martes, 31 de mayo de 2011

Convivencia y agresividad escolar

Hace algunos días nos enteramos con dolor y consternación del suicidio de un joven en la ciudad de Linares, luego de ser víctima permanente de bullying por parte de algunos de sus compañeros de curso. Esta noticia que impacta y emplaza a nuestra conciencia de educadores no es -lamentablemente- un hecho aislado, porque los problemas de convivencia escolar son numerosos y se repiten en distintas partes del mundo. En el último tiempo una abundante literatura psicológica y pedagógica da cuenta de este fenómeno y hay muchos programas de intervención que se desarrollan en las aulas para frenarlo. Es que la convivencia escolar es un tema mucho más complejo que el que visualizamos a simple vista, pues confluyen en él diversos factores que no siempre salen al análisis como las interacciones entre los integrantes de la comunidad educativa y el contexto en el que se desarrollan. El clima de una institución es tarea de todos y no sólo responsabilidad de los estudiantes.
 

Si la convivencia es compartir la vida con otros, aprendiendo de lo propio y de lo que el otro nos ofrece (Marías, 1996), nos enfrentamos al hecho ineludible de que la vida es necesariamente interpersonal y por ende, la convivencia es un tema de la mayor importancia. Debemos tener en cuenta, eso sí, que esta relación de convivencia entre las personas puede dañarse, romperse o conflictuarse de tal  forma se  podría llegar a situaciones muy complejas en lo familiar, laboral, escolar o de cualquier otra índole. Sin embargo, son muchas las ocasiones -y es un fenómeno creciente- en que  los desacuerdos y enfrentamientos  pasan a tener un carácter violento o destructivo que hace desaparecer la convivencia y pone en peligro la integridad psíquica y física de las personas. Esto ocurre cuando alguien impone su fuerza, su poder o sus influencias contra otros de forma tal que les ocasiona algún tipo de daño físico o psicológico, sea de forma directa o indirecta.

Si vemos esto desde la perspectiva de la Educación, nos encontramos con una realidad bastante común y que no siempre es considerada peligrosa, pero si lo analizamos bien, incluye también aquellas imposiciones de los profesores a los estudiantes  en determinadas situaciones escolares de fricción. Muchas veces estas fricciones son evitables por parte del adulto responsable, pero la fragilidad emocional, a veces, nos juega malas pasadas y nos embarcados en disputas con alumnos que pueden ir subiendo de tono.

Algunos investigadores han señalado de manera muy clara y precisa los condicionantes de la violencia:

a) La sociedad: La inequidad, las desigualdades sociales, las diferentes oportunidades de desarrollo para los grupos más y menos favorecidos.

b) Los medios de comunicación: Dada la tiranía del marketing, tanto las informaciones, como los programas de entretención ponen énfasis en lo violento esto es captado muy fácilmente por niños y adolescentes (No me refiero sólo a las películas o series, pensemos en los llamados programas de farándula que reemplazaron a los comentarios de espectáculos. Estos últimos, comentaban desde lo estético la calidad de una presentación artística. Aquéllos exacerban las peleas y disputas entre los famosillos de la TV).

c) La escuela: Como institución social está enfrentando una crisis propia de la disociación que existe entre el mundo real y el mundo escolar, metodologías arcaicas, currículos carentes de significación, desniveles relacionales superados en el mundo real, Invalidación, coerción o menosprecio ante los códigos o valores juveniles, etc. A la hora de frenar la violencia, es difícil que los jóvenes puedan reconocer su autoridad, porque en los otros ámbitos no es una institución plenamente válida.

d) La complejidad de las relaciones humanas. Incluyendo las relaciones profesor-profesor, profesor-alumno, paradocente-alumno, alumno-alumno y, hay que mencionarlo, familia-profesor,  (pues a menudo se producen conflictos en este nivel). Cabe hacer notar que la mayoría de las veces,  cuando el bullying es tratado por los medios de difusión masiva, éstos centran la información en las relaciones alumno-alumno, obviando las otras mencionadas.

e) La familia: Sabemos la enorme y poderosa influencia que los problemas en el ámbito familiar tienen en el desarrollo de los niños y adolescentes. Lamentablemente la vertiginosidad del mundo laboral moderno deja poco espacio a una atención de calidad con los hijos.

