domingo, 3 de junio de 2007

La lectura, un problema demasiado recurrente


Sea cual sea el país de habla hispana en que se haga una reflexión relativa a los índices de lectura, la sensación que queda es que siempre estamos muy mal. Tanto los índices de compra de libros, como los de préstamos bibliotecarios, los de lectura y los de comprensión lectora, reflejan siempre que estamos en un grave problema que no se ha logrado solucionar. En Chile, ha habido estudios que han arrojado vergonzosos resultados respecto de cómo nuestros adultos poseen niveles de comprensión lectora paupérrimos y cómo sus hijos parecen repetir dicha situación. A partir de esta realidad, que vivo a diario como docente de educación primaria y secundaria, suelo preguntarme qué hacer y aunque llego a algunas respuestas, las soluciones implementadas no parecen dar resultados. Esto, indudablemente se debe a que el problema de la lectura supera con mucho los esfuerzos que pueda hacer una persona o, incluso, una conjunto de docentes, porque hunde sus raíces en problemas estructurales tales como: la familia, los programas de estudio, la infraestructura bibliotecaria y, lamentable es decirlo, los niveles socioeconómicos. Factor este último que es necesario reconocer para lograr romperlo y anularlo, porque es posible. 
Sin embargo, desde la escuela, me permitiré hacer algunas reflexiones: 
1. Un error bastante común y reiterado en nuestra educación es creer que la lectura sólo se adquiere en los primeros niveles de escolaridad. Recuerdo que en mi formación docente, como profesor de Lenguaje, jamás se abordó este tema y salvo algunos contenidos de la cátedra "Desarrollo del Niño y del Adolescente" y a propósito de los estadios de desarrollo propuestos por Piaget, se nos hicieron algunos ejemplos que, a la luz, de algunos años de experiencia, me han revelado un error fundamental de enfoque: Todavía hay muchos docentes que piensan que la lectura se aprende en los primeros años de escolaridad (los programas de nuestro Ministerio de Educación fijan esto en 2º Básico, como tope) y luego había que ejercitar las lecturas silenciosa y oral. Con este enfoque solo hemos conseguido eximir a los docentes de cursos superiores de esta tarea y que ellos repitan, a modo de argumento por las fallas escolares, que "los niños no vienen bien preparados" y suelen derivarlos a otros especialistas, sin involucrarse en la adquisición y aprendizaje de una lectura adecuada. 

De más está señalar que en las familias, los padres y apoderados ni siquiera cuestionan esta situación asumiendo que la adquisición de la lectura es sólo responsabilidad de los docentes de los niveres pre-escolar y primer ciclo básico. 

2. Un segundo error generalizado, es suponer que sólo los docentes de Lenguaje son responsables de mejorar los índices de lectura. Esto, aunque no sea reconocido por los colegios y a menudo se diga que no es así y que sí se involucra a todo el cuerpo docente, suele ser letra muerta, buenas intenciones, pero no práctica real. Todos hemos visto las palabras Matemática, Música, Científico o Histórico, sin las tildes en más de un pizarrón de nuestros colegas. Todos sabemos que, salvo en idiomas, es difícil que haya demasiada comprensión lectora en algunas asignaturas. 

3. Falta de hábitos, de parte de los alumnos y sus familias, para acceder a lecturas gratuitas a través de las bibliotecas públicas y escolares. La cultura audiovisual imperante, no obstante tener y requerir índices de lectura superiores, hace preferir aquellos "objetos culturales" donde la lectura es mínima o inexistente. Estoy seguro que si hubiera cinetecas públicas, donde en vez de alquilar se presten gratuitamente las películas, estarían llenas siempre. No ocurre eso con las bibliotecas. Los colegios pueden hacer esfuerzos con las bibliotecas de aula o los CRA (centros de recursos de aprendizaje), pero a menudo los materiales son escasos y no siempre bien conservados. 

4. Programas de Estudio que, a partir de ciertos cursos, van diluyendo la responsabilidad de adquirir la lectura. Puede discutirse que no es así, puede demostrárseme que el espíritu de los programas de estudio es distinto de lo que digo. Pero la mayoría de los profesores de Lenguaje de mi país, a partir de la Enseñanza Media y aún antes, limitan su relación con la lectura a controles escritos sobre obras propuestas por el Programa o a guías de trabajo. Vale decir, se asume que el estudiante "ya sabe" leer y yo discrepo profundamente de ello. Una lectura comprensiva, crítica, relacional, inferencial, etc., debe ser motivo de ejercitación permanente, debe llenar un espacio importante en las planificaciones docentes de todos los niveles y de todas las asignaturas, debe ser motivo de discusión técnicopedagógica al interior de las unidades educacionales, pero salvo algunos especialistas (poco leídos por lo común), todos siguen haciendo las cosas como si los únicos responsables fueran los profesores de los primeros cursos de primaria. 

Si pensamos que la lectura es fundamental en el mundo actual, porque hay que insistir en la idea de que nuestras generaciones de alumnos requerirán una permanente educación formal a través de toda su vida (como ninguna generación anterior requirió), tenemos que mantener permanente énfasis en ella. Por otra parte, la lectura cumple una función social, porque amplía visiones, abre mundos, lo que redunda en una mejor capacidad para adaptarse a los cambios. 

Podemos agregar, además, que la lectura cumple funciones informativas, instrumentales y recreativas, que son muy importantes y por ello, creo, que es hora de reflexionar en serio sobre este tema y asumir que si ella nos sirve a todos, debemos todos hacernos cargo de ella con nuestros estudiantes. 

prof. Benedicto González Vargas. 
Miembro de Atinachile

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