Hace frío en Santiago de Chile, los días son obscuros, más cortos e invitan a la quietud y al calor de hogar. Debido a las vacaciones de invierno, estoy disfrutando de dos semanas en las cuales no me levantaré temprano, ni tendré que estar planificando la clase de mañana. Hoy, protegido por el calor hogareño, me puse a revisar textos escritos con anterioridad que, sin embargo, aún no daba por concluidos, y encontré este, escrito en las vacaciones de verano, en la estival temporada de soles y verdor. Curioso contraste entre lo que escribí (y releo), lo que recuerdo y lo que vivo al mirar por mi empañada ventana. Permítanme compartirlo con ustedes:
Desde el pasado día 5 de febrero y hasta el día 13 estuve de vacaciones por las provincias y ciudades de la IX Región de Chile (llamada de la Araucanía). Visité y/o conocí con mayor o menor grado de profundidad las ciudades de Angol, Temuco, Traiguén, Galvarino, Lautaro, Capitán Pastene y Collipulli; alcancé a divisar también lugares como Renaico y Los Sauces, paisajes todos de un verde inefable que se van convirtiendo en entrañables recuerdos de un territorio hermoso y pleno de historia.
Viejo rito el mío de visitar las plazas de armas y enterarme allí de qué personajes son recordados con honor. Cierto es que los bustos de Bernardo O’Higgins y Arturo Prat están presentes en casi todas partes, pero la hermosa escultura a la entrada de Traiguén, donde las imágenes de un soldado, un huaso y una mujer mapuche brotan desde un mismo lugar me pareció a mí la más simbólica y por ello la más hermosa de todas. Dato curioso, vi por primera vez un busto del general Cornelio Saavedra, héroe casi olvidado en Santiago, pacificador de la Araucanía, recordado en la hermosa plaza de Collipulli.
Pero no trata este artículo de héroes ni esculturas, sino de poesía. Una poesía viva y vigente en el sur de Chile, ignorada en Santiago y por ello casi desconocida en el resto de América. Poesía popular, poesía telúrica, poesía arraigada en estas tierras verdes con raíces profundas de la mezcla portentosa entre el mapuche, el conquistador español y los colonos europeos y de Medio Oriente llegados a Chile en la segunda mitad del siglo XVIII (matices alemanes, suizos, italianos y palestinos van apareciendo en los rincones, en las calles, en los apellidos).
En medio del viaje, una pregunta:
¿Cuánta poesía hay en los cementerios? Como siempre, los académicos puristas encerrados en sus libros, fruncirán el ceño y arriscarán la nariz al recordar los sencillos versos grabados en la piedra de las lápidas silentes. Pero hay que detenerse a pensar sobre la verdadera esencia y magia de la poesía para que en esos versos sencillos, incontaminados de métrica y estilos, fulgure una poesía viva que late en cada partícula del territorio afectivo de una nación.
Un ejemplo notable son estos versos a la entrada del Cementerio de la comuna de Lautaro, que el 1 de noviembre de 1939 Óscar Weinberg entregó como patrimonio al camposanto de aquella ciudad:
Cruza con suave paso
los umbrales de este suelo
que el llanto está regando,
pues los seres queridos
no están muertos...
¡silencio! no hagas ruido...
están soñando
los umbrales de este suelo
que el llanto está regando,
pues los seres queridos
no están muertos...
¡silencio! no hagas ruido...
están soñando
Ya dentro del cementerio, en la tumba de Nilo Jaramillo, destacan los versos de José Martí:
Más tarde, todavía en Lautaro, al cruzar el puente sobre el río Cautín y visitar un añoso y emblemático parque de esa ciudad —la piscicultura—, me encontré con uno de los senderos más hermosos que la poesía haya podido engendrar. Idea perfecta: en los añosos eucaliptus de dicho parque, en medio de un mullido colchón de crujientes y amarillas hojas caídas y limitado por una acequia donde corren alegres aguas de regadío, los enhiestos árboles se visten de poesía y exhiben al viajero, orgullosos, retazos de poemas de poetas locales y nacionales que adquieren nueva vida al no ser declamados por voces mortales, sino que por las inmortales del viento y los pájaros que acompañan cada estación del recorrido.