Por todas las razones ya anotadas es que podemos señalar que los conflictos escolares incluyen diferentes matices, distintos grados y profundidades, algunos más cercanos a lo que estamos habituados a llamar violencia y otros más distantes. pero no menos dolorosos, tal vez, como han propuesto algunos autores, el concepto de comportamientos antisocial sea más abarcador del fenómeno, pues incluiría las muy diversas situaciones de conflictividad, además de la violencia física.

Moreno Olmedilla (1999), distingue varios tipos o categorías de comportamiento antisocial entre los que diferencia:

a) Disrupción en las aulas. Situación en el aula en la que tres o cuatro alumnos impiden con su comportamiento el desarrollo normal de la clase, obligando al profesor  a emplear cada vez más tiempo en controlar la disciplina y el orden y, por lo tanto, interfiriendo en el aprendizaje del resto de los alumnos.

b) Problemas de disciplina (conflictos entre profesorado y alumnado). Se trata de los conflictos profesores-alumnos, suponiendo un paso más de lo que hemos denominado anteriormente como disrupción en el aula. Es cuando el docente no controla su propia emocionalidad y se involucra en el conflicto con el estudiante.

c) Maltrato entre compañeros, conocido como bullying. Se trata de procesos en los que uno o más alumnos acosan e intimidan a otro, a través de insultos, rumores, vejaciones, aislamiento social, sobrenombres, etc., de manera persistente. Incluimos acá también los rechazos por razones raciales o religiosas que suelen muy profundos y dañinos.

d) Vandalismo y daños materiales. Se trata de la falta de cuidado y respeto hacia las cosas o hacia las personas.

e) Violencia física en la forma de agresiones de diverso grado, con  contacto físico sobre la víctima.

f) Acoso sexual.  Fenómeno o manifestación más difícil de observar, porque permanece oculto.

g) Prácticas escolares  ilegales (copiar en los exámenes, plagio de trabajos y de otras tareas, etc), que crean fricciones no sólo entre docentes y estudiantes, sino que también entre los propios alumnos (cuando alguno siente que el tramposo obtiene mejores resultados sin esfuerzo) o incluso entre profesores (que se quejan de los distintos énfasis que algunos colegas ponen en su manejo escolar, lo que crea no pocas fricciones en las reuniones docentes).

Por todas estas razones, debemos considerar los problemas de convivencia escolar dentro del variado conjunto de interacciones que ocurren dentro del ámbito educativo. Vale decir, hay conflictos generados por los alumnos, pero también los hay por expectativas o exigencias exageradas de los programas de estudio, por problemas en la organización de la escuela, no olvidemos tampoco los conflictos generados por la falta de compromiso de las familias en la escuela. A muchos papás les molesta que se diga una verdad: los padres son, generalmente, los verdaderos impulsores de las actitudes de la discriminación y de los actos antisociales que sus hijos muestran en las aulas, de tal manera que la violencia del sistema escolar no es algo aislado, sino que está íntimamente vinculada con la violencia social, familiar, etc.

Por tanto, no es extraño que un gran número de docentes se sientan impotentes para contener los comportamientos agresivos que se aprecian en salas de clases y patios escolares. Respecto de la deseable participación de las familias en la educación de los hijos, ésta se ve frenada por la falta de convivencia provocada muchas veces por asuntos laborales,  ello impide que la familia pueda transmitir una serie de hábitos y valores que antes se iban adquiriendo por ese contacto prolongado de la familia y los niños. Como dice A. Bolivar (2008), los déficits en los procesos de socialización primaria, vuelven más difícil la tradicional socialización secundaria de la escuela, que se ve obligada a asumir también la primera. La socialización, evidentemente, se debe dar de forma conjunta por familia y escuela, empezando por la primera. En relación con la función socializadora de la familia, se explicita  una crítica muy concreta hacia la familia, ya que se le acusa de delegar esta tarea, que le es propia,  en la escuela. La participación de la familia en la escuela tiene importantes fundamentaciones. Desde la psicopedagogía, la familia es la máxima responsable de la educación de los hijos y la escuela tiene un papel complementario en la tarea educativa. El ambiente y la situación familiar de la que se procede tiene gran importancia en la educación y en el proceso de socialización de las personas. La familia es la base de la socialización primaria, y el lugar adecuado para aprender los valores y normas que rigen la vida y la convivencia humana.  Cada vez más la sociedad se da cuenta de que la labor educativa de nuestros colegios y liceos sólo podrá alcanzar los objetivos que es necesario perseguir si se armonizan sus responsabilidades con las responsabilidades familiares e, incluso, desarrollar vínculos y relaciones todavía más amplias con la comunidad, el municipio, el pueblo, y el barrio en el que las escuelas se encuentran ubicadas. Una mayor participación activa de las familias en la vida del centro escolar y en la educación de los alumnos está bien justificada, al menos, por dos razones: 

