Nacida en humilde cuna nortina,
en pleno sector rural en el Valle de Elqui, Lucila Godoy Alcayaga (1889 – 1957)
creció entre los cerros y paisajes casi mágicos de Montegrande. Se hizo maestra
de escuela por la necesidad material de tener una forma de ganarse la vida,
pero que sirvió para encauzar sus verdaderas pasiones: el amor por la formación
de niños y jóvenes y la poesía.
Adoptó luego el nombre de
Gabriela Mistral y con él se hizo famosa y salió a la luz pública. En sus
primeras etapas creativas, su canto poético fue motivado diversas formas de
amor, el amor de pareja, el amor maternal, con poemas que alcanzan una gran
belleza estética, con un gran alcance dramático, a veces –incluso– descrito
como desgarrador.
Más tarde, su poesía da cuenta de
una ampliación de contenidos, el mundo circundante y sus complejidades se
ensancha literariamente hablando y se contrae al mismo tiempo para mostrar su
propia interioridad plena de emociones y sentimientos; alcanzando, de esa
forma, una dimensión universal, una mirada cósmica, omniabarcante y donde todos
tenemos espacio para reconocernos en algunos de sus versos.
Sus obras: Desolación, Tala, Ternura, Sonetos de la muerte, Lagar, Poema de Chile, por solo nombrar
algunas, constituyen una muestra fundamental de la poesía chilena e
hispanoamericana.
El Premio Nobel de Literatura
obtenido en 1945 fue el primero concedido a una escritor de Latinoamérica.
Gabriela Mistral, la poeta del
norte, la Reina del Valle de Elqui, es un nombre imborrable en nuestras letras.
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