Que los docentes vivimos en Chile bajo mucha presión no
es novedad decirlo. Pero también es cierto señalar que no siempre la opinión
pública puede entenderlo, ya que son muchas las necesidades que tienen las
personas y los problemas emocionales, de salud, financieros y sociales no son
en absoluto privativos de nuestra profesión.
Sin embargo, debo decir, que no es fácil estar en medio
de las presiones de mucha gente, porque los docentes nos hemos convirtiendo no
solo en los profesores que enseñamos contenidos y ejemplos valóricos a nuestros
estudiantes, sino que además, debemos actuar simultáneamente, además de la
Pedagogía y la Orientación, en ámbitos
tan dispares y complejos como la Psicología, la Administración, la Seguridad,
el Trabajo Social, la Mediación familiar y un largo etcétera que no elude el
hecho en ser también guardadadores de niños y adolescentes cuyos padres tienen
excesivas jornadas de trabajo o se desplazan horas para salir y volver a casa.
Todo esto aderezado con el hecho de sueldos bajos y presiones directas de
responsabilidad de padres, apoderados, estudiantes, ministerio, evaluadores,
municipios, médicos, psicólogos, tribunales incluso y otro largo etcétera.
Sobre este estrés trata la entrevista publicada en el
número 231 de la Revista Educar, publicada en junio de este año.
Por lo interesante que es, los invito a leerla y
comentarla:
¿PROFESORES ESTRESADOS?
por Marcela Paz Muñoz Illanes
Dos meses atrás se inició una polémica pública tras el
reclamo de alumnos universitarios por la carga académica. Sin embargo, ¿nos
hemos preguntado alguna vez qué sucede con nuestros docentes? ¿Existe alguna
manera de enseñarles a manejar su estrés y la carga laboral? ¿Qué
recomendaciones tener? Conversamos sobre este tema con la doctora Amanda
Céspedes, destacada neurosiquiatra chilena.
El estrés en los docentes no es una situación tan simple
como puede creerse. Según la investigación Mediciones de estrés laboral en docentes de
un colegio público regional chileno, de Sergio Zúñiga y Víctor Pizarro,
de la Universidad Católica del Norte publicado el año pasado, los profesores
están expuestos al síndrome de Burnout,
el cual se define como “respuesta del organismo a situaciones prolongadas de
estrés”. Señalan que, por ejemplo, se puede manifestar con agotamiento
emocional, y falta de ánimo en los docentes.
Coincide con ese estudio, la destacada neuropsiquiatra
Amanda Céspedes, quien señala que hay que trabajar en la salud emocional de los
docentes y por ello, es clave “aprender a reconocer las señales de estrés y
actuar preventivamente”.
-¿Cómo
afecta la salud emocional de los propios docentes?
-Yo
empleo un paradigma de salud integral, de modo que no hablo de “salud mental” o
“salud emocional”, sino de salud integral. El organismo humano es una unidad biológica,
psicológica, neurológica, inmunológica, hormonal, somática y espiritual. Cuando
enfermamos, todo el organismo se reciente. Indudablemente, la psiquis es la más
“ruidosa”, pero las afecciones hormonales, somáticas, inmunitarias, son muy
severas. Por cierto la mala salud tiene un enorme impacto sistémico; un docente
enfermo desestabiliza todo el sistema a su cargo: alumnos, apoderados, colegas,
etc. El impacto sistémico es muy severo y el modelo actual de la medicina no da
respuesta a este grave flagelo.
-¿De
qué manera se afecta el aprendizaje de los alumnos?
-Los
docentes en Chile tienen elevados montos de estrés, porque muchos de ellos han
perdido el control sobre las múltiples demandas de su profesión. Esto es
particularmente grave en el sistema público (municipal) de la Educación.
Los
estudios solo abordan la salud mental, pero si incluimos todos los sistemas del
organismo, me atrevería a decir que más de dos tercios de los docentes están
con mala salud. Un docente enfermo afecta gravemente a sus alumnos, no solo en
lo académico, sino también en lo emocional; un docente enfermo está
habitualmente irritable con poca tolerancia, carente de calidez, rígido, y luce
agobiado. Los alumnos se repliegan, se atemorizan, no aprenden ni van motivados
a clases. Experimentan miedo frente al talante rabioso y punitivo del profesor.
-¿Qué
estrategias se pueden utilizar para abordar el bienestar de los docentes?
-La
peor de todas es enviar al médico a los que dan señales visibles de mala salud,
porque suelen recetarles ansiolíticos y les dan una licencia de pocos días que
no les alivia en lo absoluto. El bienestar se garantiza abordando muchos
frentes de modo simultáneo.
-¿Qué
pueden hacer los docentes sobre su propio bienestar?
-Mi
equipo y yo somos muy enfáticos en insistir en que los docentes deben ser
adecuadamente capacitados en autocuidados. El chileno promedio es pasivo frente
a la salud: no sabe leer las señales incipientes de malestar o de enfermedad,
reaccionando cuando ya está severamente afectado.
Los
docentes municipalizados muestran muy malos hábitos de sueño, de alimentación;
son sedentarios y no saben gestionar adecuadamente el estrés. Esto es
particularmente serio en las profesoras. En general, hacen uso excesivo de
ansiolíticos, analgésicos y antiinflamatorios, automedicándose, haciendo caso
omiso del sentido común a la hora de respetar el sueño noctrno, la alimentación
sana, el ejercicio.
-¿Cómo
ayudarles a manejar el estrés laboral, conocido como “Burnout”?
-La
clave está en aprender a reconocer las primeras señales de estrés y actuar
preventivamente. El Burnout es el capítulo final de un estrés crónico. Es
extremadamente grave, ya que conduce a la automatización, abuso de alcohol e,
incluso, riesgo de consumo de drogas.
La
mejor medida es la capacitación en autogestión del estrés, evitar la medicación
y recurrir cuando es necesario a las terapias y medicinas complementarias, en
lo posible en manos serias. Yo soy absolutamente contraria al empleo de
ansiolíticos como única medida para aliviar el Burnout. Y siempre recomiendo
acercarse a las terapias llamadas alternativas, pero sabiendo elegir a un buen
profesional.
Como pueden apreciar, es una excelente y esclarecedora entrevista.
prof. Benedicto González Vargas
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