A veces es bueno releer viejos clásicos de nuestra literatura
que constituyen estaciones importantes en el desarrollo de nuestras letras. De
la llamada literatura realista - social destaca con nitidez una obra muy
comentada en su época, pero que hoy parece injustamente olvidada en los
anaqueles de las bibliotecas antiguas: me refiero a la Sangre y la esperanza,
de Nicomedes
Guzmán, novela publicada en 1943 y que relata la historia de los obreros
capitalinos por los lejanos años 20.
El personaje principal es Enrique Quilodrán, un niño de
ocho años que vive junto a sus padres y hermanos en un conventillo ubicado en
las barriadas pobres de la época, atrás del barrio Yungay, cerca del Río Mapocho.
Con muchos elementos autobiográficos esta novela recrea las historias que el
propio Guzmán conoció en su infancia. En la obra, la realidad del movimiento
social obrero de la época se presenta con toda su brutalidad, con esa carga de
incomprensión, de opresión, de pobreza insufrible, de represión y explotación
tal, que no nos es posible imaginar cabalmente hoy.
El pequeño Enrique a pesar de todas sus limitaciones vive en
el seno de una familia pobre que, no obstante, hace enormes esfuerzos por
protegerlo y educarlo de la mejor manera posible. Su padre, un chofer de
tranvías de la época, es un hombre trabajador y honesto que debe mostrar su
valentía a diario no sólo en su trabajo sino también en las revueltas
sindicales para obtener una calidad de vida más digna. Como dirigente obrero
luchará con todas sus fuerzas contra el poder de la oligarquía que oprime y
explota a los trabajadores.
Su madre, por su parte, se refleja en la novela como una mujer
humilde dedicada a su casa y a sus hijos que son, sin lugar a dudas, su más
preciado tesoro. Nos encontramos también con Elena, una adolescente que debió
dejar la escuela por falta de recursos y dedicarse a trabajar como
obrera en una fábrica para ayudar a su familia. La unión de la familia de
Enrique, el amor que se tienen, y la protección de los padres, contrasta con lo
que el niño puede ver del resto de los habitantes del conventillo: padres
alcohólicos y violadores, mujeres golpeadas, niñas abandonadas que dan a luz a
sus hijos sin padre en las sucias calles de estas villas de miseria.
El niño se enfrenta día a día a la violencia que en la novela
se presenta como un contexto tan duro e irremontable como la pobreza. Muy temprano es testigo de como asesinan a su mejor amigo en una barraca a donde
ambos iban de vez en cuando a trabajar buscando viruta. Luego su pequeña amiga
Angélica es violada por el conviviente de su madre y ya no la volverá a ver
más. A la vez, Enrique ve a su padre luchar contra toda esta violencia y contra la
desesperanza de la pobreza.
Libro hermoso, doloroso, que en cada página se nos va tiñendo
con la sangre de esos héroes anónimos de los años 20 y con la esperanza
irrenunciable que se mantenía encendida en sus corazones. Novela tremenda, que es una verdadera lección de historia
social, de movimientos obreros y del desarrollo y formación a través de los
años de la capa más pobre de la sociedad chilena.
Aún hoy, si recorremos las calles del sector y nos detenemos
ante sus fachadas más antiguas, tal vez podamos reconocer algo de los barrios
descritos por Guzmán. Es más, no sé cuál es la calle exactamente, tal vez sea
Cueto o una cercana, una vez caminando por allí me encontré en una casa una
placa que decía "Aquí vivió su infancia Nicomedes Guzmán".
Aunque no se ha reeditado esta novela últimamente, hay muy
buenas ediciones de ella en las librerías de viejo y en las bibliotecas
públicas.
Los invito a leerla o releerla y empaparse de la transparente
esperanza de Enrique.
Para leer una versión digital de esta novela, pinche aquí
prof. Benedicto González Vargas
(Gracias por pinchar la publicidad en este blog)
Anónimo, dice:
ResponderEliminar9 abril 2009
Muy buena información. Tener acceso a los metodos de aprendizaje para cualquier materia o curso siempre serán de mucha utilidad en tu vida...
prof. Benedicto González Vargas, dice:
Eliminar10 abril 2009
Gracias por detenerte a leer y comentar. Saludos, Benedicto
Anónimo, dice:
ResponderEliminar10 abril 2009
Muchas gracias, profesor, por compartir sus interesantes comentarios, sobre todo los relacionados con la literatura chilena. En cuanto a la calle que usted menciona, aquella que vio crecer al grande y generoso escritor Nicomedes Guzmán, fue García Reyes a media cuadra de calle Mapocho. Allí se encuentra la casa que tiene la placa que usted indica. Hay que agregar que en 2014 debe recordarse el centésimo aniversario de su nacimiento y los cincuenta años de su prematura partida.
prof. Benedicto González Vargas, dice:
Eliminar10 abril 2009
Muchísimas gracias por detenerte a ller, comentar y aportar, especialmente por el dato de la calle donde vivió Nicomedes Guzmán y por recordarnos que solo falta un lustro para celebrar su centenario.
Agradecido de sus palabras,
Benedicto