jueves, 18 de junio de 2020

Ralph Barby: "Me metí en el mundo de la literatura pulp por puta necesidad"

Corría septiembre de 2008 cuando en mi blog comenté la novela Los hijos de Selene, del para mí entonces desconocido autor Ralph Barby; incluso ignoraba por esos días que se trataba del seudónimo tras el cual se ocultaba el escritor español Rafael Barberán. Cuando Ralph respondió mi comentario a su libro, quedé sorprendido y agradecido. Allí iniciamos un contacto digital que, intermitencias más o intermitencias menos, nos ha mantenido conectados desde hace ya veinte años.
Nacido en Barcelona en 1939, Ralph fue parte de la “Escuela de Barcelona”, como él la llama, ya que bajo el alero de la Editorial Bruguera, una veintena de escritores españoles con pseudónimos anglosajones publicaban semanalmente miles de páginas de pequeños y entrañables libros que se conocen genéricamente como “novelas de a duro” y que se enmarcaban en géneros como el terror, la ciencia ficción, el misterio policial y la novela del oeste.
Rafael, apoyado por su esposa Ángels, bajo el seudónimo de Ralph Barby publicaron más de mil novelas y han vendido unos diecisiete millones de ejemplares. Mientras Rafael creaba las historias y aventuras de los personajes, el talento de Ángels ponía la estructura literaria y pulía el estilo para crear una obra que hoy es de culto para muchos.
Actualmente, en medio de la pandemia que aflige al mundo, enclaustrado en su bella casa frente al Mediterráneo, rompimos sus rutinas, nos contactamos vía redes sociales con Ralph y le planteamos esta conversación a la que gentilmente accedió y que quiero compartir con ustedes.
Siendo uno de los grandes referentes de la explosión de la literatura fantástica y de ciencia ficción en España en la segunda mitad del siglo pasado, ¿cuál crees que fue el mejor legado de esa generación de escritores tan recordada?
El gran legado fue crear lectores a distintos niveles. Al finalizar la criminal guerra civil española ya quedaban muchos lectores formados, especialmente los adictos al fascismo y al nacionalcatolicismo. Todos ellos considerarían la publicación pulp, se llamara como se llamara, negativa, pero no perseguida y sí despreciada a todos los niveles. Como la Segunda Guerra Mundial la ganaron los aliados contra el nazismo y el fascismo, se dejó fluir la literatura pulp como subproducto americano, sin intuir cómo iría influyendo esta literatura de bajo precio, fácil adquisición y lectura ágil y directa. Ni los profesores (mayormente curas en los colegios), ni los padres, animaron a los niños a conseguir lo que se dio en nominar “bolsilibros”. Pues sí, el gran legado fue que esta literatura pulp, con su formato minimalista y económico, creó una enorme cantidad de lectores y muchos de éstos, luego, se han transformado en escritores, se quiera reconocer o no.
¿En qué medida influyó, positiva y negativamente, en el desarrollo de esa verdadera cultura popular que fueron las “novelas de a duro”, el contexto político en que les tocó escribir?
Evidentemente la literatura pulp circulaba ya por los Estados Unidos y el Reino Unido muchas décadas antes. Reconocidos grandes autores vendían sus obras por capítulos y semanalmente en formato pulp, pero nos vamos a ceñir al “bolsilibro” que fue imponiéndose lentamente después de la guerra civil española. Estas pequeñas novelas, lo preciso por la extensión que tenían, fueron entrando en el mundo de los niños tras los cómics, cómics que, si en la escuela te pillaban con alguno de ellos, aunque fuera del cruzado Guerrero del Antifaz, te lo destrozaban en las narices y luego venía la bronca. El bolsilibro era pequeño de formato y fácil de esconder en los bolsillos.
¿Qué te aportó en lo personal, como creador literario y como persona, la frecuencia (a veces apuro) con que debían entregar sus novelas terminadas?
