miércoles, 29 de enero de 2020

Historia de una absolución familiar, de Germán Marín

(por Camilo Marks)

El rasgo descomunal que presenta Historia de una absolución familiar, de Germán Marín -1700 páginas- no debe producir aprensión ni desánimo en el lector poco familiarizado con este novelista. Por el contrario, la aventura estética y vital que le aguarda justifica cualquier esfuerzo para adentrarse en uno de los proyectos imaginativos más ambiciosos, más audaces, más gratificantes aparecidos en nuestro país y en las ficciones sudamericanas de los últimos tiempos. Y quienes ya estaban al tanto de Círculo vicioso, Las cien águilas y La ola muerta (DeBolsillo), que conforman la trilogía, tendrán, al fin, una edición definitiva de la totalidad de la serie, que al autor le tomó once años completar.

En el caso de Marín resulta torpe distinguir entre libros mejores o peores. Todos son parecidos, todos son distintos y prácticamente el conjunto entero de sus textos consiste en obras maestras. Pero Historia... es diferente al resto en varios aspectos: se trata de una autobiografía, sus proporciones superan cuanto se ha concebido en nuestro medio y quizá su inverosímil y singular prosa brille aquí más que en sus demás volúmenes. Hacia el final de La ola muerta, Marín se lamenta muy equivocadamente de una supuesta incapacidad para alcanzar el radiante aroma literaturizado de Conrad, Proust o Faulkner, en verdad, Proust y Faulkner son los primeros nombres que vienen a la mente mientras avanzamos en Historia...El francés es tan evidente que puede resultar fútil resaltarlo en la persistencia de la memoria que gira en sí misma, busca y rebusca en detalles, momentos, gentes o se derrumba en pequeñas catástrofes espirituales como olvidos, confusiones, desesperados intentos por recobrar lo que se perdió o desapareció. El estadounidense es menos obvio, aunque la torrencialidad de su universo ficticio ha dejado una profunda huella en el creador chileno.

Por supuesto, el estilo de Marín tiene poco que ver con estos u otros literatos. Descoyuntado, febril, culto o popular, por momentos de una precisión alucinante, a veces casi inconexo, somete a la lengua a severas pruebas, experimenta de manera constante y es casi un milagro que tal serpenteo obsesivo con las palabras jamás pierda de vista el hilo dela trama que resiste, intacto, todos los ataques retóricos del escritor. Así, buceamos en ininterrumpidas pesquisas en torno a un pasado fragmentario, vago y exacto a la vez, repleto de argumentos, colmado de alusiones librescas, referencias a hechos históricos o políticos, exploraciones en la intimidad del héroe o la extensa red de personas con las que ha convivido, de tal manera que la voz del individuo pasa a ser la de un coro, en una insólita polifonía verbal.

Con todo, gracias a esta peculiaridades idiomáticas, Historia... deviene en algo que en nuestras letras nunca se ha visto: un relato que se produce, reproduce, muta y se transforma ante nuestros ojos de tal modo que terminamos participando en su elaboración, en sus soluciones alternativas, hasta en hipótesis que ya no sabemos si pertenecen a Marín o a nosotros. Porque Historia...tanto en el fondo como en la forma, es, asimismo, una interrogación acerca de su propia estructura y contenido, un cuestionamiento alrededor de lo que se pone en el papel, una pregunta abierta en torno a los hechos de los hombres y mujeres que irrumpen en la crónica, en fin, una inquisición sobre cómo se escribe, cómo se logra escribir una novela.

Resumir una por una las partes de Historia...es imposible en un breve espacio, si bien el esfuerzo puede ser útil para lo que deseen acercarse a la saga. Círculo vicioso se basa en tres puntos de vista: el padre del prosista recuerda sus raíces familiares y su matrimonio con una joven de ancestros italianos; junto a ello, se superpone el diario de Marín exiliado en Barcelona, más cientos de notas que luego se aclararán (el mencionado procedimiento se repite en los tomos restantes). Las cien águilas rememora el paso del protagonista por la Escuela Militar, donde la soledad del cadete enfrenta un universo hipermasculino, mediocre y banal. La ola muerta abarca varios periodos, desde la caída de Perón, en 1955 hasta los años 80 en la capital catalana, y contiene las revelaciones más privadas de Marín.

La síntesis anterior es demasiado simple, por no decir ridícula. Como sea, hay que aplaudir esta edición perfecta de Historia...que hace justicia a una sucesión novelística magistral y a un plan narrativo único.

Artes y Letras, El Mercurio, Santiago de Chile, 5 de abril de 2009.

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