En la pasada edición de El Mercurio del día 15 de abril reciente, bajo la firma de Sebastián Urbina encontré el siguiente artículo
que me pareció interesante y que copio in extenso para que podamos
comentarlo y discutir sobre él y sus implicancias. Al final agrego tres
pequeños párrafos sobre mi propia reflexión al respecto, los dejo con el
artículo :
“Mientras algunos científicos creen que
los seres humanos son ejecutores de lo que les ordena sus sistema
nervioso, otros dicen que hay un margen para cambiar esto, aunque no muy
amplio.
Si las personas son libres o no para
elegir es una pregunta religiosa y filosófica que, en la actualidad,
intenta ser respondida por la ciencia. Gracias a la aparición de las
imágenes cerebrales como el escáner y la resonancia magnética, hoy se
puede mirar la actividad cerebral en forma detallada, y sus respuestas
ante los estímulos que recibe.
Producto de estos análisis, hoy está la impresión entre los investigadores de que los individuos viven atrapados en un cerebro que les dice lo que deben hacer y las opciones que deben tomar. Afortunadamente existe el fenómeno de la plasticidad cerebral, que permite cambiar esta situación a través del aprendizaje, aunque de manera gradual.
El tema fue debatido con varios de los
científicos que asistieron a la segunda versión de Puerto de Ideas de
Antofagasta, el fin de semana pasado, donde expusieron sobre sus
trabajos. En este festival de la ciencia se realizaron 32 actividades
que convocaron a más de diez mil personas.
“No somos libres para elegir”,
dice de manera categórica el Dr. Gianvito Martino, jefe de la División
de Neurociencia del Instituto San Rafael en Milán, Italia. “Esto lo
vemos cuando nos involucramos en temas como la alimentación, la
reproducción, es decir el sexo, y con nuestra defensa, es decir la
violencia. Aquí nuestro cerebro actúa en forma automática, no de manera
racional”, agrega.
En su opinión esta es la razón por la
que la publicidad en la televisión utiliza estos elementos para
convencer a este cerebro irracional, y empujar a las personas a comprar
cosas que son superfluas. “Algo que investiga también el neuromarketing, con el fin de manipular a los consumidores”, según Martino.
“Hay experimentos que son realmente estremecedores”,
afirma el doctor Diego Golombek, quien dirige el Laboratorio de
Cronobiología de la Universidad de Quilmes, en Argentina. Son pruebas
que demuestran que una fracción de segundo antes de tomar una decisión
consciente, el cerebro predice la conciencia y toma antes la decisión.
Este académico llama a tener cuidado con la interpretación de estos experimentos, “pero hay algo muy profundo en favor de que existe un procesamiento inconsciente que está fuera de nuestra decisión”, agrega.
“Los seres humanos somos
prácticamente idénticos, con un cableado cerebral estereotipado. Por
eso, las respuestas que creemos que son muy particulares nuestras, no lo
son”, dice el doctor Andrés Couve, quien dirige el Instituto
Milenio de Neurociencia Biomédica de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile.
A pesar de esto, el cerebro cuenta también con otra propiedad que es la plasticidad. Y la manifestación más concreta de esta flexibilidad del sistema nervioso es la creatividad. “Gracias a ella, tú puedes generar respuestas nuevas a los desafíos que surgen en el ambiente”, dice este científico.
Una prueba de esto es la capacidad
adquirida por los seres humanos para el manejo tecnológico, algo para lo
cual no se estaba preparado. “Nuestro cerebro no estaba hecho para
apretar las teclas del computador, o para vivir en grandes ciudades,
pero este sistema es tan bueno que puede responder a estos cambios, y se
adapta en forma creativa”, explica.
El doctor Charles Zuker, investigador
chileno que estudia el sentido del gusto en la Universidad de Columbia,
en Estados Unidos, dice que hay comportamientos innatos que no permiten
elección. “El sabor dulce nos atrae y el amargo nos causa rechazo.
Eso es así en todo recién nacido, pero al crecer y con la experiencia,
aprendemos a gozar el agua tónica, el café o los erizos”, explica. Esto último refleja la parte flexible del cerebro.
Pero Zuker reconoce que aún está vigente
la pregunta de hasta dónde el sujeto está consciente al tomar una
decisión y hasta dónde esta decisión está predeterminada por ciertos
circuitos cerebrales.
“Esto aún no lo podemos saber, porque faltan tecnologías con una resolución de imagen mayor que las que existen hoy”, dice. Pero lo más probable es que muchas de las decisiones que se toman han sido aprendidas.
“Es como caminar o mirar alrededor
nuestro, que son conductas que aprendimos en un momento de la vida, y
que después se hacen automáticas”, concluye Zuker.”
Hasta aquí el texto publicado por El
Mercurio, interesante, pero en mi opinión nada nuevo para quienes
estamos familiarizados con las doctrinas espirituales de vertiente
oriental y con el hermetismo occidental, que siempre han enseñado, como
la primera ley hermética, la llamada Ley de Mentalismo, que establece
que “todo es mente y lo que se piensa se manifiesta”. Renglón seguido,
se enseña que la única manera de frenar manifestaciones indeseadas de la
mente en la vida personal es educar la mente y romper las
cristalizaciones. Dichas cristalizaciones no son otra cosa que la
tendencia automática del cerebro a actuar de manera “inconsciente”, a
través de conductas atávicas aprendidas por la humanidad desde antaño y
que se siguen reproduciendo en la vida diaria, causando daño. Por ello,
al educar la mente y al enseñarle un pensamiento positivo, por ejemplo
no reaccionar violentamente ante una agresión o no comer un alimento que
nos hace daño e ingerir otro más saludable, la mente con su posibilidad
de cambiar y grabar un nuevo patrón (plasticidad), actuará de acuerdo a
nuestra orden consciente y no de manera irracional. Este trabajo es un
esfuerzo constante que no da sus frutos inmediatamente, requiere
práctica y esfuerzo (Ley de Ritmo), pero permite ir cambiando esas
acciones negativas por otras que demuestran nuestro desarrollo personal y
espiritual.
Dese esa perspectiva, la visión de
disciplinas como el Hermetismo, el Budismo, varias corrientes hinduistas
y algunas occidentales más cerradas como la Masonería, el Rosacrucismo y
el Gnosticismo, me parecen perfectamente alineadas con los
descubrimientos científicos, pero mucho más optimistas desde la
perspectiva del libre albedrío, de su existencia y del esfuerzo
consciente por tender hacia el bien personal y colectivo.
Nada nuevo bajo el sol, pero me alegro
que la ciencia vaya, día a día, descubriendo aquellas cosas que los
estudiosos de estas otras doctrinas, tan despreciadas por la ciencia
académica durante siglos, sabemos hace milenios.
prof. Benedicto González Vargas
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