No voy a engañar a nadie, me metí en el mundo de la literatura pulp por puta necesidad. Me crucé con una jovencita que me pareció maravillosa, de la que me enamoré y con el tiempo descubrí que, además de guapa, era más maravillosa de lo que había supuesto. Ella le dijo al hombre escéptico y destrozado: “Tú puedes escribir, yo te ayudo, comienza”. Obedecí, sin darme cuenta total del esfuerzo que iba a representar para ella. Debido a las duras circunstancias sufridas, deduzco que tengo un cerebro algo especial. Escribir pulp me proporcionó un modus vivendi, fue muy duro para ambos que habíamos emprendido este oficio de galeotes. Avanzando en el tiempo de escritor, mejoré (me refiero a mí). El continuo trabajo de escritor me aportó una liberación y evolución de ideas, al tiempo que me producía unas jaquecas extraordinarias. Tuve la sensación de que mejoraba mucho como persona, máxime al conversar todos los días con Ángels, ese ha sido un lujo impagable.
Escribíamos al ritmo que nosotros nos imponíamos y no por imposición de la editorial. Es cierto que me exigieron que les llevara más originales, pero les dije que no, que también teníamos que vivir un poco y salir de paseo con el coche aunque fuera al campo. Ganábamos el dinero que más o menos calculábamos por las novelas que entregábamos. No escribíamos para hacernos ricos, que tampoco lo hubiéramos conseguido, escribíamos para sufragar los gastos que precisaba la familia que habíamos constituido.
Dentro de los géneros temáticos en literatura, ¿qué proyección le ves a la literatura fantástica y a la de ciencia ficción con miras a su proyección y permanencia en el siglo XXI?
Quise iniciarme con las temáticas policíacas, como la mayoría de los que comienzan a escribir y han leído Sherlock Holmes. Tuve demasiados tropiezos. La realidad me obligó a comenzar con las novelas del oeste, de las que he publicado muchas. Palabra de profesional que es muy difícil no repetirse en las formas y los argumentos, pero mis esfuerzos mentales creo que consiguieron buenos resultados. Luego llegaron las otras temáticas. En ciencia ficción entendí que los jóvenes lectores escogían los temas más fantásticos, aunque pudieran parecer irreales como Star Wars y otros sucedáneos. En general, en esta temática me impuse más en la space opera, cuidando, eso sí, el sustrato social, ya que tenía más experiencia en la narrativa. Dejé para más adelante la ciencia ficción más pura, así lo he hecho. Después me propusieron las temáticas del terror que yo prefiero llamar “góticas”. En este género me alejé mucho de los demás colegas. La cantidad de paginado era el mismo, pero las tramas nada tenían que ver. Ya he dicho con anterioridad que, para mi bien o para mi mal, tengo una mente algo especial y eso no se consigue con trabajo, lo tienes o no lo tienes.
¿En qué medida la experiencia de vida se va reflejando en este tipo de literatura?
Si quieres hacer bien tu trabajo, no te dediques a observar lo que hacen tus colegas, quiero decir los otros escritores pulp. No se trata de negarlos, los había muy buenos según me contaban y digo contaban porque yo no podía leerlos. Sí disponía de una grandísima audioteca, pero los bolsilibros no estaban allí, aunque sí toda la literatura de los grandes escritores del siglo XX. Escuché muchísimas cintas, muchas horas con los cascos puestos, de noche y de día, y la costumbre de los auriculares se adueñó de mí, pues duermo con ellos encajados en los oídos. Muchas veces no sé si estoy escuchando un programa de radio o estoy soñando; para volverse loco. Al día siguiente colocaba hojas en la máquina y escribía, como dicen los parapsicólogos, de forma automática, de tirón y sin apuntes de ninguna clase para que las tramas encajaran. Las neuronas lo iban soltando y yo sin darme cuenta. Entregaba las hojas a la escritora incansable e inteligente que era y es mi compañera, ella lo revisaba todo, añadía los datos que pudieran faltar, lo transcribía a limpio y quedaba listo para su entrega a la editorial. Quiero decir que mi mente se enriqueció con la sabiduría de los grandes escritores sin que me diera cuenta de ello. Obvio que yo tenía mi propio estilo y, como me han asegurado en algunas ocasiones, no se parece a ningún otro, ahí está lo importante, ser distinto e innovar.
Y a propósito de la experiencia de vida y la contingencia. ¿Es esta pandemia del coronavirus una temática que podría generar un motivo literario más o menos recurrente?
