lunes, 18 de enero de 2010

La pelota del partido

 

(por Diego Erlan)

Como José Pablo Feinmann, Juan Terranova es arquero. Incluso es uno de los buenos. Los lunes a la noche en las canchas de fútbol cinco de Atlanta, el escritor se pone los guantes, se tira en el suelo lleno de arena y demuestra cierta plasticidad inesperada. De vez en cuando le meten goles bobos pero, convengamos, podría decirse que es un buen arquero. Sólo tiene un defecto y es "La jugada Terranova". Un clásico. En determinadas ocasiones, cuando agarra la pelota quiere salir jugando y entonces la tira para adelante y empieza a correr como desaforado tras ella. Pero Terranova es arquero y siempre la pierde porque la soltó o, más bien, la tiró a la marchanta. O porque le ganan en velocidad o porque siempre hace la misma jugada y el equipo contrario ya lo sabe. De algún modo quiere sacar a su equipo del fondo, quiere salir a buscar el partido. Y está bien, pero en esa jugada se olvida de la pelota. Algo parecido le pasa con la literatura. La deja olvidada en manos del marketing. Es cierto que en esta época de intimidad espectáculo las novelas son el combo que acompaña la cajita de un autor que se vende en los estantes de la literatura universal con el sticker fluorescente que dice "y de regalo, un libro". 

Michel Houllebecq lo sabe, Frederic Beigbeder también. Terranova fue casi el protagonista de la crónica que hace unos días publicó otro escritor argentino, Patricio Pron, en la revista peruana Etiqueta Negra sobre los escritores argentinos de gira por España presentando La vieja guuardia edición española. El texto abrió las puertas del conventillo y resultó casi un lugar común: todos saben que ciertos escritores precarizados están obsesionados por el marketing, las cifras de adelantos, los porcentajes que se lleva un buen agente. Están obsesionados por sobrevivir con las migas que les deja la literatura. Y para eso el mercado europeo es fundamental. Por esa razón Terranova quiere ser la contracara de Martin Kohan (lo dijo en una mesa redonda). Por otra vía quiere llegar al mismo lugar al que accedió Kohan a través de su literatura y del premio Herralde. Terranova quiere construirse el aura de "escritor maldito", del escritor polémico porque "funciona en la tele, abuela". Pero en realidad juega al ring-raje. Terranova se olvida de la literatura, que es la pelota con que se juega el partido.

publicado originalmente en Revista Ñ N° 209, abril de 2009.

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