a) Porque sólo conjugando el papel formativo de las escuelas, con la responsabilidad de las familias, es posible avanzar hacia una mejor educación. 

b) Porque la escuela y la educación pública se definen en torno al valor de la participación y la democracia y en ese terreno, a las familias les corresponde asumir tanto sus propios derechos, como sus deberes. Permítanme una pequeña reflexión en este punto. Cada vez más nos encontramos en las aulas escolares con estudiantes que reclaman y exigen sus derechos, lo que es muy positivo y un avance social, pero no cumplen sus deberes y se molestan porque el docente lo exige. Esta práctica acomodaticia es, en mi opinión,  directa influencia de la familia y del entorno más próximo.  Hay que trabajar sobre este tema. 

Volviendo al asunto en comento, en general, tanto padres como profesores coinciden en la necesidad de complementar su participación en la tarea educativa. Los docentes saben que su trabajo con los niños debe estar en conexión con sus experiencias fuera del centro educativo, para asegurar la significación y para que lo vivido y aprendido en la escuela tenga apoyo y continuidad dentro de las familias. Debe tenerse en cuenta y analizar qué lugar ocupa la familia e integrarla como factor relevante, la familia necesita de la escuela, pues ella sola no puede cubrir los aspectos culturales y educativos. Por otro lado, la escuela no puede pensar en un acto educativo eficaz sin la participación de la familia, incluyendo, a veces, la coparticipación en la toma de decisiones.  

Propuestas  de intervención Los problemas generados en las escuelas, debidos a esta conflictividad escolar, hacen necesaria la aplicación de medidas en diversos niveles. Algunos especialistas consideran que es fundamental e imperativo enseñar a los alumnos a convivir, siendo este aprendizaje necesario para configurar una sociedad más justa, solidaria, pacífica y democrática. Para ello, realizan algunas propuestas que potencian este aprendizaje desde el ámbito educativo:

a) Implicar al alumnado en la elaboración de las normas disciplinarias de la escuela. 

b) Potenciar los equipos de mediación. 

c) Diseñar planes de tutoría que incluyan los conflictos y su resolución pacífica. 

Siempre es importante considerar la necesidad de que las intervenciones  que se desarrollen para mejorar la convivencia escolar avancen hacia una reflexión de los jóvenes y niños y no se queden sólo en la sanción, hay que reflexionar sobre el acuerdo, la responsabilidad y el desarrollo personal y social. Es decir, hay que pasar de las respuestas punitivas a actuaciones globales e integradoras que tengan en cuenta el establecimiento compartido de normas y objetivos, al igual que las alternativas al conflicto. 

Es necesario identificar los elementos más importantes para una intervención eficaz, se han sugerido los siguientes: 

a) Concienciación: Reconocer los problemas existentes para posteriormente establecer unas normas compartidas por todos. 

b) Aproximación curricular: Plasmar dentro de los documentos curriculares y docentes todos los temas relacionados con el desarrollo personal (individual y social). 

c) Atención individualizada: Es necesario centrar la atención en los alumnos de manera personalizada, atendiendo a las distintas dimensiones, sin olvidarnos de la dimensión socioafectiva. 

d) Participación: Toda la comunidad educativa debe involucrarse en los distintos acontecimientos que se producen en el ámbito educativo. 

e) Organización: Es necesaria una estructura que organice  el trabajo por un clima social adecuado, pero que sea lo suficientemente flexible como para admitir cambios. 

