martes, 23 de septiembre de 2008

Dos veces Premio Nacional

Caso único en nuestras letras, Joaquín Edwards Bello alcanzó el Premio Nacional de Literatura en 1943 y el Premio Nacional de Periodismo en 1959. Ipensable para quienes lo conocieron desde joven, cuando aborrecía la escuela por imponerle conocimientos inútiles. Tanto detestaba el liceo, que dejó inconclusos sus estudios: "mi sabiduría consiste en haber estudiado poco" -decía-. 

Hoy, cuando han pasado cuarenta años desde su desaparición, recordamos a este escritor chileno que dejó una huella indeleble en la literatura y el periodismo. 
Edwards Bello nació en Valparaíso el 10 de mayo de 1887 y su apellido, al menos en Chile, nos habla de aristocracia y erudición, de finanzas, periodismo y literatura. Fue, sin embargo, una especie de oveja negra para su familia, ya que las emprendió contra los de su misma clase en muchos de sus escritos. 

Sus novelas ágiles y amenas, a menudo nos parecen reportajes o crónicas noveladas. Su obra En el viejo Almendral, a muchos les ha parecido un libro de memorias. Por otra parte, El Roto desató más de alguna polémica por elevar a categoría de héroe literario a Esmeraldo, ese chiquillo medio salvaje que había pasado toda su vida en el degradado ambiente de un burdel de mala muerte en el barrio Estación Central. 

Otras obras dignas destacar son El Inútil, El Monstruo, Criollos en París, Cuentos de todos colores y, por supuesto, la inolvidable Chica del Crillón, que traspasó el ámbito de lo literario para ser llevada al cine. 

Su labor periodística está compuesta por artículos y crónicas cuyo número se estima en más de diez mil. Fue este su oficio cotidiano, quel que le permitió tomar el pulso de los acontecimientos que día a día ocupaban el interés de la opinión pública. Las páginas de La Nación fueron su tribuna por espacio de medio siglo y aunque los materiales propios de la crónica periodística son en su mayoría pasajeros y perecibles, los artículos de Edwards Bello permanecen frescos y vigentes como s se ocuparan de hechos actuales. 

Un elemento constante en su narrativa es la defensa de los valores nacionales en oposición a las culturas postizas traídas del extranjero. Su crítica social es mordaz e irónica, lo amargaba que se malgastara y perdiera tanto talento en cosas vanas. Otro tópico destacable es su admiración por nuestro baile nacional, la cueca provocaba en él "ideales de hazañas, de grandes negocios, de desplantes varoniles..." 

En realidad nuestro escritor fue un personaje digno de sus propias novelas: rebelde, irónico, atípico, fue capaz de derrochar una fortuna sin que ello le preocupara en lo más mínimo. Pero ni la literatura, ni el periodismo, ni su labor en la Academia Chilna de la Lengua o en el PEN Club, fueron capaces de reencantarlo uando sintió que ya nada lo motivaba... Joaquín Edwards Bello, abandonó este mundo por decisión propia el 19 de febrero de 1968. Su obra aún nos acompaña. 

prof. Benedicto González Vargas 
Artículo publicado originalmente en el periódico El Coirón Cordillerano, de Puente Alto, el 3 de diciembre de 1993. Publicación original puede verse aquí

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