(por Pablo Ferri)
Se están yendo. Se van y no hay nada que hacer: se mueren. En algunas margaritas y sus fantasmas, Paulette Jonguitud narra, entre otras, la muerte de la hermana gemela de Óscar. Un cáncer. Óscar no entiende que su hermana se muera, que se haya muerto. Nace, entonces, un tiempo que se mide en dolor, una experiencia distinta. Se parece al tiempo normal, pero es otro. Hay segundos, minutos, colores y texturas. Y luego, además, hay fantasmas. La carne se diluye y todo adquiere un tono traslúcido, lo vivo,lo muerto, las voces. Hay alas de mosca por todas partes. De eso trata este libro, de antes de morir, de justo cuando te has muerto. De qué haces con eso.
Óscar quiere ser el cáncer que mata a su hermana, el cuerpo destrozado por el cáncer, para estar más cerca. Y entonces manda a hacer prótesis de silicona y se convierte en el hombre elefante, un hombre que es mil tumores. Así se acerca a su hermana.
El personaje de Óscar bebe en parte de la autora. "Me dijeron muy tarde que mi tía estaba enferma. Entonces alcancé a acompañarla un mes hasta el día en que murió", dice Jongitud, de 38 años. "La vi descomponerse, la vi irse, y me tomó casi cuatro años procesar ese momento y solo pude hacerlo así. Solo así pude aprender a ser sin otra persona. Escribo de los fantasmas que son parte de mí. Los fantasmas personales, que te atormentan, como en los sueños: yo en todas mis facetas, atormentándome a mí misma. Quería explorar esa autoflagelación".
En algunas margaritas y sus fantasmas, es la segunda novela de la autora. En Moho (2011), la primera, un callo verdoso se adueña poco a poco del cuerpo de una mujer. Aparece en la ingle y avanza hasta que no hay más mujer que el callo. Es el moho. En una entrevista que dio entonces, Jonguitud, dijo: "Me interesa lo que ocurre en la mente cuando es testigo de la descomposición".
La nueva es parte de la primera tanda de novelas de la editorial Caballo de Troya. En su presentación, el escritor mexicano Elmer Mendoza dijo que la autora tiene buen ojo para las cosas tremendas y para hacer sentir mal a las personas. Lo dijo en el buen sentido.
Está Óscar y está también el hijo único. Jonguitud le dice así y le dice también hermano menor, nunca por su nombre. Y lo hace, quizá, porque el hijo único existe en cuanto a la pérdida.
Existe en cuanto a su hermano muerto, el hermano mayor, y a su propia madre, cuyos recuerdos se van perdiendo, producto del alzhéimer. Se mueren los recuerdos y, con ellos, buena parte del pasado de su hijo menor. Un pasado que mengua. La autora escribe: "Un hijo único sin madre es doble huérfano. solo ella sabe que fue un ni{o y que se rió en un escritorio y que se cagó en una alberca".
-¿Qué le pasa a alguien a quien se le achica el pasado? ¿Qué es un pasado que mengua?
-Pues...Él se convierte en el único testigo de su pasado, él único que sabe que extistió. Es un poco lo que pasa con los mexicanos de mi generación, que nacimos en un país que prácticamente ya no existe, un país que se descompuso, que se disolvió, que no es el mismo que cuando yo era niña. Que cuando éramos chicos tenía sus problemas, pobreza, violencia, pero que no era un lugar que se comía a sus jóvenes.
Antes de perderse del todo, la madre del hijo único que empeña en buscarle una esposa a su hijo muerto. Como los chinos, dice; los chinos casan a sus muertos para que no estén solos. Y entonces la madre teje una muñeca de papel y trapo, una funda. Teje la muñeca y le pide al hermano menor que le busque una muertita, sus huesos para meterlos dentro. Muertitas no van a faltar, dice la madre, "Dios sabe que lo que sobra en este país son cadáveres de muchachas".
Además de un manual de supervivencia, En algunas margaritas y sus fantasmas...es un estudio de violencia machista. Óscar y su hermana trabajaron un proyecto. Buscaban un lugar, el más peligroso, se desnudaban y se fotografiaban. Un acto de rebeldía. Invadir, como dice la autora, para que no invadan. "Este es un libro producto de mi cansancio, también de mi dolor, de que ser mujer sea una cotidiana pelea. De que en México sea tan difícil ser mujer.
Y así va, de Óscar a la madre, del dolor a la pérdida, de la descomposición a la violencia. La novela es un diálogo entre Óscar, la madre y el hermano menor, un diálogo en torno a la pérdida, futura o pasada, pero cercana. Y aparecen, todo el tiempo fantasmas. La autora se mete en su piel, en la del hermano mayor, en la del hombre elefante, incluso en la de Alan Turing, personaje de la novela que el hermano menor nunca escribe. "He querido escribir libros que no duelan, pero todavía no puedo".
Publicado en El País, el 3 de noviembre de 2017.
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