Sea cual sea el país de habla hispana en que se haga una
reflexión relativa a los índices de lectura, la sensación que queda es que
siempre estamos muy mal. Tanto los índices de compra de libros, como los de
préstamos bibliotecarios, los de lectura y los de comprensión lectora, reflejan
siempre que estamos en un grave problema que no se ha logrado solucionar. En
Chile, ha habido estudios que han arrojado vergonzosos resultados respecto de
cómo nuestros adultos poseen niveles de comprensión lectora paupérrimos y cómo
sus hijos parecen repetir dicha situación. A partir de esta realidad, que vivo
a diario como docente de educación primaria y secundaria, suelo preguntarme qué
hacer y aunque llego a algunas respuestas, las soluciones implementadas no
parecen dar resultados. Esto, indudablemente se debe a que el problema de la
lectura supera con mucho los esfuerzos que pueda hacer una persona o, incluso,
una conjunto de docentes, porque hunde sus raíces en problemas estructurales
tales como: la familia, los programas de estudio, la infraestructura
bibliotecaria y, lamentable es decirlo, los niveles socioeconómicos. Factor
este último que es necesario reconocer para lograr romperlo y anularlo, porque
es posible.
Sin embargo, desde la escuela, me permitiré hacer algunas
reflexiones:
1. Un error bastante común y reiterado en nuestra educación es
creer que la lectura sólo se adquiere en los primeros niveles de escolaridad.
Recuerdo que en mi formación docente, como profesor de Lenguaje, jamás se
abordó este tema y salvo algunos contenidos de la cátedra "Desarrollo del
Niño y del Adolescente" y a propósito de los estadios de desarrollo propuestos
por Piaget, se nos hicieron algunos ejemplos que, a la luz, de algunos años de
experiencia, me han revelado un error fundamental de enfoque: Todavía hay
muchos docentes que piensan que la lectura se aprende en los primeros años de
escolaridad (los programas de nuestro Ministerio de Educación fijan esto en 2º
Básico, como tope) y luego había que ejercitar las lecturas silenciosa y oral.
Con este enfoque solo hemos conseguido eximir a los docentes de cursos
superiores de esta tarea y que ellos repitan, a modo de argumento por las
fallas escolares, que "los niños no vienen bien preparados" y suelen
derivarlos a otros especialistas, sin involucrarse en la adquisición y
aprendizaje de una lectura adecuada.
De más está señalar que en las familias,
los padres y apoderados ni siquiera cuestionan esta situación asumiendo que la
adquisición de la lectura es sólo responsabilidad de los docentes de los
niveres pre-escolar y primer ciclo básico.
2. Un segundo error generalizado, es
suponer que sólo los docentes de Lenguaje son responsables de mejorar los
índices de lectura. Esto, aunque no sea reconocido por los colegios y a menudo
se diga que no es así y que sí se involucra a todo el cuerpo docente, suele ser
letra muerta, buenas intenciones, pero no práctica real. Todos hemos visto las
palabras Matemática, Música, Científico o Histórico, sin las tildes en más de
un pizarrón de nuestros colegas. Todos sabemos que, salvo en idiomas, es
difícil que haya demasiada comprensión lectora en algunas asignaturas.
3. Falta
de hábitos, de parte de los alumnos y sus familias, para acceder a lecturas
gratuitas a través de las bibliotecas públicas y escolares. La cultura
audiovisual imperante, no obstante tener y requerir índices de lectura
superiores, hace preferir aquellos "objetos culturales" donde la
lectura es mínima o inexistente. Estoy seguro que si hubiera cinetecas
públicas, donde en vez de alquilar se presten gratuitamente las películas,
estarían llenas siempre. No ocurre eso con las bibliotecas. Los colegios pueden
hacer esfuerzos con las bibliotecas de aula o los CRA (centros de recursos de
aprendizaje), pero a menudo los materiales son escasos y no siempre bien
conservados.
4. Programas de Estudio que, a partir de ciertos cursos, van
diluyendo la responsabilidad de adquirir la lectura. Puede discutirse que no es
así, puede demostrárseme que el espíritu de los programas de estudio es
distinto de lo que digo. Pero la mayoría de los profesores de Lenguaje de mi
país, a partir de la Enseñanza Media y aún antes, limitan su relación con la
lectura a controles escritos sobre obras propuestas por el Programa o a guías
de trabajo. Vale decir, se asume que el estudiante "ya
sabe" leer y yo discrepo profundamente de ello. Una lectura
comprensiva, crítica, relacional, inferencial, etc., debe ser motivo de
ejercitación permanente, debe llenar un espacio importante en las
planificaciones docentes de todos los niveles y de todas las asignaturas, debe
ser motivo de discusión técnicopedagógica al interior de las unidades
educacionales, pero salvo algunos especialistas (poco leídos por lo común),
todos siguen haciendo las cosas como si los únicos responsables fueran los
profesores de los primeros cursos de primaria.
Si pensamos que la lectura es
fundamental en el mundo actual, porque hay que insistir en la idea de que
nuestras generaciones de alumnos requerirán una permanente educación formal a
través de toda su vida (como ninguna generación anterior requirió), tenemos que
mantener permanente énfasis en ella. Por otra parte, la lectura cumple una
función social, porque amplía visiones, abre mundos, lo que redunda en una
mejor capacidad para adaptarse a los cambios.
Podemos agregar, además, que la
lectura cumple funciones informativas, instrumentales y recreativas, que son
muy importantes y por ello, creo, que es hora de reflexionar en serio sobre
este tema y asumir que si ella nos sirve a todos, debemos todos hacernos cargo
de ella con nuestros estudiantes.
prof. Benedicto González Vargas.
Miembro de Atinachile
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