sábado, 5 de noviembre de 2016

Egon Wolff: La partida de un grande del teatro

Wollf en una reciente imagen de marzo de 2015.
Hace pocos días lamentábamos la muerte de un gran dramaturgo chileno, Juan Radrigán, pero, sin alcanzar a reponernos de esa gran pérdida, la noticia nos golpeó nuevamente: Otro Premio Nacional de Artes de la Representación, Egon Wolff,  había emprendido el misterioso viaje a la Eternidad. En efecto, a los 90 años deja de existir esta verdadera institución del teatro chileno, de cuya pluma  y talento surgieron obras tan  emblemátcas de nuestras tablas como Parejas de trapo (1959), Los invasores (1963), Álamos en la azotea (1981), La balsa de la medusa (1984) y Tras una puerta cerrada (2000). solo por nombrar algunas de las más reconocidas de entre una veintena más que fueron representadas en distintos países y traducidas a varios idiomas. Una docena de publicaciones de distintas editoriales, recogen también su obra dramática.



Wolff, de ascendencia alemana prusiana  y sueca,  se sintió atraído a la letras desde su infancia, lo que generó cierta alarma en su tradicional familia. A los 8 años había empezado a escribir poesía y no paró de hacerlo desde entonces, por esa razón, cuando cumplió 14 años, su padre lo matriculó en  la  Escuela Militar, principal instituto armado chileno, formador de los oficiales de Ejército y con una marcada concepción prusiana de la guerra. La intención, obviamente, era alejarlo de las letras. Sin embargo su salud un poco frágil, ya que problemas al pulmón lo mantuvieron en larga recuperación, lo volvió a acercar a la literatura, pues en aquellos días de reposo y convalecencia, pudo leer vorazmente. De esa época es también su novela El ocaso, escrita a los 16 años.

Sin embargo, tras recuperarse, nuevamente la vida intentó alejarlo de su destino literario, ya que ingresó a estudiar a la Pontificia Universidad Católica de Chile la carrera de Ingeniería Química, de la que se tituló en 1949. Pero el ambiente universitario, lleno de motivaciones culturales y en pleno periodo de los teatros experimentales en las dos universidades más relevantes del país (la Univ. de Chile y la Univ. Católica), lo fueron acercando ahora formalmente al arte . Wolff siempre reconoció que gracias a asistir como espectador a la obra La muerte de un vendedor viajero, de Arthur Miller, tomó la decisión de dedicarse a escribir y especialmente teatro, para siempre. Con el tiempo, Wolff se ha convertido en uno de los principales referentes de la dramaturgia chilena de la llamada Generación del 50

En 1958 se estrenó su primera obra, Mansión de lechuzas, con bastante éxito de crítica y público. Pero empezó a destacar fuertemente en el ambiente teatral chileno cuando en 1959 su pieza Parejas de trapo, se impone como ganadora en el Concurso de Dramaturgia del  Teatro Experimental de la Universidad de Chile y luego, en compañías de ese teatro y de su alma máter, la Univeridad Católica, seguiría estrenando obras con gran éxito hasta el golpe de estado de 1973, cuando empieza un distanciamiento con el teatro chileno que se mantuvo hasta poco antes del regreso a la democracia en 1990. Según varios investigadores y críticos de su trabajo, por esa circunstancia, su obra temprana es más valorada que su obra tardía en el ámbito de los estudios teatrales latinoamericano, estadounidense y europeo. Sin embargo, en todas sus etapas creativas, demostró un talento y una percepción psicológica de la realidad social de la época que explica, en gran parte, la identificación del público con su obra. En palabras del editor del portal Memoria Chilena, de la Biblioteca Nacional de Chile, Wolff logró representar fielmente "la precariedad psíquica de una sociedad que ha privilegiado la prosperidad económica individual por sobre la integración colectiva".

En 1988  incursionó con poco éxito en las telenovelas, produciendo dos guiones: Vivir así y Regreso a Comahue, ambas para el canal de televisión de la Universidad Católica de Chile, pero solo se realizó la primera, ya que el director del canal en la época, rechazó el segundo guión. Con el tiempo, el guión desechado se convirtió en otra de sus piezas teatrales.

Según reputados críticos del arte dramático como Diana Taylor, George Woodyard y Jorge Dubatti, entre otros, la dramaturgia de Wolff se distingue por mostrar un aparente equilibrio social que se rompe con la intrusión de fuerzas ambiguas, positivas y negativas, a partir de personajes populares, precarios en lo económico y cultural, que exigen justicia social o bien esta dualidad acontece a través de pesadillas que simbolizan la sensación de culpa de las capas dominantes. 

Fue en 1979 cuando se integró como docente de Dramaturgia en la Escuela de Teatro de la Universidad Católica, cargo que sirvió por 12 años, hasta 1991. Por tra parte, la Academia Chilena de la Lengua ya le había otorgado un sillón como miembro de número, desde 1983 que, con su fallecimiento, acaba de quedar vacante. 

Su mayor reconocimiento oficial en Chile  ocurrió en 2013, cuando le fue otorgado el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile.  Egon Wolff vivió sus últimos años retirado del ambiente artístico y cultural en su casa de la rural comuna de Calera de Tango, al sur de Santiago,  

Desde estas páginas saludamos con reconocimiento sincero su talento, creatividad y su labor académica en beneficio del arte dramático.
prof. Benedicto González Vargas

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