Vicente Pérez Rosales es uno de esos casos raros cuya
literatura, pretendidamente memorialista y por ello fuertemente arraigada en
contextos históricos y culturales muy determinados, superan la estrechez de los
tiempos que recuerda y se instala como una obra brillante y atemporal tan
extraordinariamente vigente como si no hubieran pasado décadas o hasta siglos.
Lo que pasa es que la persistencia de las actitudes humanas, que están detrás
de los hechos narrados, es algo más o menos permanente en las sociedades.
Cuando un autor se limita a pintar estampas, a relatar hechos, a quedarse en la
anécdota, pero sin penetrar en los sustratos actitudinales, morales,
espirituales, humanos, en definitiva, de los protagonistas de los hechos, la
obra pasará al olvido, prontamente, junto a la época que narra. Si por el
contrario, el autor ha logrado penetrar la espesa capa material para adentrarse
en las profundidades más espirituales o intelectuales o emocionales de sus
relatos, encontramos que su obra permanecerá no solo vigente, sino que además
profundamente moderna en su retratos humanos.
Eso es lo que ha ocurrido con Recuerdos del pasado, publicados
como artículos sueltos en el Diario La Época, en 1882, pero seguramente
escritos con anterioridad (los "recuerdos" más antiguos relatan
hechos de 1814, en la infancia del autor), este libro impresionante es un
verdadero best seller nacional de todos los tiempos. Lamentablemente, en los
últimos años ha desaparecido de las aulas escolares no por haber perdido
vigencia sino por la rara idea de algunos docentes de que es un libro antiguo y
arcaico (en mi opinión lo único antiguo y arcaico son los métodos de enseñanza
literaria de los docentes). Las páginas más memorables de estos relatos son,
sin duda, las dedicadas a las andanzas de nuestros connacionales en las tierras
californianas durante la "Fiebre del oro", con la simpatía y fino
humor que inunda todas su obras, se calificó a sí mismo como "un simple mirón no más"
y cuenta que debió usar la misma camisa durante semanas porque en California "no había quien se ocupase en lavar
trapos, sino en lavar oro".
Obra estupenda, fácil de encontrar, deliciosa de leer y de precios muy accesibles, los Recuerdos del Pasado son una obra ineludible
de nuestra literatura y que es bueno, leer y releer cada cierto tiempo para
darnos cuenta que la vida, ayer como hoy, es buena y sabrosa, pese a las
miserias, las bajezas y las turbulencias humanas.
prof. Benedicto González Vargas
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