Acabo de terminar la lectura de El lloradero, una antología de cuentos de ese gran narrador que fue Carlos Ruiz Tagle. Ya antes había de él Cortometrajes, un exquisito libro de cuentos breves cargados de humor, ironía y crítica social que pronto comentaré.
En El lloradero Ruiz Tagle incorpora dos cuentos largos, que no eran comunes en sus libros, en que abandona el humor que siempre lo caracterizó para dar paso a dramas humanos conmovedores que, sin embargo son entregados al lector con un relato neutral que nunca cae en apasionamientos ni desborda emociones, pero que siempre deja entrever la tristeza que cargan los personajes.
En el primero de ellos, que da el título a todo el libro y donde hay algunos tintes autobiográficos, el narrador en primera persona nos transmite su soledad, abandonado por su mujer que, aburrido de él se radica en Buenos Aires y luego dejado por su hijo, que se fue a estudiar a Valdivia. Las cartas de este último lo sacan de su vida monótona y tediosa de periodista de un importante diario capitalino, pero la repentina muerte del hijo lo vuelve a sumir en esa tristeza inconmensurable que es el contexto de su vida.
En el segundo relato largo, titulado "La suerte de una", una mujer ya anciana recuerda su vida a orillas del mar, casada con un hombre que jamás fue capaz de mantenerla por ser el trabajo indigno de su alcurnia de artista (tan brillante artista que nunca produjo una sola obra) y luego por su hija que prefirió vivir en la capital con sus abuelos que aguantar las estrecheces de una vida monótona. Este reato triste, pero en que la mujer recuerda con orgullo a ese marido flojo y despreocupado, es una notable joya literaria.
El libro continúa con otros relatos, algunos más humorísticos, como era costumbre en el autor, y algunos bastante tristes, como la historia de los dos ancianos que sin decírselo se amaban (eran amigos) y solo querían salir a pasear por la plaza del pueblo, pero las enfermedades y el clima invernal se los impedían.
En este libro antológico Carlos Ruiz Tagle confirmó una vez más el talento de su exquisita narrativa, siempre precisa, pausada, recatada, ajena al boato literario, pero siempre elegante y capaz de transmitir emociones.
Hay muchos ejemplares de El lloradero en librerías digitales y tiendas de libros usados, si lo encuentran y quieren conocer a un autor talentoso, algo olvidado actualmente, Ruiz Tagle es una gran opción, porque su obra nunca defrauda.
prof. Benedicto González Vargas
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