Al escribir ciencia ficción, y si además tienes estudios académicos de Química, puedes prever muchas cosas, no digo profetizar. Dejó aquí una parrafada que escribí para una de mis novelas ci-fi de los años 70:
Tras años de tensa estabilidad, Lai Ho Woong, emperador del imperio Oriental, está decidido a dar un nuevo impulso al conflicto para apoderarse del planeta entero, y para empezar ya ha conseguido deshacerse de todos los negros y mulatos del planeta gracias a un virus que sólo afectó a las razas de pigmentación oscura (tomo nota de no volver a tomar el sol nunca), lo que sitúa el planeta al borde de una guerra total (Supervivencia, Bruguera, 1984).
Ahora escribiría más cosas, más situaciones. En realidad, mi última novela escrita es de ciencia ficción, pero aún no ha sido entregada a ninguna editorial.
Y a propósito de la pandemia, ¿cómo se están cuidando Ángels y tú?
Pues, muy bien, siempre hemos estado encerrados en nuestros despachos, por ello hicimos construir una casa a nuestra medida, llana, mucha luz, orientada hacia esa mar de la cultura que es la Mediterránea. Y un jardín con unos cuantos árboles y césped para que corrieran los pastores alemanes que hemos tenido.
¿Qué significa Ángels en tu vida literaria y cómo ha sido tu experiencia de estar tantos años juntos como matrimonio y compartiendo una actividad literaria permanente?
No nos falta de nada y mucho menos de nuestras charlas y cambios de opinión. Ángels me ha enseñado muchas cosas y el respeto mutuo es exquisito.
Respecto a la narrativa, las ideas, composición y desarrollo de las historias es cosa totalmente mía, pero sin ese trabajo inmenso de corrección ortotipográfica, sin esa profesionalidad que ella tiene, las novelas no hubieran salido adelante. Hay escritores con problemas que consiguen lo que se proponen, pero no pasan de uno a tres libros, la diferencia con lo que yo he publicado es brutal.
Ángels Gimeno, con su propio nombre, ha publicado siete novelas en castellano en Florida, Estados Unidos, y una en idioma catalán, al tiempo que con relatos ha conseguido varios premios literarios. En nada de lo que Ángels ha escrito y publicado he intervenido yo en absoluto. Lo de ser escritora lo lleva ella en la sangre desde la niñez.
He comprobado que tienes muchos (y merecidos) admiradores, ¿cómo te gustaría que te recordaran cuando ya no estés?
Cuando pase el tiempo, desapareceré como persona, pero será difícil que desaparezcan mis novelas, se han editado muchos millones de ejemplares. Son muchos los que me han confesado haberlas encontrado en cajones de escritorio, en armarios, en desvanes y maletas olvidadas. Resulta que, una vez leídas, no se tiran a la basura, se guardan. Es un misterio, pasan años y años, personas que ignoraban su existencia las descubren y comienzan a leerlas, así sigue y seguirá, digo yo que será porque en cada lectura han hallado diversión. Hay que añadir que esta literatura popular ha resurgido gracias a las nuevas tecnologías, no sólo se han editado de nuevo en papel, con mayor tamaño de letra y formato, sino que también se venden en e-book y han sido grabadas en audiolibros por excelentes actores. Bajo la distribución de la escandinava Saga Egmont se comercializan a nivel mundial a través de múltiples plataformas: Amazon, Storytel, Sonolibro, Audioteka, etc. Confiemos que los humanos jamás dejen de sumergirse en el libro que les permite aventurarse en otras vidas a través de la creatividad de su autor, porque eso significaría el final del pensamiento, del humanismo y del sentido crítico, una distopía total.
Si tuvieras que elegir un libro tuyo, como tu mejor obra, ¿cuál elegirías?
Todos eran mis hijos, reza el título de una película. Suele ocurrir, por diversas causas, que el escritor estime más una de sus obras, y luego resulta que los lectores prefieren otras. Yo mismo he dicho en ocasiones que el escritor ha de escribir para sí mismo, pero al final es el lector el que tiene la última palabra y los lectores son mayoría, aunque no se pongan de acuerdo, así es la democracia. Que cada novela siga su camino.
¿Te gustaría dejar una entrevista que sólo pueda ser leída tras tu muerte y en la que puedas ir trabajando y modificando las respuestas en lo (espero que mucho) que te queda de vida?
Es muy peligroso; como no soy amigo de sectas y religiones, no tengo interés alguno de autoflagelarme. Como diría el gran Neruda, “Confieso que he vivido”, y añado: soy humano, con todo lo que ello implica.
Esta entrevista fue publicada por primera vez en Revista Letralia el 2 de mayo de 2020
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