Un texto literario de género narrativo para tener real existencia artística requiere siempre de un lector, que es el factor que completa y cierra el círculo comunicativo. La relación entre autor, obra y lector establece la naturaleza dialógica de la obra literaria y, a la vez, determina su naturaleza eminentemente social. Dialógica porque se establece un diálogo entre el autor y el lector que queda mediatizado por ese ente ficticio que es el narrador y social, porque es el lector el que en cada época, en cada momento de la historia, va determinando los gustos literarios y con ello también contribuye a la evolución de los géneros y los autores. Es el lector quien en forma colectiva sanciona qué obras se elevan a la categoría de clásicos y qué autores alcanzan no solo niveles de ventas importantes sino que, fundamentalmente, niveles de aprecio y valoración por parte de los lectores. Es que la literatura establece una suerte de relación comunicativa entre las personas (lectores) y la sociedad (imitada en las obras) y eso acontece gracias al vínculo estrecho que se produce entre autor y lector mientras se lee una obra.
La gran diferencia entre la lectura de obras literarias y libros de otro tipo es que la literatura juega con significados diversos, busca siempre sorprender al lector usando a veces la connotación más que la denotación y en ello difiere de los libros técnicos, científicos, históricos, periodísticos, etc., que en busca de objetividad instalan su discurso de manera preferentemente denotativa. Esta dificultad específica de la obra literaria, de estar siempre equilibrándose entre significados literales y figurados, implícitos y explícitos, denotativos y connotativos, monosémicos y polisémicos puede confundir a veces a lectores poco atentos o de menor experiencia. La experiencia de la literatura debe adquirirse junto con la aprehensión de la lectura comprensiva. La experiencia de la literatura no debiera tomar menos de unos 45 minutos diarios, desde los primeros cursos del primer ciclo básico y hasta el resto de la vida. Solo así se consigue buenos lectores que interpreten adecuadamente lo que un autor quiere expresar.
Un buen lector puede reconocer diferentes tipos de textos, practicar lecturas variadas y desplazarse con fluidez y eficiencia por textos que requieran contextualización histórica, interpretación simbólica, argumentación y contraargumentación crítica o, simplemente, disfrute estético.
Es necesario, entonces, reflexionar respecto de algunos elementos que puede iluminar el proceso de lectura comprensiva para potenciar las posibilidades de una mejor aprehensión de lo que una obra literaria nos quiere entregar.
Lo primero, obviamente, es identificar el tipo de texto, porque en ello va gran parte de la intención comunicativa del autor (literario, no literario, lírico, narrativo o dramático, etc.). Posteriormente, es necesario dar una mirada al conjunto de la obra, analizar y por qué no decirlo, predecir la obra y su temática a partir del título, de sus láminas, de su índice, de la pequeña reseña impresa en su contratapa. Se requiere un lector activo que establezca relaciones entre lo leído y su propia experiencia cognitiva (teórica o práctica) y que esté dispuesto a ir tantas veces al diccionario para desentrañar los sentidos ocultos de palabras que no acierta a comprender bien, como a releer cada párrafo que quede oscuro a la inteligencia.
Por otra parte, para ir cerrando esta breve aproximación a las habilidades lectoras, quiero describir brevemente para mis estudiantes, desde un punto de vista práctico, los tres tipos de lectura que se deben hacer de un texto breve, especialmente si va a ser evaluado:
a) Lectura exploratoria: Mientras más breve es un texto, más fácil es hacer una primera lectura que nos permita darnos cuenta de qué se trata, de qué tema nos habla, sus ambientes y personajes, sus acciones.
b) Lectura comprensiva: Es una segunda lectura, que se ocupará de las ideas centrales y del argumento del texto. Secuencialmente, corresponde a una segunda lectura que es la que verdaderamente nos permite comprender la obra.
c) Lectura focalizada: Muchas veces en una ejercicio o problema en un examen o prueba, PSU o Simce, hay una pregunta que busca focalizar al estudiante en algún aspecto específico o párrafo determinado. Ahí, como ya se ha hecho una lectura comprensiva, el lector sabe bien dónde dirigirse para encontrar la respuesta al problema que plantea la pregunta.
Finalmente, para terminar, si se trata de la lectura de textos más largos, como novelas , por ejemplo, los manuales suelen establecer los siguientes tipos de lectura:
a) Lectura comprensiva: Definición similar a la de arriba, salvo por la eliminación de la expresión "segunda lectura".
b) Lectura contextual: Busca comprender el .marco sociocultural histórico en que escribió el autor y como lo afectó en su escritura.
c) Lectura analítica: Se refiere a buscar una respuesta respecto del sentido global de la obra, el por qué del texto y de la intencionalidad del autor.
d) Lectura crítica y creatva: Busca enjuiciar la posición del autor respecto del tema tratado, su postura ante los hechos narrados, busca explicar las actitudes de los personajes ante las situaciones y establecer un juicio estético de valoración de la obra.
Si hacemos esto, por ahí podríamos empezar a decir, que estamos leyendo y no solo juntando sílabas.
prof. Benedicto González Vargas
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