miércoles, 17 de junio de 2009

Algunas reflexiones sobre el programa Inicia

Han terminado ya las huelgas de profesores y las comprensibles reivindicaciones salariales han llegado felizmente a buen puerto. Quedará para el análisis el manejo que los actores del conflicto tuvieron de la situación. El Colegio de Profesores, en todo caso, puede celebrar un éxito rotundo. Me hubiera gustado, eso sí, que en la discusión hubiesen aparecido temas de gran importancia también, como por ejemplo la calidad de las actuales generaciones de docentes y de las que se están formando en las instituciones universitarias. Tema no menor de cara a los desafíos de desarrollo de nuestro país. 

A principios de este año el Ministerio de Educación de Chile entregó los resultados de la prueba Inicia, un programa que busca medir los conocimientos sobre ciencias pedagógicas y contenidos específicos de cada especialidad a través de un instrumento de evaluación que se aplica a los docentes recién egresados de las carreras de educación. Los objetivos, fundamentos teóricos y otra información relevante sobre este programa pueden encontrarse en la página web correspondiente. 

Cabe destacar la alta participación de las facultades y egresados en la rendición de este instrumento pues, por el momento, no hay obligación de hacerlo, es voluntaria. Debemos, por lo tanto, apreciar en lo que vale la alta participación conseguida en la primera aplicación. Sin embargo, otra cosa son los resultados, nada de destacables en mi opinión, especialmente en lo referido al dominio y manejo de los conocimientos específicos de las asignaturas que deben enseñar estos docentes recién egresados. El preocupante resultado mostró que sólo un 47% de las respuestas en este sentido fueron correctas. El informe difundido por el Ministerio sugiere que los resultados de estos egresados están fuertemente relacionados con el puntaje que obtuvieron en la prueba de admisión a la universidad. De ser así, habrá que buscar mecanismos que incentiven a los jóvenes de más altos puntajes a ingresar a esta profesión. Esta estrategia es la que han seguido, bastante antes que nosotros, países como Finlandia, Corea del Sur, Singapur e Inglaterra, cuyos resultados en pruebas internacionales son muy superiores a los nuestros. Tarea aparte es cómo conseguir que los mejores estudiantes se inscriban en Pedagogía. 

En mi opinión no basta solo con creer que mejorando las condiciones salariales de los docentes se logre este objetivo. Habrá que ser más proactivo, porque las razones por las cuales las carreras pedagógicas no son la preferidas de los estudiantes más dotados tienen que ver también con componentes tan subjetivos como la valoración social de la carrera, la percepción respecto de las condiciones formales de desempeño (infraestructura, equipamiento), la valoración relativa a los espacios de innovación, creatividad y emprendimiento relacionados a ella y, por cierto, determinadas apreciaciones respecto de la gestión administrativa en el área, todos puntos bastante deficitarios en general. 

Me parece incuestionable que los alumnos de mejores rendimientos escolares y puntajes en las pruebas de admisión universitaria, al momento de elegir una carrera y, por ende, visualizar sus opciones de desarrollo personal en ella, tengan a la vista estos argumentos y no solo el salario posible, debido a que en los últimos años ha habido incrementos en él y hay carreras con mayor demanda que ofrecen menores perspectivas salariales iniciales, pero mejores apreciaciones sociales sobre los otros aspectos. 

Por otra parte, como ya ha sido señalado por varios especialistas, para que esas mejoras sean efectivas tienen que estar relacionadas con el aprendizaje de los estudiantes. Ello supone eliminar o, al menos modificar sustancialmente, el Estatuto Docente, verdadero lastre que ha impedido crear ambientes más profesionales, innovadores y exigentes en las instituciones escolares. Un estatuto que premia la mediocridad y no reconoce la calidad, es un incentivo perverso a la hora de buscar formas de mejorar la educación pública. 

Otro aspecto no menor, son los problemas curriculares de la educación formal, los planes y programas de estudio parecen seguir con una visión academicista en un mundo eminentemente práctico, donde la información está al alcance de la mano, pero donde se requieren mayores cuotas de habilidades y competencias en el manejo de ella. En ese tema estamos francamente mal. 

Otro aspecto de notable anquilosamiento es la gestión administrativa y el liderazgo académico de los directores. Los niveles de eficiencia en los equipos directivos escolares, en relación con las necesidades actuales, son bajísimos y no hay aún ninguna institución universitaria que se haga cargo en serio de este tema. ¿Dónde está la gran escuela de liderazgo directivo que alguna importante universidad del país esté impulsando? Quien lo haga, marcará liderazgo y seguramente tendrá éxito. 

Finalmente, la formación inicial docente es deficitaria y nuestras escuelas de educación deben reconocerlo. Suelo preguntarle a mis practicantes cosas sencillas sobre los contenidos de la asignatura o bien, sobre manejo de herramientas informáticas y es sorprendente la pobreza de conocimientos con que vienen respaldados. 

El programa Inicia es un intento serio y valioso por mejorar estas situaciones, pero los dineros y los esfuerzos que se pongan en él deben focalizarse hacia la consecución de estos objetivos mayores que, lamentablemente, no suelen ser parte de las "reivindicaciones del Magisterio" o no al menos de las inquietudes de un Colegio de Profesores que funciona más como sindicato que como colegio profesional. 

prof. Benedicto González Vargas

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