A principios de este año, Duoc-UC organizó las "Jornadas de Gestión de educación Superior", donde una de las expositoras fue la destacada académica canadiense Denise Amyot, quien es presidenta y directora general del Colleges and Institutes Canada, institución que agrupa y coordina a 130 entidades de educación superior (universidades e institutos) que imparten carreras de orden técnico profesional en el país norteamericano.
Según la OCDE, la educación técnica en Canadá es una de las mejores del mundo y por esa razón esta destacada académica vino a Chile para explicarnos cómo funciona ese sector educativo en su país.
Entre las claves que ella mencionó se encuentra el hecho de que la educación técnico profesional se organiza de acuerdo a los requerimientos de la industria y donde cada título que entrega una institución de educación superior es perfectamente equivalente con el que entrega otra institución (lo que no ocurre en Chile), además, sus post grados están muy enfocados a potenciar las habilidades adquiridas en la formación de pre-grado y su foco se encuentra en profundizar las habilidades requeridas por los gerentes, por ejemplo, para guiar a sus grupos de profesionales, más que a entregar grados de magister que suelen más teóricos y menos específicos. Su foco, dice la académica, es la formación de expertos.
Para explicar los vínculos de la educación con el empresariado (ese solo concepto causaría rasgar de vestiduras en varios sectores políticos chilenos), la experta señala que en cada estado hay un ministro de educación y que, estadualmente también, existe una comisión integrada por el respectivo ministerio, las instituciones educativas del estado (institutos y universidades) y el empresariado. Esta comisión se reúne dos veces al año y ahí se revisa el currículo de las carreras, se hacen los ajustes si es necesario. Por otra parte, las instituciones hacen mucha investigación, pero no publican papers al respecto, se alejan lo más posible de lo teórico y se enfocan en lo práctico. Por ejemplo, una empresa necesita desarrollar nuevos productos con determinadas características, y las instituciones educativas se encargan de dicha investigación y diseño, con los propios estudiantes y docentes que estudian y enseñan en la carrera pertinente.
Finalmente, Denise Amyot nos dejó dos desafíos, que ya plantearlos en nuestro país sería un desafío gigante, especialmente el segundo:
1. Formar habilidades para la vida profesional, más que conocimientos, porque gran parte de los conocimientos adquiridos por un estudiante se vuelven obsoletos antes, incluso de titularse o poco después de ya estar trabajando. Las tecnologías hacen desaparecer carreras completas y aparecer otras, esas habilidades adaptativas deben estar en el centro de la formación de los estudiantes.
2. Vincular mucho más a la empresa con las instituciones educativas, para poder analizar las necesidades profesionales de cada sector productivo y articular mallas curriculares pertinentes. No deja de ser sugerente lo que dice la experta respecto de la forma en que se enseña en Chile: "Creo que hay una falta de articulación entre los distintos sectores, lo que significa que los estudiantes deben repetir un proceso que quizás ya aprendieron en la escuela. Eso no tiene sentido, no es un buen uso del dinero de los contribuyentes, ni del tiempo de los estudiantes. Y eso se traduce en falta de productividad. Otro problema es que las universidades solo ofrecen títulos profesionales, es una lástima, porque necesitas técnicos, tanto como profesionales. Si esto cambia, podría mejorar la reputación de los institutos técnicos. También necesitan investigación aplicada, eso sería una oportunidad para los IP y los CFT, para trabajar en conjunto con las compañías..."
Como puede apreciarse, es una mirada muy objetiva respecto del enfoque educativo, muy centrada en crear carreras y profesionales verdaderamente necesarios con las habilidades específicas para su profesión y sin el lastre de ideologismos perniciosos que satanizan a la industria y que no entienden que la clave de la educación superior chilena, y de la productividad que podría levantar la economía está, precisamente en unirse con la empresa que genera empleos y no divorciarse de ella, como ocurre en Chile.
Por supuesto, lo aclaro ante cualquier mal entendido, esto no obstaculiza en nada a la formación en Humanidades, que corre por carriles distintos a la educación superior técnico profesional.
Habría que tomar más en cuenta estas palabras, y ejemplos como el canadiense, pero lamentablente en este Chile hiper ideologizado, con tanta falta de liderazgo educacional, lo veo difícil, los distintos ministros de educación, las comisiones específicas, y hasta los centros de estudiantes de educación superior, están capturados por políticos profesionales que solo buscan sacar su pequeño provecho y no avanzar, de verdad, en una mejor calidad de educación, porque no miran más allá de su nariz, que limita siempre con el color de su tienda política.
prof. Benedicto González Vargas
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