Conversaba con mis estudiantes de Alfabetización Tecnológica de la Universidad San Sebastián,
respecto de la importancia de la creatividad y de la resistencia que
los cambios generan en las capas más tradicionales de la sociedad.
Reflexionábamos también, en conjunto, respecto de cómo la escuela, como
institución fundamental de las naciones, es per se una de las
más tradicionales y reacias al cambio. Es más, varios de mis estudiantes
creyeron haber escuchado en una de sus cátedras, que uno de los grandes
desafíos de la educación moderna es...¡mantener las estructuras
didácticas actuales y no dejarse seducir por los cambios tecnológicos!
Bueno, de eso se trata una universidad, les dije, de que coexistan
diversas posturas, que se manifieste la universalidad del pensamiento y
que las opiniones se sostengan sobre argumentos que podamos analizar.
Yo, como Uds. comprenderán, no puedo estar de acuerdo con la opinión
señalada más arriba del colega de la otra asignatura, por eso paso a
exponer algunas ideas (no mías, por cierto, encontradas por aquí y por
allá sobre estos temas) y reflexiones sobre la resistencia al cambio.
Todas las personas tenemos la capacidad de ser creativas y lo somos en
cierto grado, pero esa expresión de creatividad suele verse frenada por
los entornos, especialmente laborales (aunque no exclusivamente). Aún
recuerdo una vez que en el colegio donde trabajaba hice una innovación
metodológica, incorporando tecnología en el aula, hace unos siete años, y
una colega me dijo: "No sigas con eso, porque nos van a obligar a hacerlo a todos". Ante
ello, solo cabe una sonrisa amable y un mantenerse firme en las
convicciones, pese a las presiones de todo tipo.
Si los bloqueos son permanentes y la creatividad no consigue aflorar de
ningún modo, estaremos ante una situación que puede frenar en forma
total o parcial la creatividad por periodos que pueden llegar a ser muy
extensos. Es lo que siento que hace la escuela con los estudiantes, los
frena en sus expresiones creativas cuando éstas no son del agrado del
docente a cargo.
El año pasado, en mi clase de periodismo digital para octavos básicos,
alumnos se quejaban que debían hacer sus disertaciones sobre estilos
musicales y baile en papelógrafos a mano, teniendo miles de vídeos para
ilustrar su presentación, fácilmente disponibles e incrustables en una
presentación de power point...pero a la colega ¡No le gustan los
computadores! Ante eso, lo único que podemos declarar es que se frena
brutalmente la creatividad de los niños y muchas de las quejas que
recibieron los estudiantes por trabajos poco creativos (y con ello notas
más bajas), son totalmente endosables a las metodologías arcaicas
implementadas en esa clase artística.
Por supuesto que también hay bloqueos personales, tanto en el plano
intelectual como en el afectivo y a veces ambas barreras, las personales
y las institucionales, se mezclan siendo difícil separar unas de otras.
Resulta evidente que toda innovación representa el cuestionamiento de
respuestas consagradas y utilizadas durante mucho tiempo, por eso
siempre habrá reacciones, hay posturas de signo contrario que se van a
sentir amenazadas. Hay que decirlo claramente: La innovación creativa
puede desatar un conflicto donde no lo había, pues pretende precísamente
modificar una actitud, un uso, una costumbre, un método, que por
reiterado resulta cómodo a quienes lo usan, aunque ya no esté a la
altura de las necesidades colectivas.
El prejuicio es una categoría intelectual difícil de romper, tiene
componentes racionales, empíricos y afectivos muy fuertes. Representan
una base de seguridad muy potente frente a la incertidumbre del cambio.
Se basan en generalizaciones mentales sostenidas con argumentos que por
separado son sólidos, pero que se encuentran a menudo invisiblemente mal
relacionados. Es una suerte de autotrampa que genera el intelecto,
aprovechándose de razonamientos válidos que se transforman en respuestas
irracionales. El prejuicio resuelve el problema con anticipación,
teniendo una base de información y experiencia muy sólida, no se
detiene a analizar el problema puntual y ahí está su mayor falla.
Los seres humanos, dice el profesor Ricardo López,
"tendemos a dar un orden a los hechos, que rápidamente se constituye en
la única visión de la realidad. A continuación ese orden se va
autoconfirmando mediante una atención selectiva" y agrega después: "Fijada
la realidad de un cierto modo, se buscan los mecanismos y se movilizan
los recursos para darle estabilidad y perpetuarla. Se autoconfirma
continuamente con una cuidadosa selección e interpretación de los nuevos
hechos".
Por eso es necesario advertir siempre y cada vez que queremos
desarrollar y estimular la creatividad, que ésta nace y se desarrolla en
la tensión y el conflicto y a menudo los seguirá enfrentando una vez
que el proceso creativo haya ya engendrado la respuesta o producto
innovador. Si se triunfa en esa batalla final, lo curioso es que esa
innovación tenderá a hacerse tan aceptada, como tradicional e inamovible
para quienes tuvieron la osadía de implementarla.
Ojalá que en nuestras escuelas y colegios no sigamos desperdiciando la
creatividad de nuestros estudiantes. Ojalá que mis futuros colegas, que
tienen la paciencia de asistir a mis clases, no sigan matando la
creatividad de nuestros niños y jóvenes.
prof. Benedicto González Vargas
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