En el último número de la estupenda revista lireraria Ñ, que publica semanalmente el Diario El Clarín de Buenos Aires, hay una interesante entrevista de Alejandra Varela al historiador francés Francois Dosse, quien sostiene la idea que la historia y su análisis deben fundarse más en los acontecimientos, por menores que sean, que en las causas que los generaron. Una entrevista interesante, de lúcidas preguntas y respuestas en que el intelectual francés hace gala de su amplio conocimiento y valoración de los hechos para escribir o explicar la historia. Los invito a leerlo y comentarlo.
La historia es para François Dosse una máquina para capturar
escenas. La rutina amistosa a la que Gilles Deleuze sometía a Félix
Guattari (1) para que el director de la clínica La Borde pudiera por fin
darle materialidad en el papel a su teoría, la furia de Jaques Lacan (2)
cuando descubre que Paul Ricoeur (3) lo ignora en su libro sobre el
psicoanálisis después de asistir a sus clases y confesarle que no
entiende nada de lo que dice, funcionan como el armado político que
establece modos laterales, más exigentes de narrar la historia. Entiende
que se trata de una disciplina que necesita usurpar ciertas
herramientas de la ficción. Por eso la biografía como género y los
conflictos que sus retratados hacen destellar como ideas insospechadas.
Del descubrimiento feroz de que Wittgenstein (4) fue compañero de colegio de
Hitler, de esa amistad que le dejó al lingüista austríaco un eterno
desasosiego, habló el historiador francés en las conferencias que brindó
en su visita a la Argentina para pensar los cincuenta años del
estructuralismo y discutir con una teoría tan francesa, al detenerse en
el drama humano, en el acontecimiento como el motor de la historia.
–La biografía le da un protagonismo fuerte a la conflictividad de los biografiados. ¿Es el género que le permite sintetizar todas las líneas históricas que usted discute en sus libros?
–La
biografía aporta a la visibilidad del pensamiento y la manera en que
fueron creando los conceptos. En el caso de Deleuze y Guattari
funcionaron de manera sumamente singular, fuera de los recorridos
típicos porque, en general, cuando se trabaja de a dos hay como una
complementariedad de las habilidades de cada uno. Se podría pensar que
se iba a complementar la capacidad filosófica de Deleuze y el
conocimiento psicoanalítico y psiquiátrico de Guattari, y no funcionaron
para nada de esa manera. Funcionaron como lo que se llama un
agenciamiento colectivo de las enunciaciones donde hicieron valer los
roces entre ellos. Pusieron en perspectiva conceptos, los trabajaron los
dos, hasta que eso diera chispas. Confrontaron uno y el otro. La manera
en la que inventaron los conceptos no es el reflejo de su época sino
que van a anticipar la época futura y hay una actualidad extraordinaria
de su pensamiento porque los conceptos que destacaron son más válidos
para la sociedad en la que vivimos nosotros que la sociedad de los años
70. Tomo el concepto de rizoma. Son las redes sociales, la informática,
Internet, que funcionan a partir de conexiones aleatorias, que son muy
fuertes y pueden llegar muy lejos y que apuntan a la horizontalidad y no
a la verticalidad jerárquica.
–Le da mucha importancia al
concepto de acontecimiento. ¿El acontecimiento es un conflicto nuevo que
surge de las demandas de la sociedad y que el intelectual se siente
convocado a pensar?
–Yo escribí un libro sobre el renacimiento del acontecimiento llamado El acontecimiento histórico entre Fénix y Esfinge
. En el período estructuralista se decía que el acontecimiento era un
significante porque era la espuma, algo aparente, se valorizaba la larga
duración, había que buscar las permanencias detrás de los cambios.
Desde hace unos años, se revaloriza en la historia la noción de
acontecimiento. Porque hay rupturas, discontinuidades, sorpresas que nos
interrogan y que hay que cuestionarse, que son muy significantes y no
sin significantes. El acontecimiento interroga porque, como dice
Derrida, no lo entendemos. Es algo que sorprende. La tarea de los
historiadores, en primer lugar, pero también de los medios, es intentar
comprender, darle inteligibilidad y, al mismo tiempo, puedo decir con
Michel de Certau que el enigma sobrevive más allá de cualquier
explicación que le demos. En general los historiadores tenían tendencia a
sobrevalorar las causas y decir que este acontecimiento era
ineluctable. Si miramos más cerca nos damos cuenta de que no era tan
ineluctable, que había un campo de posibles. Un ejemplo muy revelador es
que a Ernesto Lavisse, el gran ícono de la historia francesa de finales
del siglo XIX, principios del XX , le preguntaron en 1914 : “Señor,
usted que conoce la historia de Francia de memoria, ¿habrá guerra?”. Y
Lavisse, que como historiador era muy competente para predecir el
pasado, contesta: “Si hay algo que puedo decir con certeza es que no
habrá guerra”. Era 1914, a vísperas de la Primera Guerra Mundial. La
tarea del historiador, en lugar de fatalizar la historia a través de
causalidades mecánicas, es volver a encontrar la indeterminación del
presente en las sociedades pasadas. Ver cómo en el pasado las sociedades
estaban confrontadas a posibilidades que no estaban determinadas.
