lunes, 28 de mayo de 2007

Emprendimiento y habilidades sociales en Educación

Hace algunos días atrás leí un post de mi amigo Carlos Duarte relativo a la importancia de las redes sociales en el Emprendimiento. Le dejé un comentario apoyando sus palabras y me surgió la inquietud de proyectar esto en Educación. Obviamente, al hablar de enseñar a los estudiantes a construir redes sociales estoy diciendo que hay que desarrollar en ellos esta habilidad, pero esta habilidad no puede desarrollarse con alumnos mayores si no ha habido un trabajo eficiente con los menores. Vale decir, si los docentes no se han involucrado conscientemente en el desarrollo de las habilidades sociales en los niños. 

Qué se entiende por "habilidades sociales", comúnmente los manuales pedagógicos dicen algo como "conjunto de comportamientos eficaces en las relaciones interpersonales" y agregan una serie de ejemplos relativos a la manifestación de sentimientos, actitudes, deseos, opiniones, derechos, etc., de una manera adecuada a las situaciones de vida. Estando de acuerdo con el fondo de esta aseveración, difiero un poco con la forma en que nos es presentada. De partida, la eficacia mencionada en la definición del concepto tiene que ver con un objetivo. No podemos medir eficacia, sino tenemos presente el objetivo. Por otra parte no me parece razonable que se sugieran o esbocen objetivos (como la manifestación de sentimientos, actitudes, etc.) sin hablar explícitamente de necesidades. Porque desde pequeños estamos inmersos en la dinámica humana de satisfacer necesidades que son de muy diversa índole. 

La importancia de desarrollar eficientemente estas habilidades radica en el hecho probado que un alumno cuyas habilidades sociales no sean las adecuadas a menudo presentará problemas de aprendizaje que pueden traducirse en ansiedad, agresividad, aislamiento y pérdida progresiva de la autoestima, con toda la secuela de estigmatizaciones, bajos rendimientos, ausentismo o abandono de la actividad escolar, adicciones, etc. Vale decir, estamos ante un tema no menor. Por ello es importante subrayar que estas habilidades sociales siempre se desarrollarán a la sombra de buenos ejemplos y aquí es donde el rol de los docentes se torna clave, especialmente en estos tiempos en que las relaciones interfamiliares no son las mejores. Hoy más que nunca encontramos niños que provienen de hogares unipaternales o bien ambos padres ausentes por razones laborales o problemas de agresividad intrafamiliar, etc. Si sabemos eso, debemos saber que el docente, quiéralo o no, se convertirá subsidiariamente en ese ejemplo ausente y dependerá de él la formación de este niños en un ámbito que supera latamente lo puramente pedagógico. Por eso se hace tan urgente que en los libros de registros de evaluaciones no sólo se consignen aquellas evaluaciones numéricas relativas al logro de los objetivos académicos alcanzados, sino que también aquellas más transversales relativas al desarrollo del comportamiento social de los niños y darles a éstas el valor que verdaderamente tienen en la formación escolar. Tal vez si potenciamos un poco ese lado, pero con la misma seriedad con la que planificamos nuestras clases, estemos resolviendo no sólo problemas en un área vital para el desarrollo de los niños, sino que también y de paso, nos ayude a mejorar sus resultados académicos y su situación disciplinaria. 

Una Educación para el Emprendimiento no es sólo formar personas creativas capaces de liderar las mejoras sociales y tener visiones respecto de una sociedad mejor, sino que también personas afectivamente sanas que puedan disfrutar la vida creando valor agregado positivo en cada labor que emprendan. 

No puedo dejar de agradecer a Carlos Duarte por haber provocado esta reflexión, de seguro no muy novedosa, pero sí tremendamente potente en lo personal en cuanto a lo que quiero y voy a hacer con mis alumnos. 

prof. Benedicto González Vargas 
Miembro de Atinachile

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