer a su escasa guardia y a él mismo en las arenas malditas.

Luego de penetrar en el territorio, gracias a la astucia de Rocket, éste se impone de cuál es la verdadera razón de las cumbres nevadas, las arenas envenenadas y las intenciones del sheik niño, el joven líder masha quien se encuentra desquiciado, pero posee dos cosas que lo hacen invencible: su gran conocimiento científico y un hallazgo en sus tierras vinculado a minas de oro y radiactividad. El sheik niño ha contratado mercenarios europeos para alcanzar su propósito de dominar el mundo.

La novela transcurre en tiempo lineal, así que nos vamos enterando de todas las implicancias del problema junto con el protagonista Bull Rocket. Pic, el mecánico y Bob, el periodista, van complementándose con Bull, aunque no siempre entienden lo que éste pretende hacer.

Luego de muchas dificultades, riesgos, peligros inimaginables y alguna cuota discreta de enamoramiento (el texto no avanza mucho en ese sentido), Bull logra reestablecer el orden y cumplir su misión. La historia, que ha sido narrada por Bob -el nos va contando los hechos- es entretenida e ingeniosa, evidentemente, no hay que pedirle demasiado talento literario ni profundidad de ideas porque, al igual que las novelas de a duro de Bruguera (de las que ésta es fiel seguidora), solo buscaban entretener y ¡vaya que lo consiguen!

Es difícil en Chile conseguir textos de Oesterheld, encontrarme con uno de ellos en una librería de viejo, fue toda una sorpresa, lo compré barato y con la duda si era o no una de las novelas de este otrora muy famoso escritor argentino, pues no recordaba bien si él era o no R. Sturgiss. Al comprobar después que sí era una novela de Germán Oesterheld mi deseo de leerla fue mayor.

En definitiva, obra difçil de encontrar, pero entretenida para pasar un buen rato de aventuras. En internet hay algunas obras de Héctor Germán Oesterheld, furnamentalmente cómic (El Eternauta y El Che Guevara), un par de cuentos y no mucho más. También pueden encontrarse varios relatos sobre su vida, tan trágica en lo personal, humano y político, como productiva en lo cultural y literario.

prof. Benedicto González Vargas

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