Cuando surge el acontecimiento tiene efectos pero son complejos y no
siempre perceptibles en el momento.
–Usted considera que
el sentido de la historia surge de la acción humana, en contra de una
concepción teleológica. ¿En el concepto de acción se unen la biografía y
el acontecimiento?
–Las dos cosas están relacionadas hoy.
Tenemos un renacimiento del acontecimiento y el renacimiento de la
biografía. Privilegiar un estudio a partir de singularidades, de
situaciones, y esas acciones las tomamos a escala micro de los
individuos, la singularidad de los acontecimientos. Tiene mucho peso una
corriente italiana que se llama la microhistoria. Creo que Carlo
Ginzburg no estaba lejos del concepto de huella cuando definía la
historia indiciaria. Da varios ejemplos de este paradigma indiciario
como la técnica para detectar las falsificaciones en las obras de arte.
La técnica de Morelli indica que la lectura de la obra se va a ocupar de
indicios marginales. El copista de La Gioconda va a ser muy bueno en la sonrisa, porque tiene que ser perfecta, pero hay momentos de distensión, por ejemplo, en la mano de La Gioconda: ahí se reconoce el arte auténtico del falso.
–Cuando
el intelectual elabora un concepto sobre el acontecimiento está
realizando una intervención en el presente, su trabajo pasa a tener un
efecto performático sobre esa realidad.
–En mi texto sobre Pierre Nora (5), El regreso del acontecimiento,
Nora se cuestiona sobre el acontecimiento moderno. Parte de una
experiencia porque en Mayo de 1968 él vivía en el Bulevar Saint Michel
en el Barrio Latino. Su balcón era el palco para ver las manifestaciones
y, como tiene una gran red de contactos, invita al periodista más
conocido de radio, que pudo pasar sus flashes informativos sobre lo que
veía desde el balcón de Nora. Los medios informaban cada diez minutos
sobre los enfrentamientos. Nora describe lo que ve pero, gracias al
micrófono del locutor, llegaba la información a los campos más lejanos
de Francia, se vivía al ritmo de los enfrentamientos. De allí surge un
análisis sumamente interesante sobre el acontecimiento moderno y el
medio que lo transmite. No para decir que los medios fabrican el
acontecimiento o lo deforman sino que la construcción del acontecimiento
es llevada por el soporte mediático y entonces debe ser pensada en la
manera en que sucede ese acontecimiento, qué se conoce, qué se
transmite. ¿Qué es lo que hace al acontecimiento moderno por excelencia
como es el caso Dreyfus (6)? No es tanto la injusticia de condenar a un
inocente porque inocentes en la historia hay muchos. Lo nuevo es que la
prensa se apodera de este caso y hace el Caso. Hay un acontecimiento
allí que hay que entender con la lógica de la prensa. Hoy en día
Internet es fundamental en la transmisión de un acontecimiento; su
construcción y las consecuencias dependen de la manera en que se
presenta. El análisis forma parte de la sedimentación de sentidos que va
a tomar tal o cual acontecimiento.
Notas:
(1) Se refiere al libro Gilles Deleuze y Félix Guattari, biografía cruzada, que Francois Dosse publicó en el Fondo de Cultura económica en 2010, referida al filósofo francés Deleuze (1925 - 1995) y al psiquiatra, también francés, Guattari (1930 - 1992).
(2) Pisiquiatra y psicoanalista francés (1901-1981).
(3) Filósofo y antropólogo frances (1913 - 2005)
(4) Ludwig Wittgenstein (1889 - 1951), filósofo, lingüista y matemático austriaco.
(5) Historiador francés (1931).
(6) Célebre caso judicial francés que data de 1894 en que el capitán francés Alfred Dreyfuss fue acusado y sentenciado de espionaje a favor de Alemania. Revelaciones e indagaciones posteriores revelaron que el caso estuvo teñido de antisemitismo ya que el inocente capitán tenía ascendencia judía. Fue un gran escándalo en su época y es el ícono mayor de una sentencia judicial sesgada por los prejuicios de los miembros de un tribunal.
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