domingo, 10 de abril de 2011

Tocando el sol

(de Helein González Reinhardt)

Había una vez un bebé con su mamá. El bebé hacía lo posible por tocar el sol, estaba muy ansioso de tocarlo, pero no podría alcanzarlo jamás. Se le ocurrió, entonces, que podía subirse a una escalera, pero tampoco lo tocó. En eso estaba cuando la mamá se dio cuenta de lo que su hijo quería y se asustó mucho porque creía que era muy alto y peligroso pues el niño podía quemarse. El bebé empezó a saltar, pero tampoco logró tocar el sol y el sol estaba muy contento porque el pequeño  no podía llegar hasta él, pues no quería que nadie lo tocara.

Entonces vino una nube a ver al sol y le trajo su almuerzo que eran tallarines. La mamá, en la Tierra, un poco más tranquila, cantaba con un pajarito.

Al ver todo eso, al bebé se le ocurrió una gran idea: subirse por un tallarín que estaba colgando del cielo de los que el sol estaba comiendo. Se afirmó muy bien del tallarín y fue absorbido y entró por la boca del sol hasta su estómago que estaba muy oscuro. Allí adentro encendió un fósforo y el sol empezó a quemarse por dentro y salía humo de su nariz.

La mamá estaba tranquila porque había un muñeco que se parecía a su hijo y no se dio cuenta de lo que pasó y seguía cantando con el pajarito.

El sol empezó a toser y mientras tosía y hablaba con la nube botó al pequeño bebé de su guatita y cayó al suelo y se pegó muy re fuerte y lo tuvieron que llevar en ambulancia al doctor.

Cuando se mejoró la mamá le dio permiso para tocar el sol desde una nave espacial, pero tenía que acompañarlo su papá y su hermano mayor. El sol se molestó mucho cuando escuchó a la mamá que decía eso y se desmayó de rabia, dejando a la Tierra toda nublada (cuando el sol se desmaya, la Tierra se nubla).

Al poco tiempo, el papá, el hermano y el niño fueron a pedir prestada una nave espacial para cumplir el deseo del pequeño. Se pusieron los cinturones que los afirmaban y el papá apretó los botones para partir.
Cuando arrancó la nave salieron en busca del sol.

El hermano miraba por una pantalla el universo, la pantalla parecía una cajita y estaba a cargo de ella. Cuando había algún peligro, la cajita decía: “pasa algo, pasa algo...”

El viaje fue tranquilo y no pasó nada grave.

El niño miraba por la ventana ansioso de ver aparecer al sol.

Hasta que en un momento el hermano mayor le dijo:

—Ven a ponerte el casco para que puedas respirar al salir a tocar el sol.

—Sí, gracias qué rico —dijo el niño—

Salió entonces volando y sin que el sol lo viera, lo tocó. Al darse cuenta el sol de que lo habían tocado se enfureció mucho, pero no pudo hacer nada.

El niño volvió a su casa y cuando vio a sus amigos les contó que pudo cumplir su sueño de tocar el sol.

Cada vez que el sol se acuerda de eso le da mucha rabia y se desmaya y por eso en la Tierra llueve, está nublado y salen relámpagos, es la rabia del sol. Pero en la casa también recordaban la aventura del niño y para no olvidarla le regalaron un juguete parecido al sol.

El niño lo ponía encima de la lámpara y cuando quería volver a tocar el sol se ponía guantes y tocaba su juguete.

Así termina esta historia de “tocando el sol”.

Nota:
(1) La autora, Helein González Reinhardt, nació el 25 de noviembre de 1997 y escribió esta historia en 2004, cuando aún tenía seis años. Ahora, ella sigue escribiendo y publica sus historias y poemas en Hefuescribe y sus notables dibujos en Puros monos

4 comentarios:

  1. José Ramón, dice:
    11 abril 2011

    El cuento me pareció bueno..... Pero me distrajo mucho y me quitaba el deseo de seguir leyendo, las faltas ortográficas me quitaban el apetito.... Ojalá antes de publicar algo, se use el corrector ortográfico que tiene Word...

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    1. prof. Benedicto González Vargas, dice:
      12 abril 2011

      Hola, José Ramón, gracias por el comentario. No me percaté que la versión usada (la del blog de la autora), tiene errores ortográficos. La niña, que hoy tiene 13 años, escribió esta historia cuando tenía 8 y tiene una edición publicada que data de 2005. Ya corregí los detalles, gracias por el aviso.

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  2. Anónimo, dice:
    13 abril 2011

    Es una historia linda a pesar de los errores y de lo "raro" de la estructura... Claro, ahora entiendo que lo escribió una pequeña. Me da gusto que todavía existan niños que les gusta la literatura y, sobre todo, que les gusta escibir.

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    1. prof. Benedicto González Vargas, dice:
      13 abril 2011

      Helein ha escrito otros cuentos muy interesantes, pero que no desea hacer públicos, yo espero que no pierda este talento, lamentablemente, las escuelas hacen muy poco para fomentarlo. No sé si ella leerá estos comentarios, ojalá que sí, pero espero poder hacérselos llegar alguna vez. Saludos afectuosos, Benedicto Andrés

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