He leído en el blog Espíritu Emprendedor, de Juan Carlos Lucas, un interesante artículo relacion ado con los podcasts que Mario Valdivia ha publicado en su notable Atisbando. Especialmente los últimos, donde sostiene que en Chile
nos estamos quedando afuera de las conversaciones que inventan el mundo.
Recomiendo encarecidamente la lectura y audición de estos comentarios porque,
independiente de nuestra nacionalidad, lo que proponen tiene validez, al menos,
en todo el ámbito hispanoparlante, porque es un hecho que las decisiones
políticas y los adelantos científicos no se están comunicando en español.
Pero,
la audición y la lectura de estos textos me ha provocado una reflexión profunda
desde lo profesional. ¿Estamos los educadores enseñando o, mejor dicho,
entregándole herramientas a nuestros estudiantes para sentarse a la mesa de las
conversaciones donde se inventa el mundo? ¿Estamos desarrollando habilidades y
competencias que permitan a nuestros alumnos ser parte de la creatividad e
inventiva que está revolucionando las comunicaciones, la ciencia, la tecnología
y todas las áreas donde el saber humano avanza? o, por el contrario, ¿estamos
formando receptores pasivos que se benefician de los adelantos, pero no no
tienen la posibilidad de pensar el mundo y menos de crearlo según sus propios
amores, como tan bien plantea Leonardo
Maldonado en un texto que ya comentamos antes Mucho me temo que en
Educación la mayoría de las respuestas vayan más por esta última opción y ello,
francamente, es menos que mediocridad.
Siento que sería verdaderamente un
fraude que en nuestra labor docente, en cualquier nivel del sistema escolar en
que nos desempeñemos, no esté presidida por un ánimo sincero de aportar, hasta
el extremo de nuestras posibilidades, por educar jóvenes que, al término de su
formación, miren el futuro incierto no solo con confianza sino que, además, con
ideas que sirvan para aportar a la mejoría de los problemas de este mundo
globalizado, con soluciones innovadoras y creativas (desde sus propios afanes y
capacidades) para superar las anomalías con las que no topamos a diario. Siento
que Valdivia y Lucas nos están dando voces de alerta y que no podemos, por
obligación moral, hacer como que no las escuchamos, porque no podemos dejar
pasar el hecho que cada adulto del mañana habrá de pasar varios años por
nuestras aulas, todos los días y varias horas al día para que les ayudemos a
formar su personalidad. ¿Hay otra profesión que tenga ese raro privilegio? La
verdad es que por solo eso creo que los docentes no podemos automarginarnos de
las conversaciones que reinventan el mundo porque, al hacerlo, estamos privando
a nuestros alumnos de la oportunidad de estar en dichas conversaciones cuando
sean adultos.
prof. Benedicto González Vargas
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