domingo, 2 de enero de 2022

El menor esfuerzo

Al terminar el año escolar hay muchas experiencias nuevas en mi quehacer educativo, la mayoría de gran valor personal y profesional y producto del esfuerzo de mis estudiantes por aprender. Sin embargo, no puedo dejar de lado un elemento menos feliz que, cada año, me esfuerzo en transmitir a mis estudiantes y siempre con mayoritarios buenos resultados pero, a la vez, con algunos resultados que me demuestran que no logré llegar a todos mis estudiantes con este mensaje que, para mí, es muy importante.
Me refiero, en esta ocasión, al copy/paste, tema del que ya he hablado en anteriores oportunidades, pero que está permanentemente al acecho de los trabajos escolares. 

Los riesgos a los que se expone un estudiante que copia y pega párrafos y textos completos sin citar la fuente, sin parafrasear, sin poner la información con sus propias palabras, la mayoría de las veces no son considerados como falta por los padres. No faltan, incluso, quienes celebran la astucia del estudiante que logra burlar al profesor. Sin embargo, hay un costo asociado a este mínimo esfuerzo, a este verdadero robo intelectual que tiene que ver con poner empeño ni esforzarse para lograr las metas propuestas. Por cierto que hay responsabilidad nuestra, de los docentes, al solicitar actividades escolares que pueden ser fácilmente copiadas y debemos hacernos cargo de ello.

Pero, ¿de verdad los padres no se dan cuenta de lo grave que es consentir que los hijos se acostumbren a presentar sus trabajos escolares sin hacer esfuerzos, sin aprender, sin siquiera leer lo que están presentando como propio? Realizar las tareas escolares de esta forma implica un pobre ejercicio de las habilidades intelectuales y de funciones fundamentales como la concentración y la investigación. Se atrofia la capacidad de análisis y síntesis, se lesionan el vocabulario y la redacción y el aprendizaje se estanca. Lo peor, se deja de ejercitar la creatividad y se instala un hábito que será muy difícil de eliminar en el futuro, generando un daño permanente cualquier actividad que el niño, en su vida futura, requiera alcanzar con esfuerzo.

Parece alarmista. Muchos lo pensarán. Pero soy un convencido de que abandonar el esfuerzo por alcanzar las metas, en pos del llamado "mínimo esfuerzo", perjudica la formación de las personas y los limita para alcanzar mayores niveles de desarrollo, haciéndolos presa fácil de la opinión y el manejo de otros.

Si como docentes captamos un plagio, hay que reaccionar de inmediato, con firmeza, pero sin dureza. Con claridad y justicia, pero con respeto. No se debe dejar pasar, no olvidemos que, incluso, se pasan a llevar derechos de propiedad intelectual ajenos y que, es un buen ejercicio siempre, también en los textos escritos, decir la verdad respecto del origen de la información.

(La imagen usada fue obtenida de Global PMI Partners)

prof. Benedicto González Vargas

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