Cultivo una rosa blanca
en julio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca
en julio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca
Más tarde, todavía en Lautaro, al cruzar el puente sobre el río Cautín y visitar un añoso y emblemático parque de esa ciudad —la piscicultura—, me encontré con uno de los senderos más hermosos que la poesía haya podido engendrar. Idea perfecta: en los añosos eucaliptus de dicho parque, en medio de un mullido colchón de crujientes y amarillas hojas caídas y limitado por una acequia donde corren alegres aguas de regadío, los enhiestos árboles se visten de poesía y exhiben al viajero, orgullosos, retazos de poemas de poetas locales y nacionales que adquieren nueva vida al no ser declamados por voces mortales, sino que por las inmortales del viento y los pájaros que acompañan cada estación del recorrido.
Un crítico dirá que Jorge Teillier, hijo
pródigo de estas tierras, está sobrerrepresentado, que de Luis Vulliamy
?narrador y poeta que está entre mis predilectos? apenas se acoge un puñado de
versos, que hay faltas de ortografía y que en la muestra de los entusiastas
poetas locales de un colectivo literario abundan más los lugares comunes,
aunque hay también escasas y raras joyas. Tal vez todo eso sea cierto, ¿pero
qué importa? ¿cuántas ciudades de Chile o de América o del mundo pueden exhibir
un sendero semejante? Me gustaría ver replicada esta idea en otros sitios, en
otras patrias y, tal vez, sobre otros soportes (entre las flores, en los
faroles de las plazas, en las baldosas de las veredas). Pero la poesía en medio
de añosos árboles, una tarde de verano con brisa fresca, es una experiencia
inexcusable de vivir.
Gracias a la gente de Lautaro por mantener viva la poesía
y darle un espacio más vivo aún.
Gracias a Loreto, Bastián y Franco, por
habernos llevado a mi familia y a mí a tan bello sitio y gracias también a Juan
Carlos, por contribuir a que esa tarde fuera extraordinaria. Casi al terminar
esta crónica, a punto de volver a la gris capital, me entero por un periódico
local que la poeta purenina1 Soledad Uribe Boisier se apresta a presentar al
público su segundo libro de poemas: El color del otoño, que, según un crítico
local, es una obra que "despierta un estado de fantasía inspirado en la
inocente relación con la vida, el amor, los hijos y el dolor". No hubo tiempo
para ir al publicitado lanzamiento, aunque la ciudad de Purén dista muy poco
del amable y fraternal alojamiento que Tulio, Silvia y su familia nos proveen
en Angol. Ello no obsta, sin embargo, para señalar (y reforzar) con profunda
convicción que la poesía en el sur de Chile está más viva que nunca y que es de
una injusticia imperdonable que, cegados por el falso brillo de la capital,
sigamos sin ver la obra que palpita en cada rincón de nuestra geografía
literaria.
De seguro habría mucho más que decir sobre literatura y la IX Región
de Chile, pero en este viaje, al menos, he de rescatar lo que he visto de
primera fuente y que, a decir verdad, no fue poco.
prof. Benedicto González Vargas
Publicado originalmente en mi columna Si vas para Chile,
de la Revista Letralia, el 23 de julio de 2008.
Enviado por Shyvy el 26/07/2008 a las 12:13 AM
ResponderEliminarY para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo, cultivo una rosa blanca. Felicitaciones y que envidia su viaje y ahora a laborar.
Enviado por prof. Benedicto González Vargas, el 26/07/2008 a las 07:43 PM
EliminarHola, Shyvy, gracias por recordarme que el texto es de José Martí. Yo sabía que lo había visto en alguna parte...! Un abrazo, Benedicto
Shyvy el 27/07/2008 a las 12:52 AM
EliminarGracias a ti, por dejar tus versos en dedosdecarbón y por recordarme a Juan Guzmán Cruchaga. ?Alma, no me digas nada, que para tu voz dormida ya está mi puerta cerrada. Una lámpara encendida esperó toda la vida tu llegada. Hoy la hallarás extinguida. Los fríos de la otoñada penetraron por la herida de la ventana entornada. Mi lámpara estremecida dio una inmensa llamarada. Hoy la hallarás extinguida. Alma, no me digas nada que para tu voz dormida ya está mi puerta cerrada.? Abrazos amigo
Flora, dice:
ResponderEliminar27 julio 2008
La poesía está donde menos lo esperas, en una taza de café, en una mañana fría, en la lluvia de verano, en el amor, en las manos; vivir es poesía, pero a veces no nos damos cuenta. Es muy interesante tu blog, y muy admirable tu preocupación por la educación. Enhorabuena. Flora
prof. benedicto González Vargas, dice:
Eliminar28 julio 2008
Mi apreciada Flora, Gracias por tus amables palabras, concuerdo con lo que dices de la poesía, está en todos sitios y solo hay que saber encontrarla. Un abrazo, Benedicto
Maricé, dice:
ResponderEliminar29 julio 2008
Que agradable volver a leer a mi viejo compañero de aulas y recordar aquellos días en que eramos unos soñadores estudiantes de Pedagogía en castellano un abrazo Marice
prof. Benedicto González Vargas, dice:
Eliminar30 julio 2008
María Cecilia! qué sorpresa, dime cómo te ubico. ¡Hace tanto tiempo que no sé de ti! Un abrazo a la distancia. Te mandé un mail. estoy atento a tu respuesta, Benedicto
Anónimo, dice:
ResponderEliminar1 agosto 2008
Qué grata sorpresa tu artículo, Benedicto, ojalá hubieras podido llegar un poco más al sur, te habrías topado con la insospechadamente activa y entusiasta comunidad poética de la décima región. Así, a la rápida, te invito a dar un vistazo a http://www.elrepuertero.cl/admin/render/noticia/15332 y, por qué no, a mi propio blog. Me dedicaré a husmear por tus escritos un rato, si no te importa.
Prof. Benedicto González Vargas, dice:
Eliminar1 agosto 2008
Primera Lluvia, gracias por tus palabras. Visité tu hermoso blog y te dejé un comentario, ha sido un descubrimiento para mí. te seguiré visitando, Benedicto
Laura, dice:
ResponderEliminar2 agosto 2008
Qué lindo el comentario de Primeralluvia...me enganché en el relato porque también estoy disfrutando del calor hogareño y de mis vacaciones. Descubrí hoy tu blog y seguiré mirando...un saludo desde Argentina.
prof. benedicto González Vargas, dice:
ResponderEliminar3 agosto 2008
Estimada Laura. Gracias por tus amables palabras, espero que disfrutes tus de seguro merecidas vacaciones. Benedicto
Anónimo, dice:
ResponderEliminar5 agosto 2008
benedicto,que alegria buscando poesias de mabel condemarin encontre tu sitio me gusto mucho yo soy oriunda de santiago, pero vivi en angol hace mucho,y me dio guto que nombraras algo de esta ciudad te falto concer el parque nacional de nahuelbuta, que es hermoso ya sea en invierno como en verano hay un atmosfera especial en esos paisajes que solo tu con tanto sentimiento podrias describir,espero que vuelvas y vengas a las alturas de la cordillera de la costa,adios y te esperaremos .
prof. Benedicto González Vargas, dice:
Eliminar7 agosto 2008
Sí, me faltó ese lugar, que sé que es hermoso que espero visitar lo más pronto posible. Un abrazo desde Santiago, Benedicto