En esta serie
 de artículos sobre la Creatividad ya he señalado en reiteradas 
ocasiones que ésta es inherente a todas las personas. Todos somos 
creativos en alguna medida y todos hemos tenido momentos de creatividad 
que reconocemos en nuestras acciones, incluso algunos de esos momentos 
han sido reconocidos como creativos por otras personas de nuestro 
entorno, lo que corrobora la afirmación. Sin embargo, es necesario decir
 que siempre la creatividad  va a encontrar obstáculos de diferente 
índole que deberá superar para manifestarse. Tanto en lo personal  como en lo colectivo encontrar esas resistencias, esos bloqueos, internos o externos,  a los que ya me referí en un artículo anterior.
El temor al cambio merece poner sobre la mesa algunas reflexiones. El
 cambio constituye una preocupación permanente en la sociedad actual, 
vivimos en un mundo globalizado,  tecnologizado e hipervinculado que 
mira al futuro con cierta inquietud porque el cambio, en un sentido 
amplio, no tiene límites, pero sí repercusiones en nuestra vida,
 en nuestro entorno, en las instituciones y organizaciones de las que 
participamos o que hemos elegido como referentes sociales, académicos, 
morales, etc. En pocas palabras: Afecta a toda la cultura. Todas las 
personas vivimos adaptándonos, nuestra vida es una constante adaptación a
 los nuevos contextos con los que nos vamos encontrando a toda hora. Los
 liderazgos deben tener eso en cuenta, por eso me referí en otra serie 
de artículos al liderazgo adaptativo y la necesidad de implementarlo en Educación.
A cada paso nos surgen nuevos problemas, nuevas ideas, nuevos 
desafíos, para los que no siempre estamos preparados, porque nuestra 
batería de respuestas conocidas a veces no alcanza para enfrentarse a a 
esos nuevos contextos. ¿Cuántos profesionales, actualmente, pueden 
trabajar y rendir satisfactoriamente en sus trabajos sólo con lo 
aprendido en su formación académica? Somos muchísimos, la inmensa 
mayoría, los que debemos usar conocimientos que ni siquiera existían 
cuando estábamos en la universidad. Las futuras generaciones, más que 
nunca, deben entender que su vida será un aprendizaje permanente, una 
educación continua. Rechazar el cambio es frenar la creatividad y ello 
equivale a dar varios pasos hacia el fracaso.
A veces me siento tentado a decir: "¡Ah, si la humanidad hubiera entendido a Heráclito...!". Fue él uno de los primeros en reconocer la naturaleza de los cambios y cómo nos vemos siempre sometidos a ellos, pero pasamos siglos buscando la comodidad
 de la inmovilidad y eso resultó en un espejismo que sólo consiguió 
crear personas con dificultades de adaptación. El cambio es un fenómeno 
de una naturaleza tal que, muchas veces, las respuestas que teníamos 
antes de analizar un problema, no sirven tras entender bien el desafío 
presente. Y sin embargo, ¿Por qué en Educación seguimos usando recetas
 antiguas? ¿Por qué pensamos que las soluciones de ayer pueden hacerse 
cargo de los problemas del mundo de hoy? ¿Por qué tenemos la ilusión de 
que más de lo mismo puede resolver aquello que no hemos logrado 
resolver? ¿Sanamos al enfermo más rápido por darle el doble o triple de 
la dosis indicada? Nadie, en su sano juicio lo haría. ¿Pero si 
reflexionamos bien, no hacemos eso en Educación -y en muchas otras 
actividades- y creemos que es lo óptimo? Conocí a un docente a cuyos 
estudiantes les iba mal en su asignatura, hacía pruebas (o exámenes o 
controles) y los resultados eran de mediocres a malos. ¿Qué hizo? Llegó a
 la conclusión que sus alumnos no estudiaban y para obligarlos a 
hacerlo, calendarizó pruebas más seguidas, hizo más evaluaciones. No es 
necesario que les cuente las consecuencias de esa decisión, sin embargo,
 a nadie en el colegio donde trabajaba le pareció una medida extraña, 
muchos le dijeron que ¡ésa era la mejor solución! y cuando fracasó, la 
culpa siguió siendo de los estudiantes...
En Educación, lamentablemente, el cambio es muy rápido en cuanto a la
 incorporación de nuevas tecnologías, pero es lentísimo, casi 
inexistente, en cuanto a la creación de nuevas metodologías que se hagan
 cargo de esas tecnologías. Es importante no olvidar esto, porque si 
queremos desarrollar en nuestros estudiantes habilidades y competencias 
verdaderamente útiles para el siglo XXI, la creatividad, la 
adaptabilidad y el no temer al cambio, son de las principales.
En las carreteras del Siglo XXI, aceptar y enfrentar el cambio, es la única salida.
prof. Benedicto González Vargas

 
Julio César, dice:
ResponderEliminar9 may 2011
Excelente escrito Profesor, voy a visitar siempre su sitio. Ahora, quiero hacerle el siguiente planteamiento: Desde la perspectiva de Paulo Freire la adaptación y la creatividad son opuestas. La primera anula prácticamente a la segunda. ¿Cómo podría usted iluminarme en este contraste que encuentro?
prof. Benedicto González Vargas
ResponderEliminar10 may 2011
Interesante controversia, Julio César, voy a darle algunas vueltas al asunto y tal vez escriba algo sobre el tema... Gracias por tu comentario, Benedicto