miércoles, 16 de mayo de 2012

Evaluación en las facultades universitarias

Acabo de leer un interesante estudio de las académicas argentinas Raquel Salim, Margarita Lotti de Santos y Norma Macchioni de Zamora, referido a la importancia de la reflexión académica tras la aplicación y evaluación de exámenes universitarios. El documento en cuestión, publicado en el el último número de la Revista Iberoamericana de Educación, plantea que los procesos evaluativos en la educación superior deben transformar las prácticas docentes, modificar las creencias y las metodologías  para hacerse cargo de la necesidad de que la evaluación permita conocer qué sabe el estudiante y qué hace con esos saberes. El docente universitario debe ser capaz de aprender de esas evaluaciones y llegar a comprender por qué se produjo o no el aprendizaje de sus estudiantes.
 

El texto señala, además, que se requiere una corrección conjunta de estrategias de enseñanza y evaluación, solo así se logrará mejorar sustancialmente la calidad de la enseñanza. La evaluación debe ir más allá de ser un mero mecanismo de valoración y calificación, del que no se extrae más información que el éxito o fracaso de los estudiantes, lo que la convierte en un proceso subutilizado, pese a los grandes aportes que puede entregar a un docente. El texto concluye considerando que la evaluación constituye una ocasión que permite profundizar sobre las causas del fracaso de los estudiantes, tales como errores en la práctica docente cotidiana,  descuidos al momento de elaborar la prueba, yerros al plantear los objetivos de evaluación, entre otros.

Los propósitos y fines de la evaluación,  -señalan las autoras- se relacionan con la posibilidad de aprendizaje y desarrollo a través de la retroalimentación y de la autoevaluación, conceptos que no aparecen con asiduidad en la práctica tradicional de los sistemas de evaluación universitaria. El estudio, además, señala que es evidente que existe cierto grado de relación entre el estilo docente del profesor, los objetivos de aprendizaje que define, el procedimiento de evaluación que propone y las estrategias de aprendizaje que fomenta en los estudiantes. Una correcta planificación de la evaluación facilitará información sobre lo que el profesor considera que un alumno debe saber y debe saber hacer con lo que sabe.

Además, ayudará no sólo a calificar a los alumnos, sino también a detectar las dificultades encontradas en el aprendizaje y las posibles causas de esas dificultades. El artículo termina señalando que  el desafío no es revisar y reconstruir las prácticas evaluativas universitarias, sino ubicarlas en un espacio central en el proceso de enseñar y aprender, de modo tal de contribuir a la mejora de la calidad de la educación superior.

Como puede verse, un artículo muy interesante.

prof. Benedicto González Vargas

2 comentarios:

  1. Anónimo, dice:
    Excelente post!

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  2. prof. Benedicto González Vargas, dice:
    16 mayo 2012

    Gracias por tu amable comentario, Saludos, Benedicto

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