jueves, 24 de septiembre de 2009

El enfoque está en el aprendizaje

Inger Enkvist es una destacada docente e investigadora sueca en las ciencias pedagógicas que últimamente ha estado empeñada en desmitificar algunas ideas que han ganado mucho prestigio entre los teóricos de la educación y que ella no comparte. Desde su tribuna académica en la Universidad de Lund, en Suecia, ha expuesto, con entusiasmo y perseverancia, sus argumentos, algunos de los cuales quiero reproducir acá, a través de un artículo suyo publicado por el Diario La Tercera en agosto recién pasado, luego de una breve visita a nuestro país: 


"Durante 30 ó 40 años, la voluntad de democratizar la educación ha sido una de las ideas principales de los países occidentales. El método elegido ha sido el de pedir al docente que se acerque al alumno y que sea capaz de crear en él un interés por el aprendizaje, más que en exigir un esfuerzo por parte del estudiante. Las actividades se organizan tomando en cuenta la voluntad y el interés del alumno particular. 

Suecia es uno de los países que ha adoptado esta pedagogía. Los alumnos tienen más derechos y menos obligaciones y se ven como evaluadores del sistema de educación, en vez de personas que van a ser evaluadas por otros. Ya que hay menos exámenes que antes, los estudiantes pueden mantenerse dentro del sistema de educación a pesar de no hacer esfuerzos. Se podría decir que no son estudiantes, porque apenas estudian; están matriculados, lo cual es otra cosa. 

Sin embargo, junto con la introducción de la nueva pedagogía, dominante en los países occidentales, los resultados han empezado a bajar y, además, son cada vez más los casos de conducta irrespetuosa dentro de los establecimientos educativos. En esa discusión, cualquiera que diga que antes las cosas eran mejores, se ve automáticamente calificado de retrógrado, porque los nuevos pedagogos afirman que su orientación es correcta, pero que la culpade los problemas la tienen los cambios ocurridos en la sociedad. 

Finlandia se convirtió, en 2003, en gran noticia en el mundo de la educación porque en el Informe Pisa, resultó ser la nación más exitosa, ubicándose en la cumbre con países bien posicionados en educación como Singapur, Corea del Sur y Taiwán. En el informe siguiente, Finlandia seguía siendo el número uno y había mejorado aún más sus resultados. Suecia se encontraba entre los números 15 y 17. Es importante señalar que Suecia está bajando lentamente y Finlandia está subiendo. 

Para entender totalmente el significado de la comparación hay que decir que en 1970, antes de que comenzaran las analogías internacionales sistemáticas, Suecia estaba por encima de Finlandia en cualquier tipo de estudio. 

Los finlandeses atribuyen sus buenos resultados a los siguientes factores: maestros y profesores con buena preparación académica; madres con un alto nivel de educación que ayudan a sus hijos con las tareas, familias que apoyan a los docentes, un sistema escolar con metas claras, inversión del Estado en la educación y grupos de aprendizaje no muy numerosos. Se podría añadir que Finlandia no ha introducido la nueva y problemática pedagogía de enfocarse en el alumno.

Después de cuatro décadas con la nueva pedagogía, el público sueco ha reaccionado. Ahora las reformas educativas ocupan un lugar destacado en la agenda política y este año se van a votar varias leyes de gran alcance. Así, habrá una reforma del Bachillerato unificado que aumentará las exigencias para entrar y para graduarse; una reforma de la formación docente que incrementará las exigencias en las materias que va a enseñar el profesor; se introduce una certificación para los docentes que especifica para qué materias y para qué edades se ha preparado, y una ley sobre los derechos, pero también los deberes de los diferentes actores de la educación. 

Suecia está rectificando su apuesta por la nueva pedagogía, a la vez que Finlandia está gozando de un enorme prestigio por no haberla introducido. Desde Suecia, sólo cabe felicitar al país vecino por su sentido común. 

Como pueden darse cuenta, las opiniones de la autora no dejan de ser polémicas y acá en Chile han tenido más de alguna repercusión, lo que me preocupa, porque no las comparto, más aún, ni siquiera las entiendo, no me queda claro de qué está hablando en muchos de los casos y varios de los argumentos me parecen muy populistas y amarrados con la vieja guardia pedagógico-metodológica que se resiste a entender el cambio fundamental del siglo XXI. Vamos por parte: 

1. Nos dice que el método elegido "ha sido pedirle al docente que sea capaz de crear un interés en él (el alumno) por el aprendizaje, más que exigir un esfuerzo por parte del estudiante" No entiendo cómo puede ser negativo intentar que un estudiante logre interés por su propio aprendizaje, si esto es lo nuevo, la lógica indica que lo antiguo no se ocupaba de generar dicho interés y eso, a todas luces es un despropósito que nos habla de estudiante forzados a aprender lo que no les interesa. El exigir o no esfuerzos en los estudiantes no tiene nada que ver con lo anterior. De hecho, yo puedo generar interés en mis alumnos y exigirles rendir de acuerdo a esos intereses. El exigir o, mejor dicho, el no exigir no es una premisa de la educación occidental moderna. Sostener eso es una falsedad o, simplemente, implica no comprender el espíritu de las nuevas formas de enseñar. 

