Los hijos de Selene, de Ralph Barby

Nunca he ocultado mi gusto por la Ciencia Ficción, es más, me he atrevido a publicar un pequeño estudio que hice sobre ella, porque me parece un género literario muy interesante, que cumple la doble labor de entretener y entregar un mensaje de alerta respecto de aquellas cosas que como humanidad no estamos haciendo bien. 

En efecto, en mi opinión, la importancia de la Ciencia Ficción en la actualidad no radica en anticipar las cosas que ocurrirán en el futuro (como lo hacía Verne), sino precisamente en lo contrario: en prevenir a través de la creación literaria para que esas cosas no ocurran. Por cierto, a estas alturas, ya me he acostumbrado a que sesudos docentes universitarios y colegas de literatura miren por encima del hombro los libros de ciencia ficción. Suelo fingir que no veo las muecas de desagrado que no se guardan de disimular cuando me ven con alguno de estos (para mí) entrañables libros. 

Dicho lo anterior, hoy voy a comentar una obra que me seduce, aunque ignoro por qué: Los Hijos de Selene, del autor español Rafael Barberán Domínguez quien, en conjunto con su esposa Angels Gimeno, dieron vida a Ralph Barby, pseudónimo anglosajonizado, aunque de pura cepa española. La novela en cuestión apareció publicada en 1973 y tiene una reimpresión en Bruguera en 1984. 

En el futuro lejano, cuando los seres humanos establezcan colonias en la luna y familias enteras vayan a vivir allí, ocurrirá un raro fenómeno que pondrá a las autoridades mundiales (el planeta será un solo país) ante una terrible encrucijada: permitir la degeneración genética o restringir a límites intolerables las libertades y derechos de los seres humanos nacidos en el satélite lunar. ¿Por qué? Porque los humanos nacidos en la luna son anormales. No solo por su llamativa pigmentación albina, signo visible de su procedencia, sino por otra serie de alteraciones cerebrales de sospechosas, aunque ignotas, graves consecuencias, producto de no haberse criado en el ambiente propio de nuestra raza. 

El Monogobierno, el gobierno mundial, por tanto, prohibirá a estos seres viajar entre laTierra y la Luna, tener parejas, engendrar hijos (ni con terrestres puros, ni entre ellos) y habrán de vivir en ghetos estatales donde recibirán casa y comida y lo necesario para cubrir sus necesidades mínimas, pero con todos sus derechos conculcados. Raza maldita condenada a morir en un par de generaciones. Pero la llama de la libertad vive en cada corazón humano y ellos buscarán la manera de obtener la suya: algunos teñirán sus cabellos, pestañas y cejas para parecer normales y vivir en nuestro mundo y otros utilizarán la vía armada. La aparición de un jefe, un líder, un símbolo, un selenita completo, hijo de padre y madre nacidos en la luna, el primer albino 100 % lunar, llamado el Dios Blanco, por sus seguidores, pondrá en jaque al Monogobierno y su política de exterminio. 

Ralph Barby no es un maestro del estilo, ni de la pulcritud literaria. No figurará, ciertamente jamás en la lista de los escritores más vendidos de España y si ha ganado algún premio, habrá de ser de algún fanzine dedicado a la Ciencia Ficción, pero su verbo es poderoso, su lenguaje es potente, crea mundos y desarrolla ideas a partir de hechos sencillos, corrientes, cotidianos, en los que va reproduciendo la variopinta fauna humana con todas sus imperfectas virtudes o sus perfectos pecados, según se quiera ver. La discriminación racial, el prejuicio, el ocultamiento de información, las cortapisas a la ciencia, la desaparición de quienes piensan distinto, los vaivenes de la política, el oportunismo de algunos, la comodidad de otros, la consecuencia de unos pocos, en fin, no sé qué otras tantas condiciones humanas se presentan a lo largo de las noventa y seis páginas de esta breve novela. 

Me gusta y la destaco, la recomiendo incluso. No podrán encontrarla en los escaparates de las librerías de moda, ni encargarla por internet a alguna librería virtual. Será menester esperar el momento en que en algún callejón donde haya una venta de libros usados, aparezca por allí, exigua, desgastada, en papel barato, alguna edición de los libros de bolsillo "Futuro" de Bruguera. Si en el lomo dice Ralph Barby y lleva el número 696, se habrá encontrado con ella y cómprela (yo tengo tres ejemplares que he encontrado por allí y que suelo prestar a mis estudiantes). Léala sin prejuicios, disfrute de su sencilla inventiva, pero penetre en su profundo mensaje de humanidad y tolerancia. 

Finalmente, quiero acotar que me encontré por allí una entrevista al autor que puede ser leída en este enlace del Fanzine Infernaliana. Gracias por leer este artículo que, en lo personal, ha sido un pequeño gusto que he querido darme. 

prof. Benedicto González Vargas