En cuanto a las medidas que deben tomarse para enfrentar estos problemas de convivencia  escolar, es necesario señalar que, en líneas generales, las medidas deben apuntar hacia: 

a) Medidas de política educacional: Revisión de la reglamentación, de la estructura de la enseñanza y las condiciones en que debe ser llegada a cabo.

b) Medidas de tipo organizativo: Relativas a la organización de las actividades dentro de las escuelas y los recursos puestos a disposición del profesorado para llevar a cabo su labor formativa. 

c) Medidas de tipo técnico: Mejora en el perfeccionamiento y los recursos del profesorado para poder afrontar los problemas de convivencia. Es importante ir avanzando en la implementación de estas medidas, porque el tema de la convivencia escolar, la agresividad que se ha visto entre estudiantes en diversas ocasiones, amerita que nos tomemos este tema con la mayor seriedad y urgencia posible. 

Finalmente, agradezco el informe Análisis de la convivencia escolar en aulas de educación primaria (4) que he tenido a la vista para la presente entrada y que es muy esclarecedor en varios aspectos.

BIBLIOGRAFÍA: 

BOLÍVAR BOTÍA, Antonio: Juntos podremos: reconstruir la alianza entre familia y escuelas ante los nuevos desafíos, (2008), Revista Electrónica Amydep 2. 
MARÍAS, Julian: Persona, (1996), Alianza Editorial, Madrid.
MORENO OLMEDILLA, Juan Manuel: Comportamiento antisocial en los centros escolares... (1999), Rev. Iberoamericana de Educación Nº 18. 
RODRÍGUEZ GARCÍA, Pedro: Análisis de la convivencia escolar en aulas de Educación primaria, (2011) Universidad de Murcia, publicado en Revista Iberoamericana de Educación, 12 páginas.

prof. Benedicto Andrés González Vargas

4 comentarios:

  1. Alberto, dice:
    1 junio 2011

    Muy importante el tema, que aun permanece silenciado, espero que logre la difisión que merece. http://www.evaluacion.edusanluis.com.ar/

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    1. prof. Benedicto González Vargas, dice:
      2 junio 2011

      Gracias, Alberto, por detenerte a leer y comentar. Acá en Chile el tema está muy vigente, se ha hablado y analizado mucho. Se han diseñado programas de intervención, etc. Un abrazo a la distancia, Benedicto Andrés

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  2. Evelyn, dice:
    1 junio 2011

    Hola, soy docente de artes plásticas en Caracas - Venezuela, hace 2 meses entre por traslado a una escuela y en tan poco tiempo e vivenciado, actos de descalificaciones, manotaje, burlas, gritos excesivos por parte de los niños y docentes, incluso padres muy molestos que sacuden con bofetadas a sus hijos después de saber su comportamiento y calificaciones. me resulta alarmante dicha situación, y mas aún cuando comento ante los colegas lo que veo y sus expresiones corporales son de tranquilidad acompañado de: ¡Ayyy amiga eso aquí siempre ha sido así...tu eres nueva, no haz visto nada acostumbrate!!! no puedo hacerlo por tanto desde mi espacio, desde las artes que se les apasiona... abro circulo de lectura reflexivas en especial con los mas grandes quienes poseen mayor grado de agresión entre ellos, y trato de aplicar en los ejercicios practico lo que aprendemos en las lecturas...intento conversar con los niños sobre la importancia de la convivencia, poco son los que me escuchan pero observo y siento que cada día se unen a mi voz, con timidez hacen preguntas y se interesan en los temas que son reflejo de valores.

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    1. prof. Benedicto González Vargas
      2 junio 2011

      Estimada Evelyn, no desfallezcas en tus intentos. Nada más grave que los docentes nos acostumbremos a un estado de cosas que no es adecuado, no podemos validar la agresividad con nuestra impasibilidad, no podemos permitir que lo anormal e inadecuado se convierta en normal y debamos acostumbrarnos. El camino que sigues es el más largo, pero el que revela verdaderamente que eres una docente con vocación. Hay que enseñar a convivir, hay que enseñar a vivir en paz. Muchas gracias por compartir esta linda experiencia!
      Benedicto Andrés

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