 2. "Las actividades se organizan tomando en cuenta la voluntad y el interés del alumno en particular" No me queda claro a qué se refiere, salvo que hable de algún tipo de educación tan personalizada que la focalización de las actividades sea individual. Eso no existe en los sistemas educativos generales y decirlo así es un argumento insostenible o, al menos, confuso. Pero, a partir de él, no entiendo qué tiene de malo tomar en cuenta el interés del alumno, si soy capaz de generar una actividad que desate conocimientos y aprendizajes, a partir de los intereses de los alumnos ¿cuál es el problema? ¿No es ése un plus? ¿Cómo va a ser una desventaja que un alumno se interese en una actividad académica? 

3. Los alumnos tienen más derechos y menos obligaciones y se ven como evaluadores del sistema de educación, en vez de personas que van a ser evaluadas por otros" ¿De qué hablamos? Que yo sepa ninguno de los sitemas que la autora llama "modernos", explicita un desequilibrio a favor de los derechos por sobre los deberes de los estudiantes. Las normativas al respecto, lo único que han hecho, es asimilar a los reglamentos escolares las declaraciones universales de Derechos Humanos, de Derechos del Niño y leyes nacionales sobre maltrato infantil u otras. ¿Qué deberes se han perdido? La autora no nombra uno solo y los derechos ganados (no sufrir maltrato, castigo, respetar sus horas de juego y descanso, buscar la ayuda profesional médica o psicológica pertinente y otras similares, no parecen ser un despropósito, sino que corrigen antiguas prácticas infames como los golpes a los alumnos o los castigos vejatorios. Vuelvo a preguntar, ¿qué deberes se han omitido? 

4. Hay menos exámenes que antes, los estudiantes pueden mantenerse dentro del sistema de educación a pesar de no hacer esfuerzos. Podría decirse que no son estudiantes, porque apenas estudian, están matriculados, lo cual es otra cosa." ¿Preferiría la autora que estos estudiantes "que apenas estudian" queden fuera del sistema y sean presa más fácil aún de la droga y la delincuencia? ¿No hay un sesgo ideológico y gravemente generalizador al decir que los estudiantes de hoy "apenas estudian"? No hago clases en Finlandia, pero tengo alumnos notables que sí estudian y cuya cantidad es muy superior a los mencionados por la autora. 

5. Luego señala que, en Occidente, los resultados han empezado a bajar. ¿A bajar en relación con qué? ¿con cuándo? o se refiere a los autoconvencimientos nacionales de que tenían un sistema extraordinario y perfecto, el mejor, lo cual quedó claro era incorrecto no más empezaron a aplicarse pruebas estandarizadas? Acá en Chile, yo recuerdo, cuando estaba en la primaria mis profesores repetían que "Chile tiene la mejor educación de América", en cuanto entramos a comparaciones estandarizadas, objetivas, internacionales, caímos del pedestal autoasignado, pero ese pedestal ¿era verdadero? ¿Qué avala la opinión de un buen sistema en Suecia, antes de las mediciones Pisa y Timms u otras sino la autoreferencia o, peor aún, autocomplacencia? 

6. El manido argumento de que si digo algo seré denostado y calificado de retrógrado es una forma de victimización prejuiciosa indigna de ser usada como argumento por una pedagoga tan conocida como la autora. 

7. Las razones que señala la autora del artículo como dadas por Finlandia para siu éxito académico ¿en qué se oponen a una pedagogía moderna? ¿en qué apoyan usos arcaicos, escasamente significativos, academicistas y memoriones como se usaba antes? 

8. Las reformas que busca implementar Suecia, ¿en qué parte apoyan el sistema arcaico? Me parece a mí que son correcciones lógicas de prácticas erradas que deben mejorarse, pero que no avalan una vuelta atrás a la manera en que pareciera señalar la autora (a saber, pérdida de derechos, aumento de deberes, volver innecesario el fomentar el interés de los estudiantes por aprender, organizar actividades tomando en cuenta los intereses de los alumnos, etc.) 

9. Finalmente, lo más curioso, es que la docente no menciona una sola vez los cambios culturales en el acces y manejo de la información que ha traido consigo la era digital, no se hace cargo de la globalización y no considera tampoco los cambios que ha tenido la familia en los últimos años, con padres que ambos trabajan, con familias uniparentales o, incluso, con familias de personas de un mismo sexo como jefes de hogar. No digo que esto sea malo o bueno, no es ése el tema, sino que esto es una realidad y las familias de hace 30 ó 40 años, como dice la autora, no eran iguales a las actuales. Lo que más me molesta de este artículo incomprensible no sólo es la endeblez de sus argumentos, la falsedad de sus comparaciones y conclusiones, sino el exagerado oído que se la ha prestado a una opinión insostenible en el mundo moderno del que queremos formar parte. Mundo en el cual, nos guste o no, hay que ser competitivo, autoexigente y motivado. Creo que las opiniones Enkvist, así expresadas y publicadas, son un retroceso y espero que nadie pretenda tomarlas en serio. Ojalá este artículo sea una muestra incompleta de las opiniones de la autora, una mala traducción o un texto descontextualizado. De ser así, podría cambiar mi opinión sobre la autora, pero afianzaría mi postura de que es un texto inútil de cabo a rabo y de insólito anacronismo pedagógico. 

prof. Benedicto González Vargas

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