jueves, 16 de diciembre de 2010

La creatividad y la escuela del siglo XXI

Hoy se reconoce universalmente que la creatividad es una capacidad que puede estimularse y desarrollarse en algún grado en todas las personas. Este hecho hace que para la educación revista un desafío de primera magnitud poder desarrollar las capacidades creativias de los estudiantes, pero para ello hay que cambiar algunas prácticas tradicionales, anquilosadas, demasiado arraigadas en los ambientes escolares. No es exagerado decir que hoy, como nunca antes, la educación es una actividad fundamental para el futuro de las personas y las sociedades. En este mundo cambiante en el que les corresponderá vivir a las actuales y futuras generaciones de estudiantes, es la educación orientada a desarrollar y estimular la creatividad la que responde mejor a las exigencias actuales. 


En efecto, una escuela que sigue enseñando métodos sólo para reproducir lo anterior, no está en el camino correcto si quiere preparar adecuadamente a sus alumnos. En cambio una escuela que prepara a sus estudiantes para reflexionar sobre los cambios, apropiarse de ellos, relacionar la información que poseen con sus percepciones e intereses y actuar en consecuencia modificando las respuestas habituales, es una escuela que verdaderamente prepara para la vida moderna. Se requiere, por lo tanto, un tipo de educación verdaderamente creativa que permita aprendizajes tales que incorporen la creación, la producción de nuevo conocimiento, de nuevos métodos, la identificación de nuevas aplicaciones. Una creatividad que permita un aprendizaje con proyecciones prácticas. 

Podemos ser, incluso, un poco más pesimistas respecto del futuro de la escuela tradicional: debería tender a desaparecer debido a las múltiples posibilidades educativas laterales que proporcionan hoy las tecnologías digitales, las redes sociales y las facilidades comunicativas globales. Dice Ricardo López que no sería extraño asistir en el futuro cercano a "un progresivo perfeccionamiento de mecanismos diferentes a los tradicionales para resolver la demanda por educación". 

Por esta razón es importante que los planificadores educacionales, las autoridades ministeriales que van regulando los currículos académicos y los propios docentes entiendan que los estudiantes deben enfrentarse a problemas en los que resuelvan satisfactoriamente algunas tensiones propias del mundo moderno, donde componentes aparentemente contrarios deben ser armonizados en un trabajo único e integral. Ya he hablado antes de parejas tales como prudencia/riesgo; competencia/colaboratividad; fantasía/lógica; convergencia/divergencia; cognición/emoción; planificación/flexibilidad, etc. Todas estas dicotomías deben ser puestas a prueba guiando a nuestros estudiantes a resolver problemas haciéndose cargo de ellas sin anular los extremos opuestos. ¿Difícil? ¡No, creativo! 

En un mundo etable no se requiere tanta creatividad, sólo se necesita reproducir los esquemas de conocimiento probados a través de las generaciones. Pero sabemos que ya no vivimos en un mundo así. Hoy ya no basta con el capital y la tecnología para tener éxito, requerimos además información y conocimiento, requerimos habilidades para convertir ese conocimiento en algo productivo y necesario. La invitación es, entonces, a dar el gran salto. Y como siempre sostengo, ese salto debe venir desde las propias aulas, no detenernos a esperar que las autoridades lo implementen.  

prof. B. Andrés González Vargas  


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