Un buen día de 1917, en las páginas de
la revista Los Diez, órgano de difusión
del grupo homónimo que encabezaba Pedro
Prado, apareció un soneto llamado "Gusano", algunos de sus versos
dicen así: Lo mismo que un gusano que hilara su capullo, /
hila en la rueca tuya tu sentir interior. / (...) Teje serenamente, sin soberbia
ni orgullo, / tus ansias y tu vida, tu verso y tu dolor." Ese
mismo año, en París, la revista El Mercurio de América reprodujo
otro poema del mismo autor´. Había nacido para las letras de Chile y el mundo
un grande: Manuel Rojas Sepúlveda. Como
el mismo lo dijo, fue un chileno pat'e perro,
tanto así que no nació en nuestro país, pero dejemos que él mismo nos lo
cuente:
"Nací en Buenos Aires, Argentina, el 8 de enero de 1896, hijo
de Manuel Rojas Córdoba, santiaguino, y de Dorotea Sepúlveda González,
talquina." En otra ocasión, agregará que el hecho de haber
nacido en un barrio bravo de la capital argentina no le quita su calidad
de "hijo de chilenos y chileno por derecho propio". En
su vida debió enfrentar un destino adverso, fue también hijo del rigor y la
esperanza, se desempeñó en empleos humildes, pero de todos ellos acopió
experiencias que luego volcó en sus obras. Fue autodidacta por decisión del
destino (sólo cursó hasta el cuarto año de la primaria) leyó todo cuanto llegaba
a sus manos, lo que le permitió en 1928 acceder a un puesto en la Biblioteca
Nacional, donde llegó a ser Jefe de Canje y Publicaciones. En 1931 fue Jefe de
Prensa en la Universidad de Chile y luego director de Anales, revista universitaria de relevante
importancia en la historia del ambiente académico y cultural de nuestro país.
Como poeta, fue bueno, aunque poco conocido; como cuentista, formidable ("El león y el hombre", "Laguna", "El
Colorado", "El vaso de leche"), pero como novelista
fue un gigante. Entre sus obras más notables figuran: Hombres del sur (1926), Tonada del transeúnte (1927), El delincuente (1929), Imágenes de Buenos Aires (1932), Travesía (1934), Imágenes de infancia (1955), El vaso de leche (1959), Punta de Rieles (1960), Sombras contra el muro (1964) y esa novela
monumental que es su obra maestra: Hijo de ladrón (1951),
entre otras.
Este hombre humilde y estudioso, que llegó a ser profesor de
literatura hispanoamericana en la Universidad de Seattle, en los Estados
Unidos, alcanzó el Premio Nacional de Literatura en 1957. Como pocos, conoció
profundamente al país porque "no sólo he visto a Chile,
lo he vivido y lo he sentido. Cada uno de los rasgos y adornos de su fisonomía
tiene un color, un movimiento, un olor, casi un sabor diferente, individual,
que conozco y aprecio".
Manuel Rojas, este inmortal autor,
monumento de la narrativa chilena, dejó para siempre su patria el 11 de marzo
de 1973.
Manuel Rojas es uno de m is escritores favoritos, hay que dar a conocer más su obra en el extranjero. Leí que la ganadora del Premio de Narrativa Manuel Rojas, una escritora argentina, nunca ha leído algo de él. Saludos, Miguel Ángel
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