El fusil de Iryna ha dejado de escribir,
disparó en Kiev, sus últimas palabras
las balas de su pluma ya no impactarán
las páginas blancas de un libro;
su último mensaje fue el silencio
por la Paz que se desangra
ante la voz de la metralla.
Iryna ha dejado de escribir,
pero no de combatir,
porque su ejemplo ganará batallas
aún después que su fusil yace caído
junto a su cuerpo inerte,
en cuyo corazón,
henchido de heroísmo y letras,
ya solo palpita el último texto
que no alcanzó a escribir
con esa pluma
que también yace caída
junto a su cuerpo inerte.
(Benedicto González Vargas)
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