Mucho
se está hablando del uso de las tics en nuestra educación y no somos pocos
quienes nos declaramos optimistas de las oportunidades y posibilidades que
ofrecen para una educación más significativa si es que las usamos adecuadamente.
Sin embargo, en un artículo reciente, el profesor David Contreras Guzmán, de la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (en la imagen) ha publicado un
artículo llamado "La nueva (y peligrosa) brecha digital de los jóvenes
chilenos", que leí hace poco en Educarchile. En él reconoce el éxito de la
penetración de las tics en nuestro país, tal como lo señala el Índice de
Generación Digital, que habla de que un 96% de los estudiantes chilenos utiliza
TIC en algún lugar, ya sea en sus hogares, espacios públicos o colegios.
Evidentemente -dice en su artículo- que estos avances se deben a la baja en los
costos de acceso a la tecnología y a las políticas públicas que han impulsado
una masificación en diferentes capas sociales, como lo hace el Centro Enlaces del Ministerio de Educación,
por ejemplo. Pero lo que inquieta al profesor Contreras es que los datos
cuantitativos escondan una verdad cualitativa muy diferente y por ello nos
plantea las siguientes preguntas:
¿Estamos realmente ante un escenario que
garantice de manera masiva, mayoritaria e igualitaria el ingreso de la
ciudadanía a la sociedad digital? ¿Qué pasa con la valoración, uso y opciones
de futuro que los distintos grupos sociales ven frente a las TIC? Buscando una
respuesta establece que en la sociedad contemporánea en la que vivimos el uso
de las TIC ofrece oportunidades de desarrollo social, laboral y económico. Sin
embargo, opina que esas potencialidades no son aprovechadas, valoradas, ni
conocidas, por todos. Por el contrario, agrega, pues mientras niños y jóvenes
de estrato social medio y alto integran las TIC como algo determinante en sus
vidas actuales y futuras que les permite interactuar, aprender, participar y
trabajar; otros estudiantes, los de escasos recursos, no ven en estas
herramientas un soporte real para alcanzar mejores oportunidades sociales
futuras. Este hecho evidencia una nueva brecha digital que puede ser más
difícil de reducir que la anterior, pues tiene que ver ya no con la
infraestructura, sino con la valoración e intencionalidad con que usamos la
tecnología. Por eso es importante preguntarnos si la sociedad -y
particularmente la escuela, como espacio privilegiado de acceso a las TIC de
los jóvenes-, está entregando una mirada emprendedora con el uso de las tics a
los futuros ciudadanos o, si por el contrario, sólo los invita a usar la
tecnología sólo como entretención.
De esta nueva brecha, dice el profesor
Contreras (y yo estoy plenamente de acuerdo con él) somos todos responsables,
especialmente quienes hacemos uso de las TIC en la escuela y tenemos, por lo
tanto, la oportunidad de transmitir esas nuevas miradas a nuestros estudiantes.
"Es un deber ético y social demostrar cómo
la carencia de competencias en el tratamiento de la información de los jóvenes
más vulnerables, generará una ampliación de esta nueva desigualdad, alejándonos
de la meta de construir una sociedad democrática, plural y equitativa, en un
mundo globalizado y digital". Con estas palabras termina el
artículo en comento, palabras que suscribo plenamente y que invito a mis
lectores a hacer suyas en la medida en que tengan la oportunidad de transmitir
estos nuevos enfoques y desarrollar actividades que permitan a nuestros niños y
jóvenes apropiarse de las nuevas habilidades y competencias necesarias para el mundo en que les tocará vivir.
prof. Benedicto González